Apaciguar el monstruo, sin matarlo, hasta lograr que renazca en él su rostro humano.
Mi corazón tiembla como una mariposa.
Al poner palabra ponemos ser.
La sangre de los inocentes lava nuestro camino abriéndonos el futuro.
Las obligaciones te llevan, te levantan de ti, cuando acaso quisieras permanecer parado.
Hay que ser avaro, avaro de vida, y quererla toda.
Detenido en día, el momento presente camina hacia dentro, muy adentro, y estalla.
El mal es una punzada en el costado, siempre desoladora.
A veces es necesario vivir como si la muerte no existiese, para que no sea tanto su imperio.
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