viernes, 22 de febrero de 2008

Vida, vida, vida...

Vida, siempre vida, a favor y en contra, a diestro y a siniestro, por delante y por detrás, a cara y a cruz, por el anverso y por el reverso, de fuera adentro y de dentro afuera, sobre la cabeza y bajo los pies, al calor de las ingles y al calor de las axilas, en la piel y en las vísceras, en el brazo y en el antebrazo, en los ojos, en la lengua, en la boca, en las puntas de los dedos y en las puntas de los cabellos, con tregua, sin tregua, en la alegría y en el dolor, con luto y con alivio de luto, despacio, deprisa, más arriba, más abajo, ríspida, suave, glamourosa, miserable, en la posada y en el camino...
Yo te saludo, vida.

jueves, 21 de febrero de 2008

Literatura y cine

Tiene la literatura algo que no tiene el cine: vacío de imágenes, lo cual exige al lector ponerse en acción de llenado. Se dispara entonces la imaginación, y fiel a su nombre, monta la "película" del libro a medida que los ojos avanzan sobre las líneas. Dibuja rostros, calles, habitaciones, caminos, barcos, luchas, amores, montañas..., todo. Es tan fértil esta acción, tan activa, tan recreadora, que me obliga a pensar que, frente al cine, la literatura siempre llevará la ventaja de estimular mucho más nuestra creatividad. Grandísima ventaja, sin duda, lo cual hace que, teniendo que conceder un puesto de honor, sean los libros los que lo obtengan.

jueves, 14 de febrero de 2008

¿Qué es el hombre?

¿Qué es el hombre? La madre que, tras ser informada de la muerte de su hijo, se derrumba y es llevada al hospital en estado de shock.
¿Qué es el hombre? Esa misma madre que, inesperadamente, al finalizar el funeral por su hijo, sube al atrio y, dirigiéndose a los presentes, pronuncia con entereza su esperanza y da las gracias a todos, gracias también en nombre de su hijo David.
¿Qué es el hombre? Esta madre que, al rato, se aferra al ataúd y llora desconsolada, rota.

martes, 5 de febrero de 2008

Descacharrado

Amanecer descacharrado, vago y perezoso.
Pasar el día descacharrado, vago y perezoso.
Anochecer descacharrado, vago y perezoso.
¡Vivir para gozar, por los rieles de un tren antiguo, desportillado, lento e impuntual, sin haber salido de ninguna parte y sin pretender llegar a ninguna otra, al desgaire, con pura dicha de ir siendo tramo tras tramo sin más cuidado que dejar entrar la vida toda por la ventanilla!