Allá por los años 60, mi tía pasó un año en Italia. Durante una temporada trabajó en un hotel. Se le ordenó que fuera a recoger un pedido y al llegar al último descansillo de la escalera vio que el mandadero que esperaba abajo era un apuesto y bellísimo italiano. Decidida a descender a lo Gloria Swanson en el Crepúsculo de los dioses, pegó un traspié y, de peldaño en peldaño, fue el culo y no los pies el que la llevó hasta el final de la escalera. Toda digna, comiéndose la rabia que la roía por dentro, se enderezó y, con mirada coqueta y desafiante, se dirigió al lindo muchacho en estos términos: “sogni giù per le scale come si desidera” (cada uno baja las escaleras como quiere).
(Años después, con un cardado recién hecho en la peluquería, hubo otras escaleras, otro traspié y la misma dignidad: “¿me he despeinado?”)
(Años después, con un cardado recién hecho en la peluquería, hubo otras escaleras, otro traspié y la misma dignidad: “¿me he despeinado?”)
2 comentarios:
¡Me encanta! ¿Y ese guapo mandadero no se coló por ella?
No, no tuvo esa suerte mi tía.
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