viernes, 20 de febrero de 2015

El ayuno que Yo quiero

El ayuno que yo quiero es éste: Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propia carne (Isaías 58).
 Y nosotros con nuestros ayunitos, con nuestras tonterías.

martes, 17 de febrero de 2015

Una peligrosa izquierdista

Se ha muerto una peligrosa izquierdista. Nunca una mujer conservadora y de derechas supo encarnar tan bien los mejores valores de la izquierda: la honestidad, la solidaridad, la rebelión ante la injusticia, la lucha por un mundo mejor, el trabajo tenaz y bien hecho, el apoyo incondicional a los más débiles, la tolerancia y la práctica constantes de la escucha para aprender y modificar sus opiniones. Y para nosotros, sus hijos, una bendición: un continuo ejemplo de bondad y amor sin condiciones.
Palabras de mi amiga A. sobre su madre, recientemente fallecida. Descanse en paz.

viernes, 13 de febrero de 2015

Desnudado por la cámara

Le pedí a una persona amiga que me hiciese unas fotos que necesitaba. Estábamos en su casa. Para que me relajara y me encontrase a gusto delante de la cámara, empezó a hacerme preguntas sobre mi vida, preguntas en verdad íntimas y que yo contesté con algo de apuro pero al mismo tiempo completamente confiado; me sentía “amistosamente” atrapado bajo el foco de la cámara que ella manejaba, siervo de ella, de ellas debiera decir, que se había adueñado de la escena. Lo que nunca jamás me hubiera preguntado en cualquiera otra situación, lo hizo ahora, como si en la cámara encontrase al mismo tiempo una excusa y un aliado; yo, que no veía su cara, me sentía impelido a responder como si estuviera bajo las órdenes de un interrogador profesional a cuyos pies caían los cerrojos de mi intimidad. Entre la perplejidad y el contento, la situación se prolongó mientras duró la sesión de fotos. Todo fue extrañó y al mismo tiempo ligero, sin tensión. Nunca hubiese imaginado que X, tan celosa de su intimidad, acertase a desnudarme con la ayuda de una cámara. Con razón se negaban los nativos de ciertas tribus a ser retratados, temiendo que las fotos les robasen el alma.

jueves, 12 de febrero de 2015

Dios nos prepara para Dios

Medio tenía el purgatorio por un “lugar” en el que la purificación se obraba en nosotros por agentes desconocidos y abstractos, hasta que caí en la cuenta de que, pura obviedad, el sujeto purificador no podía ser otro que Dios. Es el mismo Padre que nos espera con los brazos abiertos en su Reino el que nos limpia para que estemos en condiciones de entrar en él. Dios nos prepara para Dios. Y suspiré aliviado: en el purgatorio no estaremos solos.

martes, 10 de febrero de 2015

Esperanzas menudas

Esperanzas menudas, alegrías modestas, deseos no más grandes que canicas, nos ayudan a vivir, tiran de nosotros hacia delante.

lunes, 9 de febrero de 2015

El hisopo de Xosé

Xosé, mi párroco, cuando asperja asperja pero bien, casi daría que nos ducha pues de su hisopo, que él se encarga de que se cargue bien de agua, nos caen auténticos goterones lanzados por el movimiento enérgico de su mano. No se anda con tonterías, con gotitas, y a mí me parece estupendo.

sábado, 7 de febrero de 2015

La ira del manso

¿En qué quedó la mansedumbre de Jesús cuando, al acercarse la Pascua de los judíos y subir a Jerusalén, al entrar en el templo y encontrarlo lleno de vendedores y cambistas, con un azote de cordeles echó a los primeros, junto con las ovejas y bueyes que vendían, y volcó las mesas de los segundos (Mateo 21, 12)? Debo creer que quedó donde estaba, en su corazón, pues no necesitaba salir de él para hacerle sitio a la ira, y ser así la suya la ira del “manso y humilde de corazón” (Mateo 11, 29). La justicia de Dios es la del Dios de la misericordia y la ira de Jesús es la del Jesús de la mansedumbre, del que curó enfermos, resucitó a los muertos, perdonó a los pecadores, del que pone la mejilla para que le abofeteen la otra, del que da también el manto cuando le quitan la túnica, la del que va dos millas con quien le he pedido que vaya una, la del que no resiste el mal y es por ello apresado, flagelado, escupido, burlado, portante de su cruz y en ella clavado, la del que perdona a quienes lo crucificaron. ¿No ha de ser por eso santa y justa la ira del varón de dolores, la del cordero degollado, la de quien, tras resucitar, nos dice “mi paz os dejo, mi paz os doy”? Ira de paz, que no mata, sino que se deja matar.

viernes, 6 de febrero de 2015

La blasfemia contra el Espíritu

“Cualquier pecado o blasfemia serán perdonados a los hombres, dice Jesús en el evangelio de Mateo, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada” (Mateo 12, 31). Pero entonces tiene que tratarse de una blasfemia de la que no pueda arrepentirse el hombre y pedir perdón por ella, un pecado por tanto en el que la persona queda por completo aherrojada, identificada con él de modo absoluto, sin vuelta atrás. Si ha llegado a este extremo ha llegado a entonces a la auto-condenación, que es aquel estado en la que el hombre se encierra por completo en sí mismo, se excluye para siempre del alcance de la gracia y rechaza a Dios por toda la eternidad. Blasfemar contra el Espíritu es en consecuencia gritar un horrísono “¡Vade retro, Espíritu, nada quiero ver contigo, me alzo contra ti y conmigo me basto!”

jueves, 5 de febrero de 2015

Igualar las suertes

¡Qué torturante es la desigualdad entre los destinos de las personas, de las generaciones, de los pueblos! Buena fortuna para unos, mala fortuna para otros, a ratos buena a ratos mala para otros tantos; pueblos libres y pueblos esclavos; generaciones florecientes y generaciones masacradas; niños que llegan a vivir noventa años y niños que se mueren de hambre nada más nacer; hombres mecidos por la felicidad y hombres que sufren las torturas más salvajes; los que, a tiempo, escaparon de la Alemania nazi y los que no pudieron escapar; los que acabaron en el gulag y los que se libraron de él; los que lloraron siempre y los que casi siempre sonrieron; los aterrados por crueles enfermedades y los que no pillaron ni un resfriado en toda su vida; los que pudieron ser lo que quisieron ser y los que, perdiéndose, no acertaron a serlo; los culpables que no fueron inculpados y los que, siendo inocentes, sufrieron la pena capital. ¿Por qué no fui un judío buscado, atrapado, transportado, internado, esclavizado, muerto? “¿Por qué a mí?”, gritan unos. Los otros, en cambio, no gritan “¿por qué no a mí?” El peso de la eternidad tiene que remediar todo esto, tiene que igualar las suertes en un destino final de dicha absolutamente reparadora, para que todos entendamos y aceptemos.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Seguid

¿Nos respaldan las generaciones que nos precedieron, todo el mundo anterior a nosotros, con este mandato: “¡Seguid, estáis vivos!”?

lunes, 2 de febrero de 2015

En algún lugar algún día

Me sigue visitando en los sueños con una demanda infinita de ese diálogo que, iniciado en la infancia, se interrumpió en algún momento de nuestras vidas. Pero seguramente interpreto mal las cosas. La demanda no es la que él me hace a mí sino la que le hago yo a él, pues soy yo quien lo sueño. Lo más probable es que no tenga lugar nunca la prosecución de ese intercambio de vida porque sería yo el primero en evitarlo, por timidez, por miedo, aunque a regañadientes. Me gustaría que el azar lo forzara, que nos juntara en algún lugar algún día.