martes, 3 de mayo de 2011

Ernesto Sábato 1: con mi tesina hacia Santos Lugares

El mes de noviembre de 1993 lo pasé en Buenos Aires. Había llevado conmigo mi tesina de licenciatura en teología, Dimensión teologal de la obra de Ernesto Sábato (quien esté interesado en leerla, la tiene a su disposición en la parte derecha del blog), pensando que acaso me sería posible visitar al autor argentino, estrecharle la mano, darle las gracias por su obra y su persona, charlar con él. Este encuentro era lo que yo anhelaba. Lo otro, mi tesina, que me valdría como pretexto para presentarme en su casa, sería mi regalo, con la esperanza, no voy a ocultarlo, de que la encontrase digna de su obra.
Después de unos días de estancia en la casa en la que me hospedaba, conocí a unos vecinos, un matrimonio agradabilísimo. Él había ejercido como médico antes de quedarse hemipléjico. Ya no recuerdo su nombre ni el de su mujer. Un día de me invitaron a pasar un rato con ellos; también acudió una amiga de la pareja. Durante la conversación acabó saliendo el tema de Sábato, de mi pasión por él y por su obra, de mi tesina y de mi interés por visitarlo. La pasión era compartida y se ofrecieron a llevarme ellos mismos. No fue poco mi susto al ver que al volante se había sentado él; era evidente que su hemiplejía no le impedía conducir. Pero yo pensaba en el tráfico endiablado de Buenos Aires. Vale, sería una inquietante aventura, que bien valdría la pena si me iba a conducir hasta la casa de Sábato, en el barrio de Santos Lugares. El trayecto fue emocionante, dadas las circunstancias, y no hubo bajas. Al fin llegamos: me hallaba ante la casa del autor de Sobre héroes y tumbas, apenas oculta por unos árboles que había delante, todo al otro lado de una verja, como se puede ver en la foto que adjunto. Pulsé el timbre. Estaba muy nervioso. Se escuchó la voz de una señora. No era la mujer de Sábato, que yo sabía que estaba enferma. Después de ponerla al corriente de mis intenciones, me dijo que Don Ernesto no podía recibirme y que dejase si quería mi tesina en el buzón, cosa que hice, incluyendo una carta (la había escrito previendo que la visita no llegase a realizarse) con las señas de mi domicilio en Buenos Aires y en España.
¿Decepcionado? No y sí. Mentiría si no dijese que me alivió el hecho de que se me hubiese ahorrado el trago de verme ante el gran Sábato. Pero yo había ido allí para verlo y estar con él, cosa que no había ocurrido. Junto al alivio primero sentí también la tristeza por el deseo no cumplido.

sábado, 30 de abril de 2011

PAZ, amigo Sábato

          
  “Ernesto Sábato
    quiso ser enterrado en esta tierra
    con una sola palabra en su tumba
 PAZ”*

Espero que, no sólo como palabra sobre tu tumba, sino como vida más allá de ella, hayas encontrado al fin la PAZ, amigo Sábato.

*Abbadón, el Exterminador. El propio Ernesto Sábato se incluye a sí mismo como personaje en la que fue su última novela, Abbadón, el Exterminador (1974), y como tal muere en ella.

miércoles, 27 de abril de 2011

Escuela y parroquia

Los tres niveles del hombre por los que tiene que pasar la fe para que sea tal son la razón, el corazón y la acción. En la escuela pública, una clase de religión empieza y termina en el primer nivel, el de la razón. El objetivo que se persigue es el conocimiento intelectual por parte del alumno de los contenidos de la religión católica. A tal fin dirige sus esfuerzos el profesor, que no tiene que hacer profesión de fe para darla a creer, sino de capacitación intelectual para darla a conocer. Intentar lo primero es transgredir los límites académicos de un centro docente público y convertir el aula en una sucursal de la parroquia. Será en ésta donde el cura y los catequistas transmitan la fe a fin de hacer de los catequizandos discípulos de Cristo que conozcan, amen y actúen. La credibilidad de la iglesia pasa también por la delineación de los diferentes contextos y el atenimiento riguroso a ellos. Los curas y catequistas que sean profesores de religión católica, en el momento en que entren en un aula, deberán colgar la sotana y ponerse la toga, prescindir de su experiencia individual como testigos y apelar como maestros a la universalidad de la razón.

martes, 26 de abril de 2011

Ver la música

No puedo escuchar música clásica si al mismo tiempo no la veo. Lo primero sin lo segundo, a día de hoy, me aburre. Ya hablé de ello aquí. La audiovisión del concierto del pasado lunes 18, en la iglesia de San Agustín, en Santiago, a cargo de The New London Consort, me confirmó en mi necesidad de una experiencia visual de la música, atenta a los gestos, las expresiones y los movimientos de los concertistas, los vocalistas, del director. Una de las arias, por ejemplo, fue una experiencia inigualable por lo que audioví: por un lado la soprano, una mujer de expresión dulcísima, cuyos emocionados transportes revelaban hasta qué punto estaba viviendo su canto; por el otro la violinista, cuyos ojos cerrados mostraban la absorta profundidad desde la que nacían los acordes de su violín. La música era todo esto, no sólo las vibraciones del aire, sino las de la carne de quien tocaba y quien cantaba. Esta carne en acción se pierde en la mera audición privada. Sin la primera, la segunda no me llega.

lunes, 25 de abril de 2011

Río y gota

El escritor río escribe muchos libros, durante muchas horas al día y con gran facilidad. El escritor gota escribe unos pocos libros que él prefiere llamar libritos, durante no más de dos o tres horas y como puede.

En el paraíso

El paraíso no se marchó nunca de nuestros corazones, por eso nos crucifica no vernos ya en él. El sol que ahora luce quiere instaurarlo, se le notan las ganas y la prisa, el “de hoy no pasa” que parece anunciarnos. ¡Ay, sol mío, que grande es tu deseo de decirnos también “hoy estaréis conmigo en el paraíso”!

domingo, 24 de abril de 2011

Heridas en el cielo

¿Y si las heridas son prendas de gloria que no desaparecerán en el cielo, como vemos que la resurrección de Jesús no borró la suya de su costado? Pero entonces tendrán que ser como la del Maestro, la marca de quien se ofreció como víctima en beneficio de sus hermanos.

Un fuerte abrazo pascual a todos.

viernes, 22 de abril de 2011

La suprema acción de la Pasión

Jesús no detiene el golpe del mal sino que lo asume para que le explote dentro, no se extienda su onda expansiva y se desintegre. Sin reactivo, el mal queda desactivado; sin contragolpe, queda golpeado. La pasión como falta de reacción supone el culmen de la acción del león de Judá, ahora cordero degollado. La vindicación de Jesús por Dios al resucitarlo da por buena -por divina- la lucha de Jesús y la convierte en regla de oro de toda lucha: se actúa contra el mal como leones e, in extremis, se padece contra el mal como corderos.
La vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús ha arrancado de cuajo el árbol del maligno y sus raíces ya no pueden alimentarlo. Lo que vemos y sufrimos mientras tanto, hasta que la victoria se haga del todo visible cuando Jesús vuelva en todo su poder, es la agitación de sus ramas en agonía, que en sus estertores puede parecer que muestren un poder absoluto. Pero es sólo, aunque terrible, la desesperación de quien sabe que se está muriendo, que ya está muerto.
Sobre este esquema, y hasta el final de los tiempos, habiéndole sido ya saqueada al fuerte su casa (Mateo 12, 29), continuará la lucha de un bien que se sabe ya vencedor.

jueves, 21 de abril de 2011

Sobre "La razón y el tabaco", de Alejandro "Albayalde"

A Alejandro le debo un comentario, por razones que él ya sabe, a su entrada La razón y el tabaco. Una mala peripecia como comentarista en su blog quiero repararla aquí. Sirva esto de explicación introductoria de lo que sigue.
Dices, Alejandro, que “superar un vicio es deshacerse de una parte muy real de uno mismo”. Es cierto. Pero por muy real que sea, que lo es, no es realizadora de ese uno mismo; lo desrealiza en la medida que funde sus posibilidades de ser más y de ser mejor. El vicio sólo nos constituye para destituirnos de nuestro mejor yo. Las “severas consecuencias teológica y éticas” no serían otras, pues, que las que acarrearía deshacernos en el vicio o rehacernos sin él.
Reflexionas más adelante sobre lo desolador que sería para el Yo carecer de “la ausencia de la pulsión”. Cito el texto completo: “La razón se retira tan pronto como no tiene ningún obstáculo que vencer. Esto lo sabía Fichte cuando afirmaba que sólo hay Yo en la medida en que se pone a sí mismo un NoYo. Sin esa tensión, compulsiva ella misma y en realidad neurótica, la imagen de un yo estable y distinto del mundo pierde consistencia”. Pero esa “pulsión”, ese “obstáculo”, es “NoYo”, esa “tensión”, sin los cuales el yo perdería “consistencia”, ¿resultan únicamente de las tentaciones, de las invitaciones que nos cursan las realidades negativas, de las atracciones del mal en definitiva? En la lucha contra todo esto, sin duda, el yo tiene materia bastante y sobrante para resistir, luchar, vencer acaso, y así realizarse. Pero, ¿y los desafíos de las realidades positivas? ¿No es el mundo entorno, personas y cosas, una resistencia que obliga al yo a mantener las distancias y al mismo tiempo una invitación a construir desde él nuevos mundos? El hombre en cuanto ser creador, ¿no se pone en tensión para realizar los proyectos que se propone, sus ilusiones y sueños, erizados de dificultades que tendrá que resolver? ¿No bastaría esta “tentación” del bien, de la belleza, de la verdad, para que al Yo no le faltasen nunca pulsiones y obstáculos, cuyo fin sería la creación de nuevas realidades? Además de un NoYo, ¿no hay también, y sobre todo, un MásYo que tira de nosotros para arriba y nos levanta de un Yo perezoso y autocomplaciente? No entiendo por eso el final de tu reflexión, que me deja fuera de juego porque, salvo que hagas de él un uso retórico, me resulta inaceptable: “… para reconocer que sucumbir a la tentación es, sin duda, mucho más valioso que haberse desprendido totalmente de ella”. Si esta afirmación no sale del ámbito del que partías, fumar o no fumar, pues vale. ¿Pero y si el ámbito fuera el de mentir, robar, matar?

miércoles, 20 de abril de 2011

Elección

Me habían bloqueado la salida del garaje. Estaba bien clara la línea amarilla, pero el conductor, o la conductora, la había obviado. Sobraban sitios donde aparcar. Enfrente había un campo de fútbol, donde se jugaba un partido, y la zona se había llenado de coches. El propietario, o propietaria, del vehículo interceptor estaría en las gradas. A Dios gracias, en ese momento el partido había llegado a su fin y bastaba esperar un poco para que apareciera el dueño, o dueña. Ante mí se abrían dos posibilidades: 1) Esperar tranquilamente a que se presentara y, si acaso tardaba un poco, acercarme y dar con el conductor, o conductora para, con amabilidad, pedirle que retirara su coche. 2) Dejarme ganar por la impaciencia, entrar en el campo, pegar un berrido informando que había un coche rojo obstaculizando la salida del garaje, ver acercarse corriendo a una chica, perdonarle la vida con arrogancia por no haber llamado a la grúa, escuchar como decía “tranquilo hombre, perdón”, observar como una amiga, a veinte metros de distancia, me censuraba con la mirada y un “tranquilo, tío”, comérmela con la vista durante varios segundos con mis ojos dominantes puestos en los suyos, darme la vuelta con porte fiero y firme, subirme al coche y marchar.
¡Cómo embriaga el poder!

martes, 19 de abril de 2011

Clumperramos

Anteayer, 17 de abril y domingo de ramos, a los que me llamaron para felicitarme por mi cuarenta y seis cumpleaños, yo los rectificaba tal que así: “no, no, cumplerramos, 46 cumplerramos” (aquí no debieran haber faltado unos versos cursis que hablasen de los años como ramos que saltan del tronco de la vida…, y llorar un poquito). “Hala, ya está Suso pariendo”, me soltó mi cuñada Mude tras cantarme el “cumpleaños feliz” desde Asturias, a coro con el resto de su familia y la de mi hermana Lucía. Como la parida no había terminado ahí, les conté lo que después había llevado a cabo. Del ramo de laurel que había traído de misa, arranqué cuarenta y seis hojas y las puse sobre la rosca que había comprado mi madre. Nos servimos después una copa de excelente jerez, comprado en su día en Chiclana de la Frontera, y mi cámara sobre el trípode inmortalizó el momento. Habría estado bien que después hubiese soplado para dispersar las hojas de laurel por los cuatro puntos del planeta. Los de Asturias me rieron la gracia y, en mi honor, dijeron que soplarían 46 imaginarias velas. “No hace falta que sean velas; que sean 46 de lo que sea, eso sí, exactamente 46, ni 45 ni 47”. Mis sobrinas Irma y Alba se pusieron entonces a desflorar el parque de Avilés donde se encontraban.


lunes, 18 de abril de 2011

Soledad, compañía

Yo necesito de las dos felicidades, la que me da la soledad y la que me da la compañía. En la primera me siento un vagabundo de la ensoñación y la mirada, del pensamiento y la meditación. No es la soledad por la soledad sino la soledad por lo que sólo con ella es posible. Más que fin, es medio. En la segunda, me alegro con la luminosidad de los rostros, situado por ellos, alimentado y sostenido. Son siempre fin y nunca medio. No me sirvo de ellos sino que necesito su servicio, lo imploro, para ir de su mano por los caminos de la vida. Sabiéndolos cerca, en el hábito de mi soledad estoy erguido.

sábado, 16 de abril de 2011

Su reina

A la madre anciana los hijos la coronan, la sientan en el trono, la cubren con un manto regio, le entregan el báculo. Uno tras otro, primero el mayor y a continuación el resto, se postran ante ella para recibir su bendición. En círculo después a su alrededor, los corazones en alto, son los paladines de la que ahora es también su reina.

viernes, 15 de abril de 2011

Desistimiento

De unos amores no estás solo pero de otros sí. Gracias a los que tienes te olvidas muchas veces de los que no tienes. El resto de las veces sientes la soledad en que te deja ese amor que no ha venido a por ti, o que sí vino pero tú rechazaste, y que ya no sabes como buscarlo por haberte instalado en el desistimiento.

miércoles, 13 de abril de 2011

Inclinado

Cuando de la escritura a mano se pasó a la escritura con el teclado, primero en las maquinas de escribir y después en el ordenador, se perdió la postura que exigía la primera, la inclinación de la cabeza sobre el papel y lo que con ello quedaba simbolizado, la carga que es siempre la escritura cuando lo es de verdad.

Frialdad

A fuerza de no quemarse murió helado.

lunes, 11 de abril de 2011

Huecos

Dependencias que creías superadas vuelven a ti, para recordarte que los huecos de siempre son huecos para siempre.

domingo, 10 de abril de 2011

Aquella chica

Era una chica un tanto rara que te miraba con una extraña fijeza. Algunos, cuando hincan en ti su mirada, te clavan en un corcho como si fueras un insecto; otros, te absorben. Lo de ella era distinto. Su fijeza parecía proceder de una pobreza, de una necesidad interior. Reflejaba, me parece, su desvalimiento. Ya no recuerdo su nombre. Dos avatares en su vida habían sido claves. Por un lado, la relación con un hombre casado, un embarazo, y la ida a Londres a abortar. Cuando alguien te cuenta algo así, sin que medie una estricta amistad sino una mera relación de afecto, es que en verdad necesita contarlo porque le escuece por dentro. Me pregunto ahora si fui yo la primera persona en saberlo. Lo otro fue un accidente de tráfico al que sobrevivió. Ella creyó ver en este volver a nacer la llamada a hacer algo que habría de definir su vida, pero todavía no lo había descubierto. Daba clases particulares de piano y quería ser profesora de música. ¿Qué habrá sido de ella?

Lo que pueda darnos

El entusiasmo por una persona no ha de ser tanto que esperemos que nos vaya a dar todo lo que necesitamos, salvo que seamos muy conscientes de que si está en disposición de darnos algo será lo que le sea posible como ser humano y nada más que ser humano. Una esperanza que fuese más allá de esto, además de un error, sería también una injusticia contra esa persona.

sábado, 9 de abril de 2011

Dentro, fuera, medio

Si estás dentro, quieres estar fuera.
Si estás fuera, quieres estar dentro.
No sé yo si es solución
quedarse en el medio.

miércoles, 6 de abril de 2011

El cariño del público

La gente del espectáculo, actores, cantantes, habla una y otra vez del “cariño del público” sin el cual nada sobre el escenario tendría sentido. El blog también lo es. ¿Es por esto que las entradas se llaman “entradas”, porque uno entra en escena, en acción de palabras? Y sobre el escenario, el que sea, ¿quién no necesita de ese cariño, el del señor con bigote que está en la segunda fila, el de la chica con piercings en la nariz de la cuarta, el del mozo atildado que se sienta en la primera? Casi todo lo que se hace se hace para que alguien lo apruebe, lo reconozca, lo haga suyo, es decir, para que te aprueben, te reconozcan, te hagan suyo, para que te quieran, vaya. No hay que darle más vueltas. El sensiblero que un día me pareció Gabriel García Márquez cuando dijo que él escribía para que le quisieran ha dejado de parecérmelo desde hace ya bastante tiempo.

martes, 5 de abril de 2011

Con las dos manos

Mi sobrino Maino da la paz con las dos manos, estrechando entre las suyas la del otro. Este tipo de apretón, que supone un plus de calor y de ternura, nunca lo había visto en un niño, sólo en personas mayores. Me sorprendió y me agradó muchísimo cuando lo vi por primera vez. Ahora tampoco a mí me llega una de mis manos para recoger las babas que me caen.

lunes, 4 de abril de 2011

Amor de perro

Sobre la nieve y por una calle vacía se aleja, desolado, Mario (Marcello Mastroianni) en el final de Noches blancas, de Luchino Visconti, cuando un perro blanco, tan perdido como él, se le acerca en busca de un poco de cariño. Mario, sin nada que dar, le da lo que tiene, una caricia y un tácito “ven conmigo, perrito, y nos lamberemos el uno al otro nuestras pobres heridas”. A Umberto D. (Carlo Battisti), en Umberto D., de Vittorio de Sica, lo salvará de su intento de suicido su fiel Filke, su única compañía en este mundo, que le ladra con desesperación porque intuye lo que su amo va a hacer cuando el tren se acerque. Su ladrido desesperado es la vida que le llama y Umberto vuelve a ella, vuelve a Filke. Dos finales de cine, que no son nada al lado de los miles de casos reales que podrían ser contados por sus protagonistas, hombres y mujeres a los que sus perros salvaron cuando ya estaban al borde del abismo, los que los velan cuando, muertos, yacen en sus tumbas. En sus Prosas propicias, Luis Felipe Vivanco escribió que “el perro es el Hijo” (arrimo el ascua a mi sardina, porque el contexto de esta afirmación es diferente, aunque no tanto, del mío). ¿Ha de extrañarnos, viendo como son los perros, viendo lo que fue el Hijo?

domingo, 3 de abril de 2011

Funny Games

En Funny Games, de Michael Haneke, dos jóvenes se dedican a jugar, a divertirse, como el título indica, ejerciendo el mal de forma pura y gratuita, endemoniada en definitiva. Ninguna otra película me mostró con tan insoportable verismo lo “divertido” que puede ser jugar a ser malo. La gamberrada se convierte en la forma suprema de ejercer el mal y el mal en el argumento supremo del gamberro. Aterrorizar, matar divirtiéndose, hallando placer en ello, es uno de los modos de la perversidad extrema, o el modo sin más. No sé si hay más iniquidad aquí o en la práctica del mal con indiferencia, sin prestar atención, la del mafioso de turno que dice “matadlo” casi sin enterarse pues está a otra cosa, su partida de póker. En el primer caso la víctima vale como juguete, en el segundo ni eso. Da escalofríos asomarse a estos abismos.

(Añado, como nota personal, que ninguna otra película me causó tanta tensión psicológica, me lo hizo pasar tan mal como ésta. Juré no volver a verla. El placer del cine se trocó aquí en pura tortura).

Desde mi ventana

Gracias a la ventana de la cocina, después de comer y antes de ponerme a fregar, descanso la vista en las gallinas, las plantas, el roble joven del fondo, el kiwi, las flores. Gracias a la puerta acristalada y al balcón de la habitación donde escribo y leo, descanso mi vista en la Escuela de Música, las Casas Baratas, los edificios de tres pisos y uno de cuatro que dinamitaré algún día, y, sobre todo (¡como un guante cae aquí está locución!), en el cielo. ¡Qué sería de nosotros sin las ventanas! Son los ojos de las casas: lo que ven ellas lo vemos nosotros a su través. Desde mi ventana podría ser el título de nuestra vida, o Desde mis ojos, que viene a ser lo mismo.

sábado, 2 de abril de 2011

Nunca se sabe

Menos mal que es coplero,
si no a ver como se aguanta
toda la muerte que guarda
el Nunca se sabe de Escudero.

jueves, 31 de marzo de 2011

Ptolomeo

Hace unos días decidí ir a la costa para escuchar el sonido del mar y ver el atardecer. Me senté en una roca y clavé los ojos en el sol, dispuesto a acompañarlo en su descenso hasta la línea del horizonte. Apenas si desvíe la mirada de él durante todo este tiempo, que duró más de media hora, lo cual no requirió de mí apenas ningún esfuerzo pues el sol me había prendido y yo me dejé querer. Al fin, muy poco a poco, se hundió del todo en el mar. Me acordé complacido de Ptolomeo.

(El milagro cigüeñil que se contó aquí tuvo como causa, parece ser, la destrucción de su nido por parte de unos imbéciles. Se trata una pareja que llevaba dos o tres años en un aldea que está a cinco quilómetros de Silleda. Ahora se entiende que aparecieran en marzo, cuando tendrían que haber llegado en enero o febrero. Por tal razón, más bienvenidas seáis, amigas cigüeñas).

martes, 29 de marzo de 2011

Fama

Eulalia (así la llamaremos) fue una magnífica profesora de literatura durante muchos años en un colegio privado perteneciente a una orden religiosa en una ciudad que vamos a llamar Fama. Los alumnos la adoraban, la querían los padres de éstos, y el director estaba muy orgulloso de tenerla en su plantilla. Se hizo famosa en Fama, y hasta en la provincia, y de un sitio y de otro la requerían para dar conferencias. También en esto era una especialista consumada. Podía hablar de cualquiera cosa, tanta era su cultura, su inteligencia, su ingenio, su brillantez, su profundidad, también a veces su mordacidad, siempre lejos de sofismas y demagogias. Persona buenísima, letrada rigurosa, maestra excelente, mujer vital y entusiasta.
Un día, un alumno le pidió hablar con ella. Le confesó que se sentía atraído por las personas de su mismo sexo y que no sabía cómo digerir tales deseos. Eulalia lo tranquilizó, le dijo que dejase que transcurriese el tiempo para ver si se confirmaban o se trataban de algo episódico. Si resultaba lo primero, no pasaba nada. Debería aceptarlo desde lo más hondo y construir su felicidad. Su condición homosexual no iba a ser un obstáculo. Integrada dentro de su personalidad, sería una parte de ella, ni más ni menos importante que cualquier otra. Eulalia, deseosa a toda costa de poner a su alumno en paz consigo mismo, fue un poco más allá y, en un paso audaz y, ¡ay!, arriesgadísimo que a la postre fue su perdición, le abrió su propio corazón, quizá queriendo ofrecerse como imagen tranquilizadora en la que el chaval pudiera apoyarse. Le confesó que también sus sentimientos iban dirigidos a las personas de su mismo sexo, y que a veces se enamoraba platónicamente de alguna de sus alumnas, si bien todo quedaba dentro de su corazón. El alumno se lo contó a su madre, íntima amiga de Eulalia. ¿En qué términos? A lo mejor ya tuvo lugar aquí una primera tergiversación no intencionada. El caso es que, aquélla, de haberse comportado realmente como una amiga, hubiese hablado con Eulalia, de corazón a corazón, y todo habría terminado aquí. No lo hizo. Lo que sí hizo fue ponerlo inmediatamente en conocimiento (¿tuvo lugar aquí una segunda deformación de los hechos?) del director. Éste llamó a capítulo a su profesora y, tras ponerla al corriente de lo que sabía, y aun a pesar de todas las explicaciones de Eulalia acerca de lo que exactamente había ocurrido, le pidió que comprendiera que no podía seguir en el centro. La fama de éste quedaría comprometida si era otra su resolución. Los diez años de magisterio ejemplar, de excelencia profesional, de entrega sin reservas de Eulalia, que tanto habían prestigiado al colegio, no valieron de nada a ojos del director y no impidieron por tanto que siguiese adelante con la decisión tomada. La entrega de Eulalia como maestra, no ya simplemente como persona, había llegado a su punto más alto cuando, al recibir el contenido del corazón de un alumno que acudía en su ayuda, correspondió en la misma medida para confortarlo abriéndole el suyo. Muchos pensarán que no hubiese sido necesario que llegase a tanto. Es cierto, no lo era (¿No lo era? ¿Y quién lo sabe?). Ella lo hizo, sin cálculo, espontáneamente, a lo mejor hasta irresponsablemente. No lo sé. Pero a la vista queda qué intención la animó a hacerlo.
Su vida terminó en Fama. Había comprado un piso de segunda mano que había ido decorando poco a poco, con mimo. La sala le había quedado preciosa, con las paredes color granate oscuro y una de ellas ocupada enteramente por una biblioteca blanca de pladur llena de libros. Tendría que ponerlo en venta, empaquetarlo todo y volver a casa de sus padres, para los que tendría que inventar una razón verosímil sobre la marcha de la ciudad tan querida, aparentando estar contenta de modo que no advirtiesen la sangre de su corazón roto. Su amigo del alma durante todos esos años, también profesor en el mismo centro, no le dio la espalda pero tampoco se puso de frente. Pudo haberla defendido intercediendo en su favor ante el director. No lo hizo. ¿Temió por su puesto de trabajo? Otro dolor sobre el dolor. ¡Cómo se acobardan en las horas oscuras los que son amigos en las horas claras!
Afortunadamente fueron muchos en Fama los que no creyeron lo que empezó a circular acerca de Eulalia, seguramente una bola de nieve ya muy crecida. Recibió llamadas de padres, de alumnos, de otro tipo de gente, que le mostraron su apoyo incondicional. El director que había antecedido en el cargo al que había despedido a Eulalia también la llamó. Le expresó su hondo sentir y le dijo que él nunca habría actuado como su compañero. Eulalia no estaba sola, lo cual fue un gran consuelo. Cuando yo oí de sus labios lo que le había ocurrido me resultó casi imposible creerlo. Se echó a llorar. Estaba destrozada. “Suso, tú sabes que soy fuerte, pero también frágil”. Con la fortaleza en una mano y la fragilidad en la otra tiró para adelante como pudo. Tardó bastante en reponerse. Su gran amigo dejó de serlo. Se había desacreditado a sí mismo.
Con el paso de los años Eulalia se sintió con fuerzas para volver a Fama, donde recibió de unos y otros calurosas muestras de cariño y que continuaron en las siguientes visitas que por distintos motivos tuvo que realizar. Eulalia quería saber a toda costa de unos y de otros: qué había sido de A, tan brillante y tan bueno, qué carrera estudiaba B, cómo estaba la madre de C, y D, ¿qué hacía D, que tan entusiasta era de Kafka?
El trabajo que ha tenido todos estos años lo ha cumplido y lo cumple de modo brillante, como no podía ser de otra manera. Es feliz. Pero su pasión continúa siendo la enseñanza. Cualquier día, ¿quién sabe?, son tantas las vueltas que da la vida, volverá a estar dentro de un aula al frente de un grupo de chicos y chicas que se beneficiarán de su magisterio. Más que nunca, los tiempos actuales la necesitan.

lunes, 28 de marzo de 2011

Cigüeñas en Silleda

¿Qué milagro nos ha traído a una pareja de cigüeñas a Silleda? La sorpresa en el pueblo ha sido grande y el contento mayor. Están construyendo su nido en una grúa torre. Como retornan siempre al mismo nido significa que las tendremos con nosotros para siempre, un siempre tal vez no interrumpido por su ausencia otoñal, cuando emigran, pues son muchas ahora las que ya no lo hacen. Mi recuerdo las ve sobre el Convento de las Úrsulas, en Salamanca, regias y recias allá en lo alto. Creo que fue entonces cuando supe que ellas crotoran, verbo precioso que designa el sonido que producen con el pico. El zureo de las palomas, el graznido de las gaviotas, el crotoreo de las cigüeñas. ¡Qué hermosa es nuestra lengua! Comenzado el año y echado a andar el invierno, las mimosas por un lado y ellas por el otro anuncian que la primavera está a la vuelta y que no hay razón por ello para el desánimo. “¡Ya estamos aquí, ten esperanza, somos las emisarias del tiempo nuevo y bueno!”

domingo, 27 de marzo de 2011

Tiempo de duelo

Me pregunto si a las personas que viven en culturas que tienen reglamentada la duración del duelo les es más fácil salir de él sin cronificarlo. El oficializado plazo de las lágrimas, ¿les ayudará a ponerles fin, pues si es humano dolerse no lo es dolerse sin medida de tiempo, todo el tiempo? El dicho “el muerto al hoyo y el vivo al bollo” acaso esconda por eso una gran verdad, a pesar de su crudo realismo. La vida sigue, pero de poco vale que siga si no va siendo cada vez más vida y menos muerte. Vale estar un tiempo con el muerto en el hoyo: es lo que necesitamos pues muerto él muertos nosotros. Un tiempo. ¿Cuánto tiempo? Dependerá de cada caso, aunque bien se sabe que son muchos los que se quedan en la fosa el resto de su vida. Habría que luchar por salir de ella en cualquier caso, dejar al muerto que cumpla su destino de muerto y nosotros seguir cumpliendo nuestro destino de vivos. Ninguna ayuda recibiremos para esto de la (in)cultura imperante, que, puesto que no sabe que hacer con la muerte, menos sabe que hacer con su dolor.

sábado, 26 de marzo de 2011

¿Dónde las plazas?

¡Ah, tanta intimidad y tanta lírica! ¿Dónde las plazas y las narraciones? ¿No se ahogará en sí mismo, incapaz de crear un mundo con fuentes y personas?

Triste por estar triste

La tristeza del envidioso debiera apelar a una segunda tristeza, la que sentiría por sentir la primera. Con ella comenzaría la purgación y el remedio, en camino hacia la alegría de la admiración.

(Y aquí, La doma. El domador es mi hermano Pepe)

jueves, 24 de marzo de 2011

Muy digna

Allá por los años 60, mi tía pasó un año en Italia. Durante una temporada trabajó en un hotel. Se le ordenó que fuera a recoger un pedido y al llegar al último descansillo de la escalera vio que el mandadero que esperaba abajo era un apuesto y bellísimo italiano. Decidida a descender a lo Gloria Swanson en el Crepúsculo de los dioses, pegó un traspié y, de peldaño en peldaño, fue el culo y no los pies el que la llevó hasta el final de la escalera. Toda digna, comiéndose la rabia que la roía por dentro, se enderezó y, con mirada coqueta y desafiante, se dirigió al lindo muchacho en estos términos: “sogni giù per le scale come si desidera” (cada uno baja las escaleras como quiere).
(Años después, con un cardado recién hecho en la peluquería, hubo otras escaleras, otro traspié y la misma dignidad: “¿me he despeinado?”)

miércoles, 23 de marzo de 2011

Muerte amiga

Días cuaresmales de muerte silenciosa, de muerte amiga, la que, reduciéndonos a ceniza, nos reduce a nuestra raicilla de oro, bajo ella oculta, a la espera de oír la voz resucitadora: “Levántate, anda, vuelve a ser árbol vivo, savia ardiente, tú que has aceptado ser despojado de todo. Vive ahora, hombre de fuego”.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Recurrencias: el f(río)uego del infierno

“En el Infierno no hay fuego..., el Infierno es de hielo y nada más que de hielo”.
(Miguel de Unamuno, La tía Tula)

“El infierno es frío”.
(Gonzalo Torrente Ballester, Crónica del rey pasmado)

“L´enfer, c´est le froid”.
(George Bernanos, Monsieur Ouine)

lunes, 14 de marzo de 2011

Charles Moeller

Las cosas verdaderamente importantes de una casa están en el desván. Los niños lo saben mejor que nadie. Y los no tan niños, el joven que yo era allá por el año 1983 ó 1984, también. En el de mi casa, una maleta guarda los libros de mi tío Perfecto, cura en Puerto Rico. Huroneando en ella, encontré un tesoro que fue decisivo en mi vida: los cinco tomos (muchos años más tarde supe que había otro más, el sexto, que compré ipso facto) de Charles Moeller, Literatura del siglo XX y cristianismo. Los devoré como sólo puede hacerlo un muerto de hambre. Nació entonces el lector que después fui para siempre. Gracias al teólogo belga (me viene ahora a la cabeza el momento en que Olegario, al comienzo de una de sus clases, nos anunciaba que Charles Moeller había muerto, en mayo de 1986) descubrí que la gran literatura nacía del esplendor y la profundidad, o mejor, que era esplendor y profundidad. Arraigados en lo más hondo del hombre, los grandes libros no eran paseos de diletante ni virtuosismos de narrador, sino aventuras del alma, llenas de inmensas preguntas y de respuestas no menos inmensas. El arte interpretativo de Moeller, su pericia para otear la geografía interior de los autores escogidos, me transportó de hito en hito por creadores y libros mostrándome el mar sin fondo que era cada obra literaria. Con la luz de la fe cristiana entraba en diálogo con autores cristianos y no cristianos, puestas sobre la mesa las grandes cuestiones teológicas. Para mí, poco después incipiente teólogo, me parecía ya imposible que la teología no fuese además literatura o sobre todo literatura. Luis Felipe Vivanco lo dijo mejor: “La teología se divide en dos: habitable e inhabitable. Cuando la teología es humanamente habitable, es poesía” (Diario).

Recurrencias: el eco de la gracia

"Todo es gracia" (San Pablo, Carta a los romanos)

“Todo es gracia” (Santa Teresa de Lisieux, en su lecho de muerte).

“Todo es gracia” (George Bernanos, Diario de un cura rural).

“Todo es gracia” (José Jiménez Lozano, Historia de un otoño).

domingo, 13 de marzo de 2011

El domingo

Me cuelgo de tus ojos
el domingo,
y de ellos vivo
el lunes y el martes,
el miércoles y el jueves,
el viernes y el sábado,
ansioso de colgarme
en tus ojos
el domingo.

viernes, 11 de marzo de 2011

Olvidar. Vista atrás

Olvidar los frutos de nuestros vientres, obras nuestras echadas a rodar por el mundo.

Si es para dar gracias o para lograr lágrimas reparadoras, entonces sí, vuelve la vista atrás.

jueves, 10 de marzo de 2011

También, más, ya sólo

No hay que olvidar nunca el “también”. Hay fracasos, pero también hay éxitos; hay tristezas, pero también alegrías; hay muertes, pero también hay nacimientos; hay traiciones, pero también fidelidades; hay odio, pero también hay amor; hay noche, pero también hay día. Y así seguiríamos, buscando el equilibro de la balanza, y si se puede, el desequilibrio a favor del bien. Entonces no diríamos también sino más: más dicha que pena, más esperanza que desesperación, más ángel que demonio, más belleza que fealdad, más sabiduría que ignorancia, hasta poder decir con San Pablo: “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”. Es esta sobreabundancia lo que anhela nuestra alma por encima de todo, sobre todo cuando aparenta sobreabundar el mal.
Es cierto que la biografía de muchas vidas queda desequilibrada del lado de los infortunios y desgracias: aquí el también compensador se cumple escasamente, o no se cumple en absoluto y el saldo final, a ojos humanos, presenta números rojos. Pero donde ojos humanos no ven otros sí ven, y no sólo ven, sino que reparan, curan, compensan hasta el infinito: sólo esto hace que, ante tanta injusticia y sufrimiento, la historia humana no sea al final una irrisión en manos de la nada absoluta. En el cielo quedará tan inefablemente tragado y digerido todo el terrible dolor de la vida que parecerá que nunca antes éste hubiese existido, o mejor, permanecerá en su ser más puro, fuente, desde nuestro costado, de una dicha para la cual no hay nombre.
El cielo es infinitamente más que el también, infinitamente más que el más. Es el ya sólo.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Bendito polvo

Bendita humillación que me deja hecho polvo, que me hace morderlo, sólo si tú, después, lo conviertes en barro. Bendito beber los cálices si es para verme recorrido por tus ríos de agua viva. ¡Benditas las bajezas a las que nos lleva la vida si es para que aprendamos a ser reyes a tu lado!

La ceniza de mi madre

Este año le pidieron a mi madre que se encargara de obtener la ceniza con los palitos de los ramos de olivo del año pasado. Se puso a ello con un mechero, pero no fue posible encenderlos por su poca llama y la quemazón del dedo. Tampoco sirvieron después un trozo de papel o una piña porque alguna de sus cenizas podría mezclarse con la del olivo y esto mi madre no estaba dispuesta a consentirlo. “Pero mamá, tampoco pasaría nada”. Y en tono cómico solemne añadí: “Ya oigo a Jesús diciendo: ¡Ay de vosotros, hipócritas, que sois escrupulosos con la pureza de la ceniza pero no con la de vuestros corazones!’”. Se echó a reír. Yo, a petición suya, había bajado a ayudarla pero me pudo la impaciencia y medio me enfadé. La cocina estaba completamente ahumada y acabé marchando. Al final, no sé cómo, consiguió su poquito de ceniza de olivo. Ayer, cuando eran las ocho y cuarto de la tarde, vinieron a recogerla J., el párroco, y M, su hermana, pero al ver que era tan escasa le añadieron alguna de la de leña corriente, cosa que se hace todos los años. “¡Tenías tú razón!”, me dijo mi madre riéndose al aparecer yo en la cocina. 
La ceniza que me impongan hoy será también la ceniza de mi madre.

lunes, 7 de marzo de 2011

Un plan para Flannery

El viernes pasado, 4 de marzo, día de celebración del carnaval en los centros de enseñanza, un alumno de bachillerato del nuestro se disfrazó de Jesús con la cruz a cuestas. Me sorprendió. No sé si tendría que haberme indignado o sentirme ofendido. Lo único que se me ocurre ahora es llevarlo al terreno de la ficción planteando la siguiente situación. Se trataría de un alumno que, harto de las burlas de las que ha sido objeto por parte de un avinagrado profesor de religión, planea vengarse apareciendo en la mascarada disfrazado de Nazareno y con un rótulo colgado del cuello cuya leyenda sería el paulino “Revestíos del Señor Jesucristo”. Este cogollo se lo entregaríamos después a una rediviva Flannery O’Connor, que nos contaría como todo el plan del alumno se vuelve contra él en un soberbio golpe de la gracia, cuya onda alcanzaría también al cejijunto cura.

domingo, 6 de marzo de 2011

Atado, desatado

El fuego “desatado” es incendio devorador. “Atado”, es lumbre y calor en las chimeneas.
El agua desatada es lluvia torrencial, ríos que se desbordan, mares que asaltan en forma de tsunamis. Atada, circula por las cañerías, las acequias, los canales, se embalsa en pozos y presas.
El aire desatado es ciclón y huracán. Atado, es brisa refrescante, viento que mueve las aspas de los molinos y empuja los barcos de vela.
La tierra desatada es terremoto que derriba y sepulta. Atada, es seno en el que germinan las semillas, asiento de las casas, suelo para caminar.

viernes, 4 de marzo de 2011

Clima

Tenemos tan metido el clima en los tuétanos, tan entrañados las primaveras y los veranos, los otoños y los inviernos, que es evidente que no colorea simplemente nuestras vidas como un mero pigmento exterior. Como apuntó Francisco Umbral en su Diario político y sentimental “quizá el tiempo de los filósofos no sea otro que el tiempo de los meteorólogos. El clima me parece la epifanía del tiempo metafísico”. El tiempo que pasa es el tiempo que hace.

Minorías

A contracorriente están las minorías que se afirman como roca y dicen: “a nosotros no nos arrastrareis”, o “a mí no me arrastrareis” si la minoría fuera sólo de uno. En oposición al que dice, está el que contradice. A contracorriente pues, contradiciendo pues, si la corriente y el decir amenazan con dejarnos fuera de juego porque no jugamos el juego dominante. De estas minorías nacen la lucha y la esperanza, cuando las estructuras del poder emanan la humareda que ciega los ojos, el ruido que ensordece los oídos, el miasma que atasca el olfato. Son las que crean los paisajes, las melodías y los aromas que liberan nuestros sentidos descubriéndonos otra realidad.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Reyes

Una corona que ella no pidió, que la vida le clavó con todas sus espinas, y que llevaba con la reciedumbre de una reina. Ésta es la impresión que me produjo una señora que hacía cierto tiempo había perdido a su única hija, mientras permanecía a mi lado ante el mostrador de un comercio: emanaba de ella una cualidad majestuosa, como si el dolor la hubiese colocado en un trono. Durísima corona y durísimo trono, sí, muy distintos de los que nos regala la alegría, que también nos convierte en reyes. La dicha verdadera es maestra de sabiduría, nos abre caminos, prende luces en nuestro interior, pero su precio no nos hace sangrar: ésta, ¡ay!, es la gran diferencia.

martes, 1 de marzo de 2011

¡Levántate!

“Quien mueve las piernas mueve el corazón”, decía un viejo anuncio de una bicicleta estática. La frase podría aplicarse a todo hombre que, tras el golpe de una desgracia y su posterior hundimiento, intenta con todas sus fuerzas, a la par que lamer sus heridas, engancharse de nuevo a la vida, caminar, mover las piernas para que el corazón, parado y roto, también se mueva.
La parálisis en que nos dejan los duros reveses de la vida ha de encontrar en nosotros la única respuesta posible: el movimiento, salir de donde no hay vida para ir a donde sí la hay, a ciegas al principio pues tal vez no sabremos dónde podremos reencontrarla, pero en cualquier caso en movimiento. Poco a poco este mismo movimiento será el que, activando el aire en derredor, despejará las brumas y permitirá que la luz vaya llegando, que el camino se vaya viendo.
En el diario del escritor Julian Green podemos leer lo que sigue: ”Lectura del libro de Josué. Anoto algo que me ha conmovido: Josué, consternado por la derrota de sus tropas, que han huido ante la presencia del enemigo, invoca al Eterno acostándose sobre la tierra, la cara hundida en el polvo. El Eterno le habla rudamente: ‘¿Por qué te echas sobre tu rostro? ¡Ponte en pie!’ Yo creo que en circunstancias difíciles también nosotros tenemos tendencia a echarnos, si se puede decir así, interiormente sobre el polvo, pero si prestamos atención, escucharemos una voz que nos dice: ‘¡Arriba, levántate!’”.
Es cierto. Este “¡arriba, levántate!”, si prestamos oídos a nuestra voz más profunda, es la que se deja sentir cuando otra parte de nosotros nos dice: “¡abajo, acuéstate!” Es obvio que también tenemos derecho a lo segundo, pues necesitamos el descanso, reponer fuerzas, ausentarnos de la lucha por la vida y vacar, vegetar. Estos reposos son reparadores.
Pero hay descansos traidores, huidas del camino, en los que creyendo descansar no hacemos otra cosa que ponernos a morir porque ya no queremos saber nada de la vida, como si nos enroscásemos sobre nosotros mismos para que nada ni nadie nos distraiga de la tumba en la que nos hemos instalado.  Es entonces cuando urge escuchar y hacer caso a esa voz salvadora que nos pone en movimiento y nos devuelve a la vida.

lunes, 28 de febrero de 2011

Tiene su gracia

En cada edad la sonrisa tiene su luz. La de un anciano, asentándose sobre la decadencia del final de los días, le hace a ésta un guiño cómplice, haciendo suyas las palabras de Gil de Biedma: “Envejecer tiene su gracia”. Esta gracia que salta en los rostros de nuestros mayores es uno de los más tiernos regalos que nos hace la vida.

domingo, 27 de febrero de 2011

Cuídate

“Cuídate" es una fórmula de despedida muy usual. Al utilizarla, instamos a quien despedimos a que se haga cargo de sí. No decimos, por ejemplo, “que te cuiden” o “déjate cuidar” sino, expresamente, “cuídate”. Si fuésemos hombres del siglo XVI diríamos: “os encomiendo a vos mismo”.
La vida nos pone en nuestras manos: soy mi padre, mi hermano, mi hijo, mi médico, mi aliado. De aquí el mandamiento evangélico: "ama al prójimo como a ti mismo". Lo segundo se da por supuesto, tan por supuesto que no encontramos en los textos evangélicos un mandamiento que diga: "Ámate a ti mismo". Sobre esto descansa todo, así como sobre lo contrario todo se cuartea. Quien se descuida, quien es para sí su peor enemigo, quiebra el fundamento de su vida. Cuidarse es tener la medida exacta de lo que uno es: no seas para ti dios ni seas para ti demonio. Se para ti un hombre.

sábado, 26 de febrero de 2011

Edad

El espíritu lanza guiños desde la arruga, chispea en la estría, bulle en el rostro surcado.

El matiz

No impidamos que la realidad se acerque y nos entregue sus “cosas menudas”. Si hay un ojo para el panorama, que haya otro para el detalle. Si hay un oído para el estribillo, que otro se demore en las estrofas. Que haya siempre un Azorín que nos diga que “en la vida el matiz lo es todo”.

jueves, 24 de febrero de 2011

El hombre primavera

Durante el invierno está al quite de los primeros signos que anuncian la primavera y no tarda en notificárnoslos a primera hora de la mañana, cuando llega al trabajo, siempre o casi siempre con una trova clásica y romántica en su boca. Lo suyo, durante la estación invernal, es un “¡chis, chis, que viene, que viene!”, y al fin, claro, viene, como él no se había cansado de anunciarlo. Después, instalados ya en ella, ejerce la portavocía de sus esplendores: pájaros, flores, árboles...

lunes, 21 de febrero de 2011

Simón Pedro

Simón, el hijo de Jonás, mostró su cualidad “pétrea”, sobre la cual es posible apoyarse, cuando contestó “tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” a la pregunta de Jesús “¿Y vosotros, quien decís que soy yo?” (Mt 13, 15-16), y que llevó al Señor a constituirlo en “piedra” de su iglesia. Pero para mejorar tal condición Simón tenía que “des-petrificarse”, pasar la prueba de verse convertido en arenilla, de quedar pulverizado ante los ojos de Jesús. Tal cosa aconteció cuando, tras las preguntas que tres sucesivos interlocutores le dirigieron identificándole como seguidor del Maestro, el contestó negándolo las tres veces. Entonces cantó el gallo. La mirada de Jesús y la suya se cruzaron: al verse reconocido en su traición y al mismo tiempo inmensamente amado, Simón, el Pedro, quedó hecho Simón, el Polvo. Fueron sus lágrimas las que comenzaron a apelmazar la arenilla en que había quedado convertido, obra que remataría finalmente Jesús resucitado asegurándose, tras preguntárselo tres veces, de que él lo amaba más que los otros. Simón, el Polvo, volvía a ser, ahora sí, Simón, el Pedro.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Como un ladrón

Que el evangelio nos recuerde que el día del Señor vendrá como un ladrón (Mt 24, 43), sin avisar, no ha de llevarnos a pensar que Dios sea un traidor que ataque por la espalda, o un lacero que ponga trampas. Y si también fuera aplicable la imagen del ladrón nocturno al día de nuestra muerte, sobre todo si esta ocurre de forma repentina, en la que el sujeto no está en situación de prepararse de ningún modo posible, cabe decir otro tanto de lo mismo. La muerte nunca es trampa o ataque de Dios por la espalda*. Él es justo lo contrario, el que nos rescata de las trampas, como nos lo recuerda el salmo 123: “hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador: la trampa se rompió, y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra”. La imagen del ladrón en la noche es la que conviene a Dios en tanto que sus caminos no son nuestros caminos y sus planes no son nuestros planes, en tanto que él es el Señor, el que fija el día y la hora (Mt 24, 36), dueño y administrador de los tiempos.


*“Resulta inaceptable la imagen de la muerte-emboscada, es decir, la muerte enviada como accidente. Esta es una idea indigna de Dios e indigna del hombre. Puede dar la sensación de que haya algunas muertes, o muchas muertes que son así, y, sin embargo, tendríamos que pensar que, a pesar de las apariencias, no hay muerte-accidente”: Juan L. Ruiz de la Peña, Muerte, esperanza, salvación.

lunes, 14 de febrero de 2011

El único

Acaso el primer pecado de Lucifer fue la envidia. Vio que Dios era “el único” en su especie, que no había más dioses que Dios. En cambio él no era el único en su especie: había más ángeles. La envidia lo llevó a la soberbia: si no soy el único ángel, al igual que Dios es el único Dios, seré el mayor de los ángeles, el que se enfrente a su creador. Entonces, erguido contra Dios, cayó.
¿No habrá detrás de nuestras soberbias algo de esto? Si fuese así, allá en el fondo, nos agitaría el deseo de ser “el único” en nuestro género, a la manera en que solo puede serlo Dios. Por ser ello imposible, le encontraríamos remedio intentando aparecer ante nosotros mismos como “impares”, “distintos”, “valiosísimos”, “especiales”, ejemplar único de esa nueva “especie” que empezaría y terminaría en nosotros. Forzaríamos tanto nuestro “ser único” que alcanzaríamos a ser “el único”.
Pero una cosa es llegar y otra mantenerse. Quien a tal posición llegue y en ella quiera permanecer, tendrá que pasar por encima de todo aquello que niegue su “especialísima” cumbre, cosa que consigue, efectivamente, negando esa realidad que se opone a su pretensión, apartándose de ella, convirtiéndose, en fin, en “cumbre” solitaria: sólo podrá ser “único” al precio de estar “solo”, estar solo para ser “el solo”. La soberbia siempre es solitaria y la soberbia absoluta termina en soledad absoluta. Tal cosa es el infierno, lugar donde viven “los únicos”.

sábado, 12 de febrero de 2011

Hacerlo bien

Para sentirme a gusto conduciendo necesito respetar los límites de velocidad, no acelerar ni frenar bruscamente, pasar de una marcha a otra con suavidad, permitir en los pasos de cebra que los peatones lo crucen, mantener la distancia de seguridad, no hacer adelantamientos arriesgados, dejar a los conductores que entren o salgan de sus garajes y que se incorporen a la vía, agradecerlo a quien lo hace conmigo, maniobrar bien en los aparcamientos, tener paciencia en las retenciones.
Para sentirme a gusto viviendo también necesito hacerlo bien.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Consolación imposible

“La muestra más visible de la debilidad humana es que casi todas las personas son capaces de consolarse de todo. Siempre he sentido que la realidad se palpa cuando se ve que hay algunas cosas de las que es imposible consolarse” (Julián Marías, Una vida presente). Hombre, todo depende del grado de consolación que se pretenda alcanzar. Si consiste en que la pena que un día nos estranguló afloje un poco sus garras y permita entrar un poco de aire, si es una brisa, indispensable, de alivio, ¿habría esto de estorbar el planteamiento de Marías, ese palpamiento de la realidad del que nos habla?
No dudo que haya realidades cuya pérdida no admita consolación alguna y que de tal situación derivará un tocamiento de la realidad sólo así posible. Pero al argumento también se le puede dar la vuelta. Si “cediésemos” al empuje de algún improbable (¿milagroso?) consuelo con respecto a esas perdidas realidades, ¿no estaría a nuestro alcance una palpación de la realidad dable sólo bajo estas nuevas condiciones, unas de “consolación posible”?
Por otro lado, al “Dios de todo consuelo” del que nos habla San Pablo (2 Corintios 1, 3), ¿también le sería imposible consolarnos en tales trances? ¿O es que querría también él que permaneciésemos en esa imposibilidad para que palpásemos e hiciésemos nuestra una realidad que no nos sería accesible de ningún otro modo?


Avanzado el libro, y la vida, Marías matiza su posición: “Desde muy joven me había parecido la muestra más penosa de la flaqueza humana, de su última falta de realidad, la capacidad de consolarse de todo. Tuve que experimentar en carne viva (se refiere a la muerte de su esposa, Lolita) que no siempre es así”.

martes, 8 de febrero de 2011

De raíz en raíz

Vivir es ir construyéndose la propia raíz, dotarse de fundamento, de posos, de fondos en nuestro fondo. Vivir es decir “he vivido” y por eso poder seguir viviendo.
Si la raíz se seca, si el fundamento se quiebra, si los posos se pudren, si los fondos se desfondan, queda uno en borrón. ¡Cuánto brío habrá que tener para iniciar la cuenta nueva! Entonces querremos una raíz más honda, un fundamento más sólido, posos que no se pudran, fondos más seguros.
De raíz en raíz, esto es la vida.

Ya solo una espada

La inocencia devuelve el reflejo de lo que somos. Aquellos que no soporten verse a sí mismos porque lo que ven es lo que nunca querrían ver, intentarán romperla. Cuando lo consigan, cuando, del todo muerta, la inocencia no pueda seguir acusándolos, ¿quedarán también rotos y muertos los reflejos de sí mismos que un día vieron o, inexpugnables, continuarán chispeando desde algún lugar de su memoria? ¿Pueden enterrar del todo la luz que les sonsacó las entrañas, las malas entrañas? Pueden, a costa de aumentar la hinchazón de su mentira. Ya solo una espada, la del Sumo Inocente, sabrá penetrarlos y llegar allí donde de sí mismos se ocultan.

domingo, 6 de febrero de 2011

Historia universal de la infamia

El título de Jorge Luis Borges, Historia universal de la infamia, hizo fortuna. Es ya un lugar común. En cambio, una Historia universal de la justicia, ¿en qué portada lo leeremos, de qué labios lo escucharemos decir? ¿Cuántas veces se habrá hablado, y se seguirá hablando, del “sufrimiento sin fin”, de la “abismal miseria”, “del padecimiento inenarrable” que ha surcado y surca los caminos de la historia del género humano? La alegría, la dicha, o simplemente la paz, parecen no haber tenido la suerte de ser adjetivadas en los mismos términos e igual número de veces. ¿Dónde se oyeron expresiones tales como “el gozo sin fin”, “la felicidad abismal”, “la satisfacción inenarrable” surcando los caminos de la historia? En ningún sitio. ¿Por qué? ¿Porque no se dieron en la misma cantidad que los primeros? Pero, ¿quién sabría contestar en un sentido u otro? ¿Quién y cómo podría medirlo?
Aunque se diese el caso de que se llegase a saber que en la historia ha habido más actos justos que viles, más decencia que infamia, más dicha que desdicha, de que también hoy hay más de lo primero que de lo segundo, en nuestro ánimo la percepción de la cantidad de atrocidades y de dolor que ha habido y sigue habiendo siempre se impondría por encima de cualquier otra. Tiene que ser así porque, como dijo Ortega, “es la alegría la grande originalidad del hombre en el repertorio de la creación. El dolor no nos es peculiar”, y por no sernos “peculiar” sino muy extraño, muy ajeno a nuestra nativa condición, su presencia nos dejará siempre tan conturbados, tan perplejos, tan indignados que no sabremos pronunciarnos sobre él de otra manera que describiéndolo como “abismal, sin fin, inenarrable”.

viernes, 4 de febrero de 2011

Los dos maestros

“Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra (a la gente), acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado” (Marcos 4, 33-34). Ser siempre de la gente que necesita de las parábolas de Jesús para entenderle y ser siempre el discípulo al que se le otorga el don de una explicación privada. De Jesús, el maestro exterior, nos viene la palabra oída y sencilla; del Espíritu, el maestro interior, nos viene la revelación íntima y ahondada.

jueves, 3 de febrero de 2011

A la luz

Sale a la luz lo que primero estuvo escondido. Así Jesús, después de treinta años de vida oculta, el niño, después de nueve meses de gestación, la obra, después del tiempo que duró su creación, la planta, después de ser semilla bajo tierra, el milagro, después de su imploración callada, la Vida, después de la vida.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Los gritos de los niños

Los gritos de los niños, que traen su vida, en un momento de imaginario espanto traen su muerte.

martes, 1 de febrero de 2011

Memento mori

En breve cumplirá 87 años y sigue ejerciendo su especialidad. Yo llevaba un tiempo pensando que cualquier día se nos moría y sus pacientes quedaríamos huérfanos. ¿Qué sería de nosotros? Yo quería saberlo. En mi última visita me atreví a plantear la cuestión. “Verá doctor, esto, no sé como decirlo, tal vez me muestre muy osado -aquí, cierta cara de susto en el doctor-, en fin, no sé”, y así durante un rato, dando vueltas. “Mire, usted ya tiene una edad, y me pregunto que será de sus pacientes. Sé que es un atrevimiento por mi parte, perdóneme…”. “Tranquilo, no se preocupe. Yo estoy bien pero entiendo su inquietud. Tengo discípulos, y usted, con su camino recorrido, no tendría que empezar de cero. Sabría poner al corriente de su situación a quien le atendiera”. “Gracias, doctor”, e hilvano otro ristra de excusas. Al fin, ¡uf!, fui capaz de decirlo. “Desde luego fuiste muy atrevido, me dijo alguien, pero hiciste bien”. Esa tarde, y ahora me río, fui su memento mori.

lunes, 31 de enero de 2011

Ponemos ser

Apaciguar el monstruo, sin matarlo, hasta lograr que renazca en él su rostro humano.

Mi corazón tiembla como una mariposa.

Al poner palabra ponemos ser.

La sangre de los inocentes lava nuestro camino abriéndonos el futuro.

Las obligaciones te llevan, te levantan de ti, cuando acaso quisieras permanecer parado.

Hay que ser avaro, avaro de vida, y quererla toda.

Detenido en día, el momento presente camina hacia dentro, muy adentro, y estalla.

El mal es una punzada en el costado, siempre desoladora.

A veces es necesario vivir como si la muerte no existiese, para que no sea tanto su imperio.

domingo, 30 de enero de 2011

Todo queda aplazado

Librado a mí mismo sin más fuerza que el honor, el amor y la esperanza.

Se siente a veces el peso acumulativo de la vida, incluso por adelantado, en su densidad de futuro.

Dulzura exquisita y perfumada de un amor no iniciado que ya es pleno.

¡Cuántos son los momentos en los que uno desearía actos purísimos de vida, sin historia!

Recogido en mí, de noche, con un bocado de esperanza lamiéndome los labios.

Taladrado de vida, amor y esperanza, soy un agujero por el que circula el aire.

Patria soy, para que hagas pie, tú que me buscas, en mí.

No podemos aparecer del todo en nuestra carne. Algo permanece siempre incógnito y secreto.

El hombre no se resuelve aquí, la vida no se resuelve aquí, el mundo no se resuelve aquí. Todo queda aplazado.

miércoles, 26 de enero de 2011

Ante quien se vuelve el rostro


 German civilians made to face their nation's crimes
(Margaret Bourke-White, Buchenwald, 1945)

Despreciado, desecho de los hombres,
varón de dolores, conocedor de todos los quebrantos,
ante quien se vuelve el rostro,
menospreciado, estimado en nada.
(Isaías 53, 3)

lunes, 24 de enero de 2011

La marca de las uñas

Tras morir San Francisco de Sales, se descubrió que la silla en la que se sentaba tenía las marcas de sus uñas: tanta era la fuerza con que se agarraba al asiento para contener su ira. Por eso pudo aconsejar a la Madre Angélica Arnauld en los siguientes términos: ”Acostumbraos a hablar un poquito hermosamente y a ir, quiero decir a andar hermosamente, a hacer todo lo que hagáis suave y hermosamente, y ya veréis como en tres o cuatro años habréis arrinconado por entero esa súbita espontaneidad” (Cartas a religiosas). Sabía de lo que hablaba.
La película Isidro el labrador, de Rafael J. Salvia, muestra una escena en la que Isidro y un amigo regresan del molino con sus sacos de harina. En él, el santo había tenido que soportar ciertas injurias del molinero. “Admirado estoy de vuestra calma. Poco esfuerzo os cuesta aguantar ofensas”, le dice el amigo. “Poco”, le contesta Isidro. La cámara se desplaza entonces hacia el puño de su mano derecha, que se abre y deja ver en la palma las marcas ensangrentadas de las uñas.
“Poco esfuerzo”, sí, porque aprietan los puños y clavan sus uñas. Poco, en efecto, porque ejercen un fiero autocontrol sobre sí mismos para no ofender al que los injurian o irritan. Poquísimo, vaya, porque para ser amables necesitan ser fuertes.

domingo, 23 de enero de 2011

Alfonso

Uno va a visitar a un amigo para, entre otras cosas, dar conversación y recibirla. Sale fuera de lo previsto que uno dé sueño y el otro lo vele. Pues esto fue lo que me ocurrió en mi visita a Alfonso de hace unos días. Al llegar a su casa a las diez y media, como habíamos quedado, se da cuenta de lo ojeroso que estoy y que no hago más que abrir la boca. “Anda, échate un rato en el sofá mientras me aseo. Después vamos a dar un paseo y comemos por ahí”. Los treinta minutos se alargaron hasta las dos horas. “¿Pero por qué no me despertaste?” “Te vi dormir tan plácidamente que no me atreví”. No hubo pues paseo. Bajamos y comimos en un bar que hay al lado de su casa. Cachondo como es, supuso que la dormición continuaría. “Presiesta por la mañana y ahora siesta, ¿no?”. No pude negar lo que iba a ser verdad nada más subiéramos al piso. Vuelta al sofá, a seguir durmiendo. A las cuatro me incorporo y no tardo en irme. “Joer, Alfonso, te vengo a ver y lo que hago es ¡echarme a dormir!” “Nada, nada, no te preocupes”, dice riéndose. ¡Benditos sean los buenos amigos que entablan conversación velando el sueño de uno!

sábado, 22 de enero de 2011

M.

Me reencuentro con M. después de un largo tiempo. El dolor por su hija muerta hace algo más de dos años, Á., sigue presente, pero ha ido acostumbrándose a él. La echa muchísimo de menos. Á. era Down y eso las hizo uña y carne durante una treintena de años. “Entregada a ella en cuerpo y alma, su existencia me justificaba. Era mi pobre particular”. De ninguna otra persona a lo largo de mi vida escuché decir “Dios es bueno” con tanta pureza y suavidad, como un agua mansa que le brotase de los labios. Recuerdo una ocasión, en Salamanca, donde comenzó nuestra amistad hace ya más de veinte años, en la que me dijo que vivía llevando a Á. de una mano y el Evangelio de la otra. ¡Qué mujer excepcional! Sus carcajadas eran y son gloriosas. Al diablo le deben producir espanto. Sufrió lo suyo, mucho, y eso debió dulcificarla tanto por dentro que hizo posible su tiernísimo “Dios es bueno”. Pero nada de beaterías ni monjilidades, de las que es enemiga declarada, afincada como está en una naturaleza sana y recia, gustosa de los placeres de la vida. Tiene cinco hermosos tesoros: sus hijas. Á. era la benjamina. “No son amantes del dinero”, me dice, dándome a entender que esto la había preocupado. Han continuado en el camino de la fe recibida, que a su vez han transmitido a sus hijos, los nietos que ahora la rodean. “Alguna noche se quedan varios conmigo, y en vez de ir repartiendo besos de cama en cama los junto a todos y rezamos el Padre nuestro. Todos fueron a darle un beso a Á. La querían mucho. Les pedí a los de la funeraria que no le hiciesen nada, que no la maquillasen, que la dejasen tal como estaba. Opté por la incineración porque no podía soportar la imagen de su cuerpo pudriéndose. ¿Dónde está, Suso, dónde está? ¿Estará bien? Qué terrible es la muerte”.

viernes, 21 de enero de 2011

As nosas velliñas

Puede ser una lección antropológica, que lo es, pero en ningún caso aparecen como rarezas antropológicas las viejas mujeres gallegas, principales protagonistas de las fotografías de Cristina García Rodero que se pueden ver en la exposición Transtempo del Centro Galego de Arte Contemporáneo. ¿Rareza además lo que todavía es de hoy aunque ya no será de mañana, un mañana muy cercano? “Parecen fotos de hace cincuenta años”, oí comentar a alguien, cuando en realidad son de principios de los ochenta. As nosas velliñas do agro, viudas vestidas de negro ya para siempre, con su mandil también negro y el pañuelo atado debajo de la mandíbula o detrás, en la nuca. Cualquiera de ellas podría haber sido mi abuela, la de tantos gallegos, y que ya no será de ninguno en breve tiempo. Tendrán otras, tienen ya otras, de pueblo o ciudad pero ya no de aldea, las que se deslomaron en los campos y guiaron el ganado, con uñas coronadas siempre con un ribete de suciedad y arrugas duras y profundas en sus rostros. ¿Qué sé de ellas en realidad? Nada. Figuras principales del viejo mundo rural gallego, creo que se han convertido demasiado pronto en iconos totémicos, que las desvirtúan, pues no fueron otra cosa que mujeres de su lugar y de su tiempo, tan parecidas seguramente a las de otros mundos rurales empobrecidos.

jueves, 20 de enero de 2011

La Medida y las medidas

Frente al único camino que representa un santo están todos los caminos que abre el Santo. Aquel siguió el suyo, que no es el mío, por lo que no puede ser maestro para mí. Este fue el Camino, en el que caben todos, por lo que solo él es mi Maestro, Imagen en la que puedo ver la mía, la Medida que aleja las que me son extrañas.

miércoles, 19 de enero de 2011

Rohmería

Irse de rohmería es irte con tu pareja, o con tu amigo o amiga, y pasarse el rato hablando de eso, de las parejas y su variado mundo sentimental, pero no en seco, sino sobre el húmedo sentir de las peripecias propias. El amor buscado, el amor encontrado, el no encontrado, el engañado, el juguetón, el amor fiel y el infiel, el constante y el inconstante, el adolescente, el juvenil, el adulto, el amor seguro y el inseguro, el que sabe lo que quiere y el que no sabe lo que quiere. Toda una educación sentimental donde el libro son las tramas de jóvenes, adultos y adolescentes que se cruzan y descruzan en diálogos ágiles, vivos y primorosos, bajo la mirada del finísimo y estupendo Eric Rohmer, uno de los grandes del cine francés.

martes, 18 de enero de 2011

Caros fetos

A la hora de resolver el problema de los embarazos no deseados el aborto es desde luego la solución más barata: una operación quirúrgica y ya está. La otra solución es más cara: arbitrar todos los medios sociales, psicológicos, terapéutico-familiares, jurídicos y administrativos que serían necesarios para que las mujeres que han quedado embarazadas y no estén en condiciones de ser madres, o simplemente no quieran serlo, puedan seguir adelante con la gestación sin verse obligadas a interrumpirla. Esta cara solución (entiéndase en los dos sentidos) sería la verdaderamente progresista por ser la verdaderamente conservadora: conservando al feto vivo se le permite su progreso hasta el nacimiento, y ello gracias a que la mujer ha encontrado el apoyo incondicional de una sociedad y un estado no abortivos. Pero por lo que se ve los fetos no son lo suficientemente caros como para que nuestros gobiernos decidan encarecerse con ellos.

PD: Os recomiendo la película El silencio de Lorna, de los hermanos Dardenne.

(Y aquí, Azul)

lunes, 17 de enero de 2011

El arte de la conversación

El arte de la conversación, decimos, lo cual es cierto, tanto por la maestría que exige como por lo esplendoroso de su resultado, si hablamos de una conversación lograda. La indicación de un amigo me hizo caer en la cuenta de que la frustración que sentía a veces después de ciertas conversaciones se debía a mi perfeccionismo, es decir, al rastro amargo que me dejaba no haber obtenido un logro, una perfección con ellas. Desde entonces decidí aflojar esa tenaza y las no logradas conversaciones ya no me dejan frustrado. Acepté que hay circunstancias que lo impiden, las propias carencias, las de los otros, el tiempo del que se dispone, el lugar donde tienen lugar, y que no debía rajarme las vestiduras por ello. Es cierto que, para curarme en salud, opto ahora muchas veces por callarme, porque sé que con ciertos temas y con determinadas personas -muchas veces soy yo esa “determinada persona”- se pasará de la conversación a la discusión caliente, y yo en estas aguas nado muy mal y acabo ahogándome. Los artistas de la conversación lo demuestran justamente cuando se tratan temas espinosos y las posiciones de los interlocutores están muy enfrentadas. Esta es la dura prueba.

domingo, 16 de enero de 2011

¿Por qué?

¿Por qué la vida es tan dura, por qué a mí?, te preguntan, y tú contestas que no lo sabes. En otro momento esas mismas preguntas te las hiciste tú a ti mismo, a otro, y no hubo tampoco respuesta. La encuentra cada uno, una luz que a veces será clarísima y otras difusa, algo que busca acomodo dentro de la propia historia personal. Las durezas de la vida suman sus hilos para tejer toda la trama, que uno espera que se muestre al fin como misterio pacificado.

martes, 11 de enero de 2011

Payasa envidia

La envidia es mala cosa, pero se la puede derrotar, o por lo menos, sacarle acritud, escenificándola con sentido del humor. Así, cada vez que algo dispara la cochina envidia, le das voz con armas de comedia a lo que por dentro te corroe con armas de tragedia.  El envidioso que por dentro se tira de los pelos, por fuera hace malabares pegando saltitos de purita envidia autoparódica.

lunes, 10 de enero de 2011

Mi reino por un burro

Creo que mi amor por los burros arranca de haber sido uno de ellos el que portó a Jesús en su entrada triunfal en Jerusalén. Otro buen empujón me lo dio Al azar de Balthasar: el protagonista, Balthasar, es un burro, que simboliza en cierto modo a Jesucristo en esta hermosa película de Robert Bresson. En mi infancia, cuando todavía eran usados como animales de carga, se los veía con bastante frecuencia. Ahora ya no; de hecho, se han convertido en una especie protegida. Se me ponen las orejas de punta y siento que me invade la ternura si en alguna ocasión excepcional me cruzo con uno de ellos. No faltaría en mi hacienda si yo llegase a ser un hacendado: él sería el rey. Creo que veo en el burro el caballo que no es, un caballo venido a menos como si dijéramos. De aquí su humildad, que me lo hace tan entrañable, tan digno de protección. Mi reino lo daría por un burro.

jueves, 6 de enero de 2011

Sobria ebrietas

No quiero alegrías efervescentes sino dichas tranquilas, la sobria ebrietas de la que hablaban los antiguos. Nada puede ser para mi feliz sino va acompañado de sosiego. Quiero estar en mi centro, ser axial siempre.

miércoles, 5 de enero de 2011

La intercesión

“Reza por mí”, te dijo con apenas un hilillo de voz, poniendo su vida sobre tus hombros. ¿Cómo se reza por alguien? Pues como te salga, solo faltaría que uno perdiera el tiempo haciendo mala teología cuando es la vida de una persona la que está en juego. Dios las coge al vuelo, y sabe que eso que tú piensas que haces malamente es lo que se te ha pedido. Sentirse intercesor puede ser abrumador, pero de esta bruma hay que salir enseguida, ya, venga, si estorba para mostrarse expeditivo en la intercesión que se nos ruega.

martes, 4 de enero de 2011

La sociedad no tiene alma

Cualquier diagnóstico de la situación espiritual de una sociedad será siempre superficial con respecto a cada uno de sus miembros. No es ya que muchos de estos queden fueran de los términos de aquel, sino que incluso los que más se acerquen no podrán ser vistos a su trasluz como meros sujetos, o ya objetos, sociales. La persona individual, incluso la que muestre muchos de los comportamientos sintomáticos señalados por el diagnóstico, será eso y muchísimo más. La sociología espiritual no será nunca la biografía de nadie sino los rasgos abstraídos de sus miembros. Los individuos tienen alma, la sociedad no, y lo que se diga de esta será tangencial con respecto a la de aquellos, y en aun ni eso en muchos casos. Por eso necesitamos tanto las biografías, para que nos hablen del alma de las personas concretas, que en muchos aspectos arrojarán más luz sobre la sociedad a la que pertenecen que cualquier análisis socioespiritual, por muy profundo que este sea.

lunes, 3 de enero de 2011

Amor y belleza

Es bonito ver a dos seres bellos amándose. La mercadotecnia de la belleza ha conseguido desacreditarla al convertirla en objeto de artificio, pero si la arrancamos de sus manos y conseguimos verla de nuevo con ojos limpios aparece como lo que es, un don precioso, más precioso si sus poseedores lo “desconocen” porque así no ejercen de bellos, simplemente lo son. Vistas así las cosas, ¡qué gozada para la vista y el corazón dos bellos amándose, dos amantes embelleciéndose! Cary Grant con Deborah Kerr en Tú y yo, con Ingrid Bergman en Encadenados, ¡qué soberbio espectáculo de amor y belleza dándose la mano! Pero, también en esto, la vida supera al arte, y ahí están esas parejas que uno ve, y hasta conoce. Pienso en R., un ser bellísimo. Si su pareja, que no conozco, no le anda a la zaga, ¡guau! ¡Y acaban de ser papás!

domingo, 2 de enero de 2011

Recurrencias: un santo triste no siempre es un triste santo

“Después de todo, es posible que Dios te tenga preso en la tristeza”.
(Georges Bernanos, Diario de un cura rural)

“Sé que... te consumes en toda la tristeza de un alma cristiana. Y es una tristeza infinita. Yo he pasado por ahí. Los santos y las santas, todas las santas y todos los santos han pasado por ahí. Es el mismo requisito, es la dura condición, la dura ley, el duro aprendizaje de la santidad” .
(Charles Péguy, El misterio de la caridad de Juana de Arco)

sábado, 1 de enero de 2011

Ave

-Ave María Purísima.
-Ave.
-Ave María Purísima.
-Ave.
-Ave María Purísima
-Ave.
-Oiga, usted hace mucho que no se confiesa, ¿verdad?
-Pues la verdad es que sí, muchos años en realidad.
-Es que la contestación es “sin pecado concebida”.
-¡Ah, claro! (Rubor y medias risas). Pues aunque no lo parezca, fui muchos años sacristán en X.
-No me diga, ¿en X? Anda, pues yo conozco mucha gente de allí.
-¿Sí? Pues, blablablá.
-Blablablá.
-Blablablá.
-Ejem, ¿y si retomamos el hilo?
-Pues sí. Mire, padre, son muchos mis pecados…
Así le ocurrió a un “pecador” y yo no hago más que transcribirlo. La escena tuvo lugar en un confesionario de la catedral de Santiago.
No hay como pegar la hebra para hacer después una buena confesión.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Obras maestras

Las falsificaciones de las grandes obras de la pintura crean un problema bastante divertido. Los especialistas dicen que a veces son muy buenas, a lo mejor hasta tan buenas, se me ocurre a mí decir ahora, como las originales. Si este fuera el caso de alguna de ellas, ¿no sería el copista tan grande como el autor de la obra original? Evidentemente no, porque de las manos del primero nunca hubiera surgido tal cuadro; salió del segundo, el creador, mientras que el primero se limitó a reproducirlo, eso sí, con total perfección. Se le podría considerar un gran creador de copias, pero nada más. Con los medios técnicos que existen ahora, rayos láser y demás, sería imposible dar gato por liebre. Mas imaginemos que no existiesen tales medios, ningún medio que no fuese la mirada de los expertos. ¿Cómo decidirían cuál es la obra original y cuál la copiada, partiendo del supuesto de que la segunda fuese absolutamente perfecta? ¿No habría que considerar entonces a ambas como obras maestras?

martes, 28 de diciembre de 2010

Buena conciencia

Los que dejan de hacer algo bueno porque piensan que sólo lo harían para satisfacer su buena conciencia están satisfaciendo su buena conciencia de no ser meros cumplidores de su buena conciencia.

lunes, 27 de diciembre de 2010

De primerísima actualidad

De cuando en cuando un escritor o crítico protesta porque tal o cual autor haya caído en un relativo olvido o no parezca estar ya muy presente. Hace poco, y por poner un ejemplo, era Torrente Ballester al que no se quién quería rescatar en no recuerdo qué periódico. Otros días será Fulano, otros Mengano, etc., etc., etc. Mas, ¿qué significa estar en el limbo de los no atendidos? ¿Que no los pasean suficientemente por los mass media de cuando en cuando? ¿Que no se habla de ellos en los clubs literarios? ¿Que han caído de la primera división a la segunda o a la tercera?
Limitémonos a los autores españoles de este siglo. Es imposible que todos ellos y al mismo tiempo estén cada año en el candelero de la actualidad. Las atenciones por unos y otros tendrán que ir relevándose, dejando de lado ahora las intenciones que haya detrás de esas atenciones o desatenciones. Pero es que, además, esto no importa nada. La actualidad mediática de un autor pasado sólo sirve si le consigue nuevos lectores, que acaso desconocían su existencia o su obra. Lo importante entonces es el lector, lo único que podría interesarle al autor muerto, y ese lector, que puede estar en Helsinki o en Dakar, no va a decir a voz en grito que está leyendo Quizá el viento nos lleve al infinito, por seguir con Torrente Ballester, para concederle actualidad mediática. Lo verdaderamente actual, es decir lo verdadero, es el encuentro íntimo que tiene lugar entre el finlandés y el senegalés con el autor ferrolano. Y ya está. La literatura es intimidad, no publicidad, el encuentro de un creador y el recreador que es todo buen lector. Si en este momento un solo hombre en el mundo está leyendo un libro de Don Gonzalo Torrente Ballester, este ya está de primerísima actualidad. Y así con cualquier otro. Lo demás es mentira, o por lo menos es solo una pequeña parte de la verdad de la literatura.

domingo, 26 de diciembre de 2010

¡Feliz cumpleaños, Anán!


Mi hermana Lucía, la benjamina de la familia, embarazada de su primer hijo, buscaba y rebuscaba posibles nombres sin que ninguno la convenciese del todo. El acuerdo con Toño, su marido, era que ella decidiría el del primero y él el del (o de la) segundo (o segunda). En esas estaba cuando ocurrió lo que escribió en el diario que llevó durante su embarazo:
Escrito en mi diario el día 6 de octubre de 1999 (a dos meses y medio de nacer Anán):
Querido hijo, te voy a contar la historia que motivó tu nombre. Porque, ¿sabes?, por fin está decidido que te vas a llamar ANÁN. Es fruto de un hermoso sueño.
 Me encontraba (en el sueño) en una dificultad muy grande en mi vida, con un problema de muy difícil solución, en un callejón casi sin salida. Y entonces apareció él: un hombre de edad madura, cabellos y barba blancos, y un rostro que irradiaba una absoluta serenidad. Y me sacó de aquella situación, me liberó, me salvó la vida.
Con una actitud de total admiración e inmenso agradecimiento le di un abrazo y le pregunté: ¿cómo te llamas? Él respondió: “Me llamó Anán, que significa ‘hombre bueno que uno encuentra en su camino’”. Cuando ya me había alejado un poco, me di la vuelta y mirando hacia él le dije: ese es el nombre que le pondré a mi hijo.
En esas fechas estaba yo pasando unos días de vacaciones en Lanzarote con mi amigo Emilio. La llamé por teléfono y me contó el sueño y la decisión que de él resultó. Me pareció hermosísimo que fuese un sueño la que hubiese resuelto su afanosa búsqueda, como una especie de revelación, un sueño además tan pleno de significado. Se lo conté a Emilio y ambos comentamos que podría ser un nombre bíblico. Me lo confirmaría cuando estuviésemos de vuelta en casa, pues tenía la biblia en CDROM.
Lucía también le contó a nuestra madre lo del sueño. No quedó ella muy contenta, no. Imagino que por sus mientes debió pasarle algo así: “¡Hala! También mi hija con la moda esta de los nombres raros. Y me quiere tranquilizar con lo de que es un nombre bíblico. Pues a ver si lo encuentro”. Una biblia pequeñísima, con una letra microscópica y de hojas finísimas fue la que utilizó en su pesquisa. Quien lo diría, pero el caso es que no tardó mucho en encontrarlo: sus ojos aterrizaron en Nehemías 10, 27: “Ajías, Janán, Anán”. “Vale, por lo menos está en la biblia”, debió pensar mi madre, un poco más conforme. No mucho después de esto me llamó Emilio desde Soria: “Suso, Anán es en efecto un nombre hebreo y aparece una sola vez en toda la biblia, en Nehemías 10, 27”. “¿Oigo bien, una sola vez, realmente una sola?” “Sí, sí. Pero ¿a qué se debe ese tono tan asombrado?” “Emilio, ¿quieres creer que en una biblia diminuta, con una letra infinitesimal, de hojas tan delgadas que hay que tener mañas de orfebre para pasarlas, mi madre no debió tardar mucho más que tú para dar con él?” “¡Milagro, milagro!”, empecé a proclamar yo entre risas y turulato. ¡Cuánto nos reímos en casa a cuenta de este episodio! Y ahora ya no sé que encierra más maravilla, si el sueño de mi hermana o el “hallazgo” de mi madre.
Anán, ahijado, ¡felices 11 años!

jueves, 23 de diciembre de 2010

Recurrencias: basta con que Tú estés contento

”La idea perenne de que existe algo infinitamente más justo y más feliz que yo me llena de emoción y de gloria inmensas, sea yo quien sea y haga lo que haga. Mucho más que ser dichoso, el hombre necesita saber y creer siempre que existe en alguna parte una plácida y consumada felicidad para todos y para todo”.
(Fedor Dostoievski, Los demonios)

“Nuestro descanso consiste en alegrarnos de la felicidad infinita de Dios”; “la alegría de la gloria de Dios, la alegría de ver que ahora Jesús no sufre más y no sufrirá más, sino que Él es dichoso para siempre a la diestra de Dios”; “¿podré quejarme cuando mi Bienamado es infinitamente feliz por la eternidad?”.
(Charles de Foucauld, Escritos espirituales)

“¡Qué importa que nunca haya gozo en mí si perpetuamente hay gozo perfecto en Dios!” .(Simone Weil)