Bendita humillación que me deja hecho polvo, que me hace morderlo, sólo si tú, después, lo conviertes en barro. Bendito beber los cálices si es para verme recorrido por tus ríos de agua viva. ¡Benditas las bajezas a las que nos lleva la vida si es para que aprendamos a ser reyes a tu lado!
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