miércoles, 16 de febrero de 2011

Como un ladrón

Que el evangelio nos recuerde que el día del Señor vendrá como un ladrón (Mt 24, 43), sin avisar, no ha de llevarnos a pensar que Dios sea un traidor que ataque por la espalda, o un lacero que ponga trampas. Y si también fuera aplicable la imagen del ladrón nocturno al día de nuestra muerte, sobre todo si esta ocurre de forma repentina, en la que el sujeto no está en situación de prepararse de ningún modo posible, cabe decir otro tanto de lo mismo. La muerte nunca es trampa o ataque de Dios por la espalda*. Él es justo lo contrario, el que nos rescata de las trampas, como nos lo recuerda el salmo 123: “hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador: la trampa se rompió, y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra”. La imagen del ladrón en la noche es la que conviene a Dios en tanto que sus caminos no son nuestros caminos y sus planes no son nuestros planes, en tanto que él es el Señor, el que fija el día y la hora (Mt 24, 36), dueño y administrador de los tiempos.


*“Resulta inaceptable la imagen de la muerte-emboscada, es decir, la muerte enviada como accidente. Esta es una idea indigna de Dios e indigna del hombre. Puede dar la sensación de que haya algunas muertes, o muchas muertes que son así, y, sin embargo, tendríamos que pensar que, a pesar de las apariencias, no hay muerte-accidente”: Juan L. Ruiz de la Peña, Muerte, esperanza, salvación.

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