El
oficio de vivir, de Cesare Pavese, es uno de los
títulos más hermosos que pensarse pueda. Yo lo habría querido para dos libros
míos pero no se lo podía pisar. Lo que sí hice fue tomar una mitad para uno y
la otra mitad para el otro. Así, “El oficio” me sirvió para titular El oficio de un corazón y “de vivir”
para El trabajo de vivir. Otro título
del cual quisiera tener también el copyright es Los trabajos y los días, de Hesíodo.
sábado, 29 de agosto de 2015
jueves, 27 de agosto de 2015
miércoles, 26 de agosto de 2015
Desvelos
Palabras, las justas, las necesarias, las que Dios me dé.
Un relato pobre me acompaña.
¿Qué tipo de felicidad me corresponde ahora?
¡Ah, si amáramos a los que nos aman! Pero ni siquiera con esto cumplimos.
Las venas, al otro lado de la piel, dibujan un itinerario, una búsqueda, un corazón.
La preocupación me desvela pero ella no te salvará la vida si es que tienes que perderla.
La Plenitud no tiene desvelos pero el Vacío sí.
¿En qué medida había olvidado que el trabajo es un trabajo Callado que brota del Silencio?
martes, 25 de agosto de 2015
Conservar y conservadurar
“Su lentitud (la de la Iglesia) revela en ocasiones una especie de sabiduría, pues protege lo que de hermoso y vulnerable hay en nuestra herencia y nos aísla del inane entusiasmo que suscita el cambio por el cambio, protegiéndonos así de la ilusión de que podemos renovarnos a nuestro antojo; pero esto siempre tiene el coste de tardar demasiado en reconocer determinadas necesidades humanas y de tolerar injusticias escandalosas” (Francis Spufford, Impenitente. Una defensa emocional de la fe). Pensé esto durante años sin encontrar las palabras precisas para decirlo y al fin me las ha puesto ante los ojos Francis Spufford. La necesidad de “conservar” de la iglesia lleva aparejada siempre una tentación: la del conservadurismo. Esto es lo que viene a decir el autor británico, conservadurismo que a veces “tiene el coste de tardar demasiado en reconocer determinadas necesidades humanas y de tolerar injusticias escandalosas”. Conservar la Tradición no significa conservar costumbres que solo son fruto de un época; rechazar la ideología del progresismo no debe implicar no progresar allí donde es conveniente hacerlo; no sujetarse al espíritu de los tiempos no significa desoír los signos de los tiempos a través de los cuales habla el Espíritu. La Iglesia, que tiene como única roca a Cristo, echa a veces el ancla en rocas que son un lastre para ella y le impiden caminar.
El Vaticano II, alimentándose de toda la obra de recuperación que se había ido gestando en los años anteriores de las fuentes bíblicas, patrísticas y litúrgicas, ¿no progresó desde ellas para ser en buena ley conservadora y sacudirse así el polvo conservadurista que pesaba sobre ella?
viernes, 21 de agosto de 2015
La vida es un cuento
Cuando no podemos explicar la vida siempre
nos queda el recurso de contarla y la narración que entonces surja podrá funcionar
como una suerte de explicación. El caso es que haya siempre palabras porque así
nunca desaparecerá la posibilidad de que haya un sentido.
jueves, 20 de agosto de 2015
¿Cómo será?
El cielo no puede anular las relaciones que
en la tierra nos constituyeron
esencialmente pues resucitará el que fuimos, no otro, y el que fuimos lo
fuimos de una determinada manera y no
de otra. Tendremos que reconocernos a nosotros mismos en la vida eterna y esto
no será posible si los protagonistas esenciales de nuestra vida terrena no lo
continúan siendo allí. Pero ¿cómo será esto, de qué manera mis padres, mis
hermanos, mis amigos, mi cónyuge, mis hijos, mis abuelos, mis nietos, serán
allí mis padres, mis hermanos, mis amigos, mi cónyuge, mis hijos, mis abuelos,
mis nietos? ¿Cómo continuará allí toda la vida que me construyó y que yo construí?
miércoles, 19 de agosto de 2015
El don de la ebriedad
Hace unos días, en una fiesta de cumpleaños,
X. bebió más de la cuenta y al final quedó hecho un borrachín. Por más que, en
la despedida, se harto de abrazarme y decirme lo agradable que yo era, no por
eso dejó de resultarme profundamente simpático. Bien es cierto que, en sobrio,
ya le tenía un gran cariño porque sino a ver, pero el caso es que acogí sus efusiones
ebrias muy complacido. Espero que al día siguiente, en plena resaca, no haya
estado, al menos en lo que a mí se refiere, en pleno arrepentimiento: no solo
perdono sino que agradezco. Si lo suyo fue un in vino veritas, esta veritas
a mi corazón le gustó mucho.
martes, 18 de agosto de 2015
El doctor Zhivago
Me resultó imposible leer El doctor Zhivago sin tener
continuamente delante de los ojos los rostros de Omar Sharif y Julie Christie,
protagonistas de la película homónima de David Lean. Dado el profundo aliento
poético de esta, la novela se llenaba de
él y creía estar leyendo una novela-poema. ¿O será que el director británico
rodó una película poética porque era el único modo de hacerle justicia a la
obra de Boris Pasternak? El caso es que, con un Sharif-Zhivago y una
Christie-Lara tan aureolados de poesía, la lectura de la novela de Pasternak fue,
a la par que un acontecimiento narrativo, un acontecimiento poético.
viernes, 14 de agosto de 2015
Amigos
Al final, el amigo, la amiga, es el que está
ahí, la que está ahí, medio olvidados unos de otros a veces: problemas de
agenda, distancias geográficas, perezas del corazón... Pero están ahí, estamos
ahí sin duda, y llegado el momento resurgimos unos para otros como una potente
llamarada o un río que salta.
jueves, 13 de agosto de 2015
La nube del no-saber
A principios de este año comenzó a
resultarme vomitiva la imagen del lector como un devorador de libros. Yo mismo
me daba náuseas en la medida en que fui este tipo de lector; estaba claro que
ya no quería seguir siéndolo. Me invadió la “nube del no-saber” y, en ella
instalado, supe que no quería devorar sino leer; buscaba otro ritmo, pausas,
una nueva cadencia. No estoy seguro de que vaya a lograrlo porque tampoco sé exactamente
lo que busco. Bueno, sí lo sé, la compañía que presta un libro, más profunda en
unos casos, menos en otras, y las compañías, las amistades en definitiva, no se
devoran sino que se paladean. Solo lentamente se hace una buena ingestión, solo
lentamente se conversa, solo lentamente se vive.
miércoles, 12 de agosto de 2015
No leo pero...
Lo poco o mucho que lean los habitantes de un país no es el único indicador del grado de su cultura porque hay otras actividades del espíritu que hacen que el hombre, además de un ser biológico, sea un ser culto (“cultivado” me gusta más), es decir, humano. Así, habrá quien se cultiva con la música, con el cine, con la visita a museos y exposiciones, con la fotografía, con los viajes, actividades todas ellas que, cultivándole, expanden al hombre más allá de sus necesidades estrictamente biológicas. Del hombre que no “se inventa” las necesidades que transcienden sus meros apetitos fisiológicos mal se puede decir que sea en verdad humano.
¿Es la lectura la actividad más cultivadora del espíritu humano, más por ejemplo que la escucha de una sinfonía, la visión de un cuadro, de una escultura, de un edificio o de una película, más que las conversaciones de un viajero con los habitantes del país que recorre de una punta a otra? No lo sé, acaso sí, pero un hombre que no lee solo es un hombre que no lee y ninguna cosa se puede deducir de este solo dato sobre el grado de su cultivo si no sabemos nada más. El mapa de la aventura que hace que un hombre sea en verdad un hombre es mucho más amplio.
martes, 11 de agosto de 2015
La misa góspel
En vez de ir a una multitudinaria misa góspel decidimos apostar por una más modesta, la de la Mother African Methodist Episcopal Zion Church (¡toma ya con el nombrecito!).
Cogimos el metro y nos plantamos en Harlem el domingo 26 de julio. Pero lo mismo pensaron otras decenas turistas y si pensábamos que íbamos a estar poquitos extranjeros nos equivocamos de pe a pa: había muy poca gente de la comunidad negra, no más de treinta personas calculo, y el resto, quizá unos setenta, éramos sobre todo españoles, italianos y franceses, además de algún alemán, algún argentino, algún surcoreano y así. Esto lo sé porque, a la entrada, en la que nos recibía un muy amable africano metodista episcopaliano de Sión, o como quiera que se diga, escribíamos en un libro nuestro país de procedencia, de modo que, antes de comenzar la misa, el celebrante nos dio a la bienvenida a todos yendo país por país. Como elegimos lo “modesto”, modesto fue también el coro góspel, compuesto por unas diez personas, que cantaron mucho y bien. Quizá para compensar, el pastor en su sermón, por lo menos en lo que a decibelios se refiere, no quiso ser nada modesto y tronó como un Júpiter micrófono en mano: aquello fue una pura furia sónica, que mis oídos no soportaron y yo tampoco. Como mi inglés es un inglés perro no entendí lo que dijo pero a buenas horas me iba interesar cuando era una estruendosa garganta la que me asaltaba. Un horror, vaya. A mi hermana le gustó, y por lo que pude oír a la salida, a otros también.
Si vuelvo a Nueva York, pago los sesenta dólares de la excursión de marras y me ahorro modestias. Asistiré entonces a un buen espectáculo góspel, con un coro como Dios manda que luzca magníficas galas y voces, muchas mujeres negras tocadas de fantásticos sombreros y, eso espero, un pastor que hable y no grite pues para eso se inventaron los micrófonos.
lunes, 10 de agosto de 2015
La gloria
Que se vive como se puede nos lo dijo Machado y uno vive también en lo gris como puede, rogando que vuelvan los colores.
Frente al alimento que pensamos sería el mejor para nosotros está el alimento que se nos da y que ingerimos de mala manera. ¿Y si resultara que, a la larga, era este último el mejor? Con estas confianzas futuras sigue uno caminando.
Somos lo que somos cuando tenemos pena, cuando tenemos gloria, cuando no tenemos ni pena ni gloria. Al final ya solo seremos gloria, también la gloria que tuvieron los días de pena y la gloria de los días sin pena ni gloria.
sábado, 8 de agosto de 2015
La más cool
¿Qué puede resultar más llamativo en Nueva
York, una chica con el pelo colocado de tal manera que parezca ir tocada de
colas de pavo real u otra chica haciendo ganchillo? A mí me resultó mucho más
llamativo lo segundo, porque no podía imaginar que todavía quedasen en el mundo
mozas interesadas en el ganchillo y menos en pleno Manhattan. Una al menos hay,
la que estaba sentada a mi derecha delante de la Biblioteca Pública. Esperaba
allí a mi hermana, entretenida con algunas compras, y mi sorpresa no fue poca
cuando, al girarme hacia mi diestra, estaba la chica en cuestión dale que te
pego al ganchillo. Aquí hay una foto, me dije, y, distraídamente, como quien no
quiere la cosa, la pillé. A lo mejor la más cool
de toda la Gran Manzana era ella.
viernes, 7 de agosto de 2015
Cosas que pasan
Debían ser las once de la mañana y, mientras
hacía mi media hora de cinta, a los veinte minutos de estar en ella me
sobrevino un cansancio que no me dejó continuar, un asalto de ansiedad (¿O de
angustia? Nunca veo con claridad la diferencia entre una y otra) ya conocido
por mí. Me suele ocurrir, cuando ocurre, mediada la mañana, y siempre viene de
la mano de algo que me emociona positivamente. Pero esta vez fue distinto. Hubo
en ello algo de desplome físico y lo que hice fue bajar a beber el vaso de
agua, el que tomo siempre después del desayuno, y que todavía no había tomado.
Me comí también dos nectarinas. Me senté después en la butaca de mi habitación
e hice lo que siempre hago en tales casos: respirar profunda y pausadamente.
Después, con inmensas ganas de dormir, me eché en la cama. Haciendo un gran
esfuerzo, fui a la zapatería que se había comprometido el día anterior a pedir
unos zapatos que podían interesarme a decirles que finalmente había encontrado
y comprado en Santiago unos que se ajustaban más a lo que andaba buscando. Le
pedí perdón por las molestias causadas a la chica que me atendió y que no pudo
disimular del todo un gesto de desagrado. Volví a casa con la intención de
seguir durmiendo, pero era ya la una y cuarto. No tardaríamos en comer. Sin
demasiadas ganas cogí el ebook, lo encendí y continué la lectura de Trilogía de Nueva York, de Paul Auster,
allí donde la había dejado.
jueves, 6 de agosto de 2015
El Flatiron Building
Un diseño originalísimo y una factura
impecable hacen del Flatiron Building un edificio excepcional, el que más (y lo
que más) me gustó de Nueva York. Visto de frente no se aprecia en él ninguna
profundidad, te parece plano y hasta irreal. Yo, incrédulo, me dije que hasta
que no lo tocase no estaría seguro de su existencia. Y sí, es pura piedra con
forma de plancha (de aquí su nombre, iron, plancha en inglés), aunque más
parece la proa de un barco que con audacia se mostrase dispuesto a abrirse paso
a través de Manhattan derribando todo a su paso, y allá se las compongan el
Empire State, la torre Rockefeller, el Chrysler y tutti quanti.
martes, 4 de agosto de 2015
Nueva York
Me vi en la Nueva York que esperaba
encontrar y en este sentido no hubo sorpresas pero sí el cumplimiento de las
promesas hechas por todas las imágenes de la ciudad vistas a lo largo de toda
mi vida en películas, informativos y fotos. La ciudad de los rascacielos fue
fiel a mis expectativas y no me defraudó en absoluto. De la ciudad habitada por
mis sueños pasé, con perfecta continuidad, a la ciudad pisada por mis pies,
que, junto con los de mi hermana María, se hartaron de callejearla uptown y
downtown, east side y west side. El cielo siempre rascado por los altísimos
edificios solo te lo encuentras si subes con ellos hacia arriba, por sus
paredes de cristal, en las que unos y otros se miran. El horizonte es por eso
vertical y has de levantar la cabeza si quieres encontrar lejanías. ¿Por qué en
un momento dado comenzó, no ya la conquista del oeste, sino la de las alturas,
que hizo de Nueva York la ciudad por antonomasia de los rascacielos? ¿Qué
sueños cumplieron así los hombres que los construyeron: de poder, de dinero,
imperialistas, olímpicos, espirituales? ¿Qué tipo de hombre venció con ellos y
qué tipo de hombre quedó vencido por ellos? Preguntas vanas a lo mejor,
inútilmente profundas, sobre todo para el turista que solo quiere subirse a
ellos para disfrutar de magníficas vistas. Un servidor fue lo que hizo y se
quedó tan contentó.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)