Este
cuerpo mío me ha valido para hacer el camino de mi vida, incluso cuando,
enfermo, sin destreza o remolón, no secundaba los vuelos de mi espíritu. Me
pregunto, sin embargo, si en tales casos existieron tales vuelos. ¿Pero cuándo
cuerpo, cuándo espíritu, o cuándo alma, acaso el vínculo entre los dos? ¿Cuándo
todo a un tiempo? Una sola hondura nos constituye, y desde ahí somos el que
somos, cuerpo siempre, alma siempre, espíritu siempre.