Gracias a la ventana de la cocina, después de comer y antes de ponerme a fregar, descanso la vista en las gallinas, las plantas, el roble joven del fondo, el kiwi, las flores. Gracias a la puerta acristalada y al balcón de la habitación donde escribo y leo, descanso mi vista en la Escuela de Música, las Casas Baratas, los edificios de tres pisos y uno de cuatro que dinamitaré algún día, y, sobre todo (¡como un guante cae aquí está locución!), en el cielo. ¡Qué sería de nosotros sin las ventanas! Son los ojos de las casas: lo que ven ellas lo vemos nosotros a su través. Desde mi ventana podría ser el título de nuestra vida, o Desde mis ojos, que viene a ser lo mismo.
2 comentarios:
Qué suerte de vista y de gallinitas! Y qué buenas tortillas!
Y las Casas Baratas, así sin eufemismos, me encantan.
Las tortillas, sí, hmm, con pimientitos...
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