Mi súper yo aspira a ser un hombre de serenidad
clásica y, desde su tribuna, le lanza regañinas a mi yo cuando no consigue
serlo. Éste ha comenzado a hartarse y cualquier día lo va a mandar a paseo.
Cada vez se convence más de que prefiere ser un payaso que gesticula, que se
pone nervioso, que mueve mucho los brazos cuando habla.
lunes, 31 de diciembre de 2018
viernes, 28 de diciembre de 2018
La ubicuidad
Tiene más de cuarenta años y conserva todavía un
acné reventón. Pero es imposible reparar en él porque lo único que ves es su
agilidad para hacer frente a todo lo que se le pone por delante. Incapaz de
crear problemas y capaz de resolverlos todos, siempre aparece antes de que se
lo pidas. Las manos se le multiplican como por arte de magia. La ubicuidad de
los santos se entiende mejor al verla: quien ama está en todos los sitios.
miércoles, 26 de diciembre de 2018
El jersey
Su mujer le había comprado un jersey que tenía la
cara de un alce. Hasta aquí todo bien. Lo que ya molaba más eran las bolas que
colgaban de él y que se suponía que eran los cuernos. Era inevitable agarrarlos
como si fuesen pezones, retorcerlos a un lado y a otro y mirarlo a la cara
diciéndole: “Caramba, Paquito, qué jersey tan gracioso te ha comprado tu
mujer”. Él, que no le iba en zaga a nadie cuando se trataba de ser un socarrón,
seguía la broma y la aumentaba hasta extremos delirantes. Al final, todos
acababan muertos de risa.
lunes, 24 de diciembre de 2018
Sólo con una
Uno, que vive en la concentración como si fuese
su estado natural y sólo puede estar atento a dos cosas al mismo tiempo, tiene
días en que sólo puede con una. Anda entonces con la mirada pegada al suelo para
evitar todo lo que le entraría por los ojos si fuese con la cabeza levantada.
Vive a estos efectos en el peor mundo posible porque le sobra realidad en un
sentido y le falta realidad en otro.
sábado, 22 de diciembre de 2018
Políticamente correcto
Ahora sí que lo entiendo: ser políticamente
correcto es tener en más alta consideración la sensibilidad que la verdad. Lo
escuché de labios de un humorista norteamericano hace unos días y por fin lo vi
claro. Es decir, te callas para no “herir la sensibilidad” de los grupos
ideológicos dominantes y de paso callas también la verdad. Mal asunto.
viernes, 21 de diciembre de 2018
Grazas
¿Digo “gracias”, digo “grazas”? Me negué desde el
principio a éste último porque la boca se me abría muchísimo, dos aes seguidas,
nada menos, tras el cual sólo podía esperar que me contestasen “da nada”. Tras
decidir los académicos que en gallego era lo que tocaba decir, sus acólitos
obedecieron al instante y todo se volvieron aes a mi alrededor. Una vez, aconsejado
por una experta, vi en un vídeo una conspicua explicación del origen
etimológico de nuestro “grazas”. Era convincente, desde luego, pero, ¿qué
quieren?, a mí se me sigue resistiendo.
jueves, 20 de diciembre de 2018
El juego de las miradas
En la puerta del aula de informática hay un
retrato de Manuel María, un poeta gallego. Desde mi mesa de trabajo, si lo miro
me mira y si no también. Como no soy animista no me siento observado pero si lo
fuera no me importaría porque su mirada es amable aunque incisiva. Salgo de la
oficina para ponerme justo enfrente de él y compruebo que también me mira. Diría
que me sigue con la mirada. Creo que me gustaría ser animista durante un rato
para sentir que es así. Jugaríamos al juego de las miradas.
miércoles, 19 de diciembre de 2018
Todo lleva su tiempo
Aunque siempre nos parece que el tiempo avanza
muy deprisa los ritmos propios de la vida son lentos. No podemos permitir que
la aceleración contemporánea los mute. Cuando decimos que “todo lleva su
tiempo” decimos precisamente que ese “todo” no llega a serlo si le falta “todo”
el tiempo que necesita, y éste es siempre mucho.
martes, 18 de diciembre de 2018
El humor
A veces te viene una frase a la cabeza y no sabes
qué hacer con ella. Ayer, mientras veía la actuación de unos estupendos
humoristas en el ordenador, la que se me plantó en las mientes fue ésta: “El
humor desactiva la realidad”. ¿Significa algo? Si fuese así, ¿qué realidad
sería la que desactivase el humor? ¿La de lo punzante u oneroso, de modo que lo
veamos desnudo y al alcance de nuestra lucha? Pudiera ser.
lunes, 17 de diciembre de 2018
La tierra de la amistad
Le sorprendo en una ciudad extranjera camino del
hotel y no puedo tener una conversación larga con él. En el segundo intento lo
sorprendo camino de misa y tampoco esta vez es posible. La amistad, pues, a
pesar de estos pequeños arreglos “físicos”, continúa siendo predominantemente
virtual. Él mismo me decía en mi primera llamada telefónica que algunos tenemos
amistades virtuales que son un desastre porque falta la jugada maestra que las
culmine, ese encuentro cara a cara o esa conversación por teléfono que nos
permita tomar tierra, la tierra de la amistad. Me dice que en el mes de marzo
vendrá por aquí y que será posible que nos veamos. Ojalá.
sábado, 15 de diciembre de 2018
Félix Rodríguez de la Fuente
Mi hermano Rodrigo, con los vídeos que grabó y
las fotos que sacó durante el camino, está montando un documental en el que
intenta expresar lo que sintió en su peregrinación a Santiago desde Pamplona. A
medida que lo veía, su manera de narrar me recordaba la de alguien. Pronto caí
en la cuenta de que se trataba de Félix Rodríguez de la Fuente. A mis hermanas
les había ocurrido lo mismo. Su declamación se parecía mucho a la del gran
documentalista de la flora y la fauna ibéricas. Rodríguez de la Fuente fue un
expertísimo narrador no sólo con sus imágenes sino también con su voz.
Describía pero al mismo tiempo, como si fuese un rapsoda homérico, les confería
a sus documentales un aire épico que parecía venir de otro mundo. Su prosodia
creaba tensión, alumbraba espacios, ponía límite y color a las cosas de un modo
singularísimo. Gracias a ella lo que veíamos era intemporal sin dejar de ser
muy de aquí y de ahora, o mejor: porque era muy de aquí y muy de ahora lograba
ser eterno. Pero esto hubiera sido imposible con otra voz que no fuese la suya,
dramática en su sentido más exacto y excelso.
viernes, 14 de diciembre de 2018
El farmacéutico
Es un tímido sin remedio. Tiene barba para dar y
tomar. A la que puede, se fuma un cigarro. Farfulla a veces y no sabes si te
está hablando, pensando en alto o poniendo palabras por lo bajín a lo que está
haciendo para no equivocarse con los medicamentos. Tiene toda la pinta de, en
petit comité, conseguir que te mueras de risa con sus gracias. Si lo soltasen
en medio de una carpa, estoy seguro de que le lloverían los aplausos.
miércoles, 12 de diciembre de 2018
Quen te cantará?
Estaba
fregando y mi madre iniciaba su siesta en el banco almohadillado que está
detrás de la cocina de leña. Como otras veces, cantó un poco. Entonces va y me
dice en un tono un pelín burlón: “E quen te cantará cando eu morra?” “Ai, mamá,
non che sei”, le contesté riéndome y un tanto conmovido.
martes, 11 de diciembre de 2018
¡Maestra, o vento vén torcido!
Qué
gracia nos hizo lo que nos contó María sobre un alumno de infantil hace ya
muchos años. Su aula estaba separada del edificio en el que estudiaban los
alumnos de primaria y en el que se encontraba también el comedor. A la hora de
comer, pues, los tenía que traer aquí. El caso es que un día hacía bastante
viento y, cuando estaban comenzando a subir la cuesta, uno de los pequeñajos,
al notar cómo el viento le impedía moverse, le gritó a mi hermana: “¡Maestra, o
vento vén torcido!”
lunes, 10 de diciembre de 2018
Money Monster
Después
de vagar por India, Rumanía, Argentina o Islandia, pongamos por caso, en mis
noches de cine, viendo magníficas películas, necesito un chute de cine
americano, ése que sólo saben hacer ellos, espectacular, entretenido, asombroso
en muchos sentidos. Aquel vagar pone en mi pantalla historias que quieren ser
sobre todo paisajes del alma, adentramientos en el corazón de lo humano, a las
que acompaña siempre cierta morosidad. Sin ellas yo no podría vivir como
espectador de cine (ni como ser humano), pero si enlazo varias de ellas llega
un momento en que necesito salir de tales profundidades y buscar el aire, otro
tipo de narración, la americana, vaya. Sólo esta industria (en la actualidad
muchísimo menos, claro; su edad no es ahora, no ya la de oro, es que ni la del
bronce) sabe combinar lo hondo y lo ligero en productos que satisfacen a un
tiempo tus deseos de evasión y de conocimiento. Money Monster, de Jodie
Foster, por citar sólo una, es un ejemplo perfecto. Está todavía muy caliente
en mi retina.
sábado, 8 de diciembre de 2018
La robleda
Ya era de noche cuando llegó a la robleda. Nunca la había visitado a esa hora. Las lucen recién estrenadas que estaban puestas en las lindes de los caminos no alcanzaban el metro de altura. Estaba seguro de que detrás de cada árbol se había apostado un fantasma y que todos contenían la risa. Por encima de las copas, entre las ramas, también las hadas debían estar riéndose a hurtadillas. Nadie le salió al asalto sin embargo cuando se puso a caminar.
Los árboles, que parecían más gigantescos y señoriales, lo miraban con curiosidad. Suponía él que algunas de sus hojas eran en realidad ojos aunque no sabría decir cuáles. Hojas, ojos y ramas componían un techo que lo amparaba.
Había ido a la robleda a hacer fotos. La escasa luz lo había obligado a llevar el trípode. Cuando veía algún objetivo interesante, lo desplegaba y la cámara, tras diez segundos, disparaba su tiro. De todas las que hizo, la fotografía que más le gustó fue una en la que se veía la luna creciente tras las hojas de los robles. Tenía misterio y encanto.
viernes, 7 de diciembre de 2018
La renuncia de Eugène Green
En Como
ser conservador, Roger Scruton afirma que las sociedades nacen de un
acuerdo prepolítico y tácito de sus miembros, que las constituye en un “nosotros”.
Unos días después de leer esto, al ver una película de Eugène Green, recordé
que la vida de este director ratifica la reflexión de Scruton. “Aunque nace en
Nueva York en 1947, leemos en la página web del cine Numax, se refiere a los
Estados Unidos como Barbaria y considera su verdadera fecha de nacimiento 1968,
año en el que marcha de su país de origen rumbo a Europa, y tras un largo
peregrinaje, se asienta en París donde adopta la lengua francesa como propia”.
Green vino a este cine de Santiago el pasado mes de julio. Antes de la
proyección de su última película, En attendant les barbares, cuando el
presentador mencionó su inicial identidad americana, Eugène Green movió
enérgicamente la cabeza de derecha a izquierda, lo que hizo que aquél se apresurase
a completar la información para que nos quedase claro que él de americano nada.
Lo que había hecho el director de Le fils de Joseph, y éste es el punto
al que quería llegar, fue retirar su acuerdo con la sociedad americana,
rescindir su contrato con ella, porque, por las razones que fuesen, ya no
quería formar parte de su “nosotros”.
jueves, 6 de diciembre de 2018
El perro
Toda la comunidad de vecinos de mi amigo Paul, en el barrio de
Salamanca de Madrid, está en un sin vivir desde que arribó allí una pareja
mexicana con un hijo y un perro. El problema es precisamente el perro que ladra
y ladra y ladra para desesperación de todos los habitantes del inmueble. Se
intentó todo y no se logró nada. De mente cerril y voluntad caída, la linda
pareja le pone solución al problema durante dos días (un bozal,
tranquilizantes…), pero al tercero vuelven todos por sus fueros: a su despreocupación
los dueños y a sus ladridos el perro.
Está muy bien tener un perro pero está muy mal no escoger el
adecuado. Habían ido a buscarlo a una perrera y, cree Paul con mucha razón,
que, viéndolos bastante ignorantes del mundo canino, los trabajadores del lugar
les enchufaron el que más tabarra les daba. Paul, que sí sabe de perros, me
contó que el chucho en cuestión es de una raza que necesita mundo exterior y un
jefe. Es decir, no es el tipo de perro al que se le puede achuchar y llamar
chuchirrín, sino todo lo contrario: necesita que lo gobiernen. El caso es que,
si el perro ya estaba medio tarado, con unos blandengues animalistas como amos
anda medio desquiciado.
Tienen en torno a cincuenta años y su hijo es un
adolescente que se pasa todo el día dale que te pego a los videojuegos. El
padre no sale de casa en todo el día y ella colabora con una ONG. ¿De qué
viven? Paul, fino rastreador, los supuso hijo de papas ricos, de onda hippy,
animalista, new age, idos de México y venidos a Madrid. El caso es que en lo
que respecta a lo del dinero acertó: la madre de él es riquísima y no es
descaminado pensar que los sostiene desde allá, acaso porque quiso librarse del
hijo, de la nuera y del nieto durante una larga temporada.
miércoles, 5 de diciembre de 2018
La esperanza
Tiene razón Thomas Friedman al decir que tanto el
optimismo como el pesimismo son posturas fatalistas: creer que todo irá a peor
o que todo irá a mejor porque sí es dejar las cosas en manos del fatum. Lo que en verdad debiera tener
relevancia, afirma también el periodista americano, es la esperanza activa. El
adjetivo no deja de ser una redundancia porque la verdadera esperanza, como
pensaba Juan Luis Ruiz de la Peña, trabaja siempre en dirección a lo esperado, es decir, empieza a construir aquí y ahora
aquello que espera. Es decir, si no es activa no es esperanza. Cosa distinta es
de qué manera el optimismo y el pesimismo, en cuanto predisposiciones
psicológicas que determinan el temple de la personas, influyen en su esperanza.
martes, 4 de diciembre de 2018
Canciones en el wasap
En el grupo de wasap integrado por mis compañeros de BUP y COU
y del que formo parte, Lito oficia estos días de DJ y nos devuelve las
canciones que fueron hitos en el pub Máis Alá, asiento de muchas generaciones
de Silleda, y que escuchamos tantas veces en nuestra primera juventud. Ha
puesto “La quiero a morir”, de Francis Cabrel, y descubro que me gusta más la
original francesa: “Je l’aime a mourir”, con esa pausa maravillosa en el
estribillo, allí donde, tras cantar que “elle a dû faire toutes les guerres de
la vie”, se para, crea un suspense, y añade: “et l’amour aussi”.
Vino después “Hotel California”, de los Eagles, “such a lovely
place, such a lovely face”, sí, pero al final resulta que es un lugar siniestro
del que uno no puede escapar, como si del motel de Norman Bates se tratara.
A
continuación, “Dust in the wind”, del grupo Kansas, que resulta ser una canción
muy cuaresmal: “All we are is dust in the wind”.
lunes, 3 de diciembre de 2018
L'amour
Hace unos días me levanté gris y tristón y, camino del
trabajo, me venía “l’amour” de la Carmen de Bizet a la cabeza, quizá con ansia
de remediar mis males. La letra dice así:
L'amour
est un oiseau rebelle
que
nul ne peut apprivoiser,
et
c'est bien en vain qu'on l'appelle,
s'il
lui convient de refuser.
Rien n'y fait, menace ou prière,
l'un
parle bien, l'autre se tait:
Et
c'est l'autre que je préfère,
Il n'a rien dit mais il me plaît.
L'amour! L'amour! L'amour! L'amour!
L'amour est enfant de Bohême,
il
n'a jamais, jamais connu de loi;
si
tu ne m'aimes pas, je t'aime
si
je t'aime, prends garde à toi!
Si
tu ne m’aimes pas,
Si
tu ne m’aimes pas, je t’aime!
Mais,
si je t’aime,
Si
je t’aime, prends garde à toi!
L'oiseau
que tu croyais surprendre
battit
de l'aile et s'envola ...
l'amour est loin, tu peux l'attendre;
tu ne l'attends plus, il est là!
Tout autour de toi, vite, vite,
il
vient, s'en va, puis il revient ...
tu
crois le tenir, il t'évite,
tu crois
l'éviter, il te tient.
Es un pájaro rebelde que no se deja domeñar ni por amenazas ni
por súplicas. Sin más ley que su ley, si tú no lo amas él te ama, y entonces
¡prends garde à toi! Crees tenerlo pero entonces se echa a volar. Cuando ya no
lo esperas, vuelve a estar ahí, a tu alrededor. Viene, se va, vuelve otra vez.
Crees tenerlo y te evita. Crees que lo has despachado y te tiene. ¡Ah, l’amour!
¿Como el Espíritu Santo, que sopla donde quiere?
Pero él sí se sujeta a súplica…
sábado, 1 de diciembre de 2018
Las arañas
Una telaraña perlada por la lluvia en medio de un rosal es una
cosa hermosísima, desde luego, pero las que se acumulan en las esquinas de las
habitaciones lo son mucho menos. No te librarás de ellas si no te libras de las
arañas por lo que yo me he convertido en un auténtico depredador, con permiso
de Spiderman. Pero que nadie piense que soy cruel con ellas. Me limito a
succionarlas con el tubo de la aspiradora y realmente no sé si acaban muertas
en el totum revolutum final o si sobreviven en un limbo de polvo y pelusas.
Y ya que hablamos de arañas, ¿por qué las mujeres
les tienen tanto miedo? Una llegó a decirme que esta aracnofobia podría ser el
recuerdo de una etapa evolutiva en la que las arañas eran gigantescas y
atacaban sólo a las mujeres. A saber… El
caso es que yo, cuando alguna de mis sobrinas pega un alarido asombroso al ver
seis patitas pegadas a un corpúsculo, me apresuro a atrapar la araña por uno de
sus filamentos para que comprueben lo insignificante que es. Pero no hay
manera.
viernes, 30 de noviembre de 2018
Los cuervos
Bajé a
la huerta a darme un oreo. El día iba ya de caída. Los cuervos, siempre
mañaneros, son también los que con sus graznidos marcan la hora de vísperas.
Llevaba mi cámara por si pillaba algo interesante. Para mi sorpresa, al final
de la huerta, que da a una calle en la que todavía no hay casas, apareció L.,
que había bajado del coche a hacer pis. Le eché el alto en plan policía
vigilante de las buenas costumbres pero la vejiga es la vejiga y, resuelto a no
aguantar más, se acercó al árbol a desaguar. Me siguió hablando tal cual y yo
me di la vuelta para respetar su momento íntimo. Después se marchó y yo
proseguí deambulando. La luna crecía y yo intenté obtener una buena foto. Ante
los malos resultados, desistí. Tuve más suerte con una banda de cuervos, que
cubrieron todo el rectángulo de la foto sobre un cielo cada vez más oscuro,
mientras el ángulo inferior izquierdo lo ocupaban las ramas de un arbusto.
jueves, 29 de noviembre de 2018
El abrigo
Una de las cosas que tengo que hacer en mi
trabajo es ir a buscar a un pequeñajo cuando alguno de sus padres viene a
buscarlo. Esta vez se trataba de una niña de primero, seis añitos pues. Cuando
cogió el abrigo yo pensé que se lo pondría como todo el mundo. Pero no. Lo tiró
en el suelo con la parte interior hacia arriba y la zona del cuello hacia ella.
Entonces va y se agacha, introduce sus brazos en las mangas y levanta el abrigo
echándolo hacia su espalda. Me hizo muchísima gracia, puro ingenio y resolución
infantiles.
miércoles, 28 de noviembre de 2018
Open
Open es la autobiografía de Andre Agassi escrita
conjuntamente por él y el periodista y premio Pulitzer J.R. Moehringer. Es un
libro vibrante y asombroso, pleno de emoción. Cuando lo tenía entre mis manos
una tarde de septiembre, bajo el kiwi, mi hermana María me preguntó qué leía.
Le contesté y a renglón seguido le leí algunos párrafos. “Mañana mismo lo
compró”, exclamó. Su lectura le entusiasmó tanto como a mí. Yo tenía claro que
sería mi regalo de cumpleaños para mi sobrino Maino y mi hermano Pepe. Sé que
les regalo a un tiempo un libro extraordinario y unas instrucciones para vivir
igualmente extraordinarias. ¿Quieres vivir con sensatez, coraje y generosidad?
Pues todo esto y más lo encontrarás en estas páginas.
Agassi odió el tenis toda su vida, al que se dedicó porque su
padre se lo inculcó férreamente y porque, al cabo, sería lo único que sabría
hacer pues no iba a tener estudios ni formación para dedicarse a otra cosa.
Errático y genial a un tiempo, enseguida estuvo entre los mejores aunque ni el
dinero, ni la fama, ni las victorias le proporcionaron ni un ápice de
felicidad. Tras una caída brutal en el ranking el año 1997, resurgió con fuerza
con el deseo de ganar Roland Garros, el único Grand Slam que le faltaba. Y era
un deseo feroz. Lo consiguió el año 1999 y fue la única vez que una victoria le
reportó una inmensa felicidad, tanta que le entraron unas ganas irreprimibles
de compartirla y de dar las gracias. ¿Qué hizo? Se inclinó ante el público en
los cuatro lados de la cancha. Desde entonces lo hizo siempre. Este modo de
mostrar su agradecimiento despertó en mí un enorme afecto por él, en las décadas
en que fui un forofo del tenis. La lectura de Open lo ha reavivado.
Que nadie piense que este libro es otro ejemplo más
del muy americano “yes, you can”, tan insufrible en tantos sentidos. Es la
historia de un éxito en lo deportivo y de una frustración en lo personal, hasta
extremos dolorosísimos. Que el final sea feliz no contradice lo que empiezo
afirmando en este párrafo, entre otras cosas porque los seres humanos tenemos
la obligación de no permanecer tendidos en el sopor de nuestras miserias sino
de levantarnos y redimirnos. De esto y no de otra cosa va el libro.
martes, 27 de noviembre de 2018
La ratonera
No sé cuántos roedores hay en el desván de mi casa. Mi madre y
yo ya llevamos un tiempo escuchándolos. Frenado por mi proverbial pereza para
según qué cosas, no ha sido sino hasta hace poco que decidí exterminarlos. Una
vecina me habló de unas ratoneras que los atrapan pero no los matan y que había
comprado en Amazon, ratoneras animalistas, vaya. No sé yo si esta vecina mía es
animalista o no, pero el caso es que después los ratones que caen en la trampa
se los echa a los gatos. Éstos aguantan el tipo como animalistas un rato
mientras juegan con los roedores y tal pero al final se los comen, claro.
Llevado por la curiosidad, me hice yo también con estas ratoneras, aunque no
sabía lo que iba a hacer con un ratón atrapado, sí, pero vivo y coleando. Ya
veríamos.
Y llegaron, dos, de plástico y de color verde. El funcionamiento
es sencillísimo. De un lado pones unos trocitos de chorizo, por ejemplo. El
ratón, atraído por el olor y el hambre, entra por el otro lado de la trampa y
queda atrapado al pisar la palanca que cierra la portezuela. Después las puse
en el desván y decidí esperar unos días.
Pasado este tiempo subí con cierta aprensión
porque a mí los ratones me dan asquito. ¡Allí estaba el sujeto, y muerto! De
haber sido yo animalista con pedigrí me habría dado un soponcio pero lo único
que hice fue preguntarme por la causa de su muerte. No podría haber sido otra
que el hambre. No pensé más en ello. Bajé la ratonera con la víctima y tiré el
ratón a un muladar de la huerta.
domingo, 25 de noviembre de 2018
Conducir de noche
Conducir de noche por carreteras poco transitadas
es siempre hacerse cómplice del coche que aparece por detrás o al que tú
alcanzas por delante. Si durante un tiempo prolongado vais juntos uno detrás
del otro se establece un vínculo invisible. En el momento en que uno de los dos
alcanza su destino o prosigue en otra dirección, una pena surge por ese tiempo
compartido que ha llegado a su fin.
sábado, 24 de noviembre de 2018
El mirador
Si gustas de la soledad y de ver pasar la vida,
antes de entrar en un bar o en una cafetería, comprobarás si hay alguna mesa
libre al lado de la ventana. Querrás ese mirador privilegiado que es todo
cristal, al otro lado del cual la calle es la pasarela de los maravillosos
seres humanos, portadores de misterios y protagonistas de aventuras sin cuento.
Como tu sensatez, o ni siquiera esto, sino más bien tu aversión al solipsismo
tecnológico te ha librado de la wasapmanía, tendrás, además de manos libres,
ojos igualmente libres para ver lo qué pasa, que es siempre un quién pasa.
Cuando vuelves los ojos hacia dentro es para que caigan sobre el libro que
tienes abierto.
viernes, 23 de noviembre de 2018
Los primeros bares de nuestra vida
Aunque el libro Bebimos y comimos, de
Ignacio Peyró, me resultó aburrido porque no tengo yo paladar para la
literatura gastronómica por más excelsa que ésta sea, y lo es en este caso, le
agradezco su referencia a los bares, sobre todo a los primeros de nuestra vida, allá en la tardía
adolescencia y en los albores de la juventud. Vienen a mi memoria el Avenida,
el Alaska y el Silleda. En aquellos años, principios de los 80, los bares de
pueblo no exhibían marca propia en lo que a diseño se refiere. Todos eran del
montón pero esto importaba bien poco. Dejados atrás parques, pinares y
robledas, lo que después necesitábamos para estrenarnos como seres adultos era
un sitio donde hubiese bebidas, mesas y sillas y se pudiese fumar, un bar en
definitiva. Algunos se atrevían con sus primeras cervezas y sus primeros
cigarrillos, y los noviazgos, con sus besos apasionados, se mostraban sin rubor
frente al resto de la pandilla. Uno se iniciaba aquí en el arte de la
conversación, en el que brillaban los primeros espadas de la elocuencia, el
humor, el ingenio y la filosofía. Quién sabe si empezaban a decantarse aquí
vocaciones y destinos, sintiéndose unos muy en su sitio y otros muy fuera de él,
viéndose unos en una carrera y otros en un oficio, queriéndose unos verse
casados a la vuelta de los dieciocho y otros fiando el asunto a un futuro más
lejano.
jueves, 22 de noviembre de 2018
El mejor verano de mi vida
Al contrario que Haneke, Dani de la Orden no tira de ironía en
el título de su película El mejor verano de mi vida, porque lo va a ser
para el pequeño Nico cuando aguarda a que su padre cumpla su promesa de
regalarle el mejor verano de su vida, tras obtener él un pleno de dieces en sus
notas de final de curso.
Su padre es un personaje descacharrante e
imposible, del que uno desespera a las primeras de cambio. Su optimismo caótico
y su “yo siempre tengo un plan” montado sobre la más pura improvisación, lo conducen
de desastre en desastre, para exasperación de su hijo que, con todo, no pierde
sus esperanzas en él. Dado que Dani de la Orden quiere una película con final
feliz, todo lo ordena para que, finalmente, al caótico Curro le sonría la
fortuna.
miércoles, 21 de noviembre de 2018
Happy End
Se titula Happy End
pero siendo de Haneke era fácil adivinar que se trataría de un unhappy end.
Al poco de empezar la película ya vemos en un hospital las
piernas de una mujer que ha intentado suicidarse. En tanto se cura (o no), su
hija se marcha a vivir con su padre y su segunda mujer a la gran mansión del paterfamilias, el abuelo octogenario.
Aquí reside también su tía, que está al frente de la empresa familiar.
El anciano señor ya no quiere vivir por lo que, a hurtadillas
y con nocturnidad, sube a un coche y lo empotra contra un árbol. Sólo consigue
fracturarse la tibia, el peroné y dos costillas. Viéndose paralizado en una
silla de ruedas sus ganas de morirse se redoblan. Le pide a su peluquero de
toda la vida que le consiga medicamentos o un arma de fuego y munición. El
peluquero, contrariado, le dice que no.
Mientras tanto la madre de la niña no ha conseguido salvarse y
muere. Hete aquí pues a la pobre chavala con una madre suicidada y con un
abuelo haciendo méritos para serlo. Por si esto fuera poco, descubre en el
ordenador de su padre los mensajes líricos y guarros que intercambia con su
actual amante. Las pastillas que le habían sobrado a su madre se los toma ahora
ella.
Ya en el hospital, el padre desea comprender lo que ha hecho
su hija. Ésta, a quien su intento de suicidio no le ha robado ni un ápice de
lucidez, le suelta esta lindeza: “Mira, papá, tú no quieres a nadie. No
quisiste a mamá, no me quieres a mí, no quieres a tu actual mujer ni al hijo
que tienes con ella. Lo único que quiero saber es si, cuando la abandones, me
llevarás contigo o me dejarás en un centro de menores”.
Su tía tiene un hijo treintañero con sus propias cuitas. Un
accidente le cuesta la vida a un obrero de la empresa. Si bien, tras la
investigación, se demuestra que ha sido fortuito y que la empresa cumple todos
los requisitos en lo que a seguridad laboral se refiere, al heredero, aquejado
de mala conciencia por el prurito social que de repente le brota, le estalla la
cabeza. Así, la señora marroquí que lleva años de servicio en la casa aparece
ahora antes sus ojos como una esclava, y no duda en denunciarlo a voz en grito
el día en que su familia, con motivo del 85 cumpleaños del abuelo, celebra una
fiesta en su honor con lo más granado de la sociedad presente.
En el banquete de boda de su madre (no sabemos si soltera,
divorciada o viuda) vuelve a las andadas con mayor artillería. Irrumpe en el
comedor con un grupo de migrantes negros. Tras un exordio irónico, presenta al
primero: “Se llama Mohamed, viene de Nigeria, y su mujer y su hijos ardieron
durante una operación de Boko Haram”. Se arma, clara, la de San Quintín.
El abuelo, aprovechando el revuelo, le pide a su nieta que lo
saque fuera. Aquí hay que hacer un aparte para contar la conversación habida
entre los dos unos días antes. Como el padre no había conseguido granjearse la
confianza de su hija para averiguar por qué había querido suicidarse, le pide
al anciano que lo intente él. Como ni de primeras ni de segundas consigue
derribar la desconfianza de su nieta, de terceras opta por abrirle él su propia
intimidad. Le habla de su abuela, a quien la niña no conoció, de lo maravillosa
que había sido, de la vida feliz que tuvo a su lado. Cuando cayó enferma, le
había entregado todo su tiempo para cuidarla, dejando el cuidado de la empresa
en manos de su hija. “Tras tres años de sufrimientos prolongados y absurdos la
maté asfixiándola. No me arrepiento de haberlo hecho”. Ahora es el turno de la
nieta, de que cuente por fin por qué intentó suicidarse. “No lo sé”, contesta.
Magra respuesta, pero en cualquier caso ya se ha forjado un vínculo.
Decíamos que el abuelo le había pedido a su nieta que lo
condujera fuera del restaurante, a la sazón al lado del mar. Desde el sitio en
el que están una vez que han salido, una rampa se
adentra en él. “Acércame al agua”, le dice el abuelo a su nieta. Cuando ya
están en el borde, le pide que lo empuje más. La niña duda, recela, se turba.
“Está bien, vete”. Él mismo levanta entonces el freno de la silla de ruedas,
que poco a poco se va adentrando en el mar hasta casi hundirlo hasta el cuello.
Mientras tanto, su nieta ha subido la rampa hasta quedar a la
altura de la puerta del restaurante. Coge el móvil, activa la cámara y graba a
su abuelo. En la escena entran de repente y a gritos su padre y su tía, que
corren rampa abajo a rescatarlo.
Lo dicho, un “happy end”, ¿no?
martes, 20 de noviembre de 2018
El malvado zorro feroz
Hace unos días vi una película animada cuyo
título era El malvado zorro feroz. Este zorro, a fuerza de no conseguir
ser feroz, termina por no ser malvado. Es un inepto, vaya. La gallina enemiga,
a la que quiere zampar, le tiene bien tomada la medida y una y otra vez lo
ningunea de todas las maneras. Es una gallina de armas tomar. Su amigo el lobo,
viendo que su amigo el zorro no pasa de ser un zorrito sin tomo ni lomo, le
sugiere que le robe los huevos, cosa que sí logra. Cuando los tiene en su
madriguera, continúa incubándolos para que nazcan los apetitosos pollitos.
Finalmente éstos salen del cascarón y, como ya sabemos, al primero que ven le adjudican
el papel de madre. Allá que se lanzan pues, todos alborozados, al regazo del
zorro llamándole “¡mami!” Éste se queda anonadado por la sorpresa y, dada su
poca monta como zorro malvado y feroz, se ve superado por los amores filiales
de los pollitos. ¿Y qué querrán ser los pollitos cuya madre es un zorro? Pues
zorros. ¿Y qué querrán comer? Pues pollitos. El pobre zorro cría unos pollitos
que quieren ser zorros que se coman pollitos. El tiro a nuestro amigo le sale
por la culata, pues. Las agallas se le convierten en entrañas y colorín
colorado este cuento se ha acabado.
domingo, 18 de noviembre de 2018
Sigo soñando
Estoy en verdadera racha onírica. La pasada noche fue larga a este respecto. De entrada, me las vi con una camada de cachorros caninos. Eran cuatro y de dos desconfíe por completo y de los otros dos me enamoré al instante. Como no paraban me cansé lo indecible pues mi intención era domarlos para que obedeciesen la voz de su amo. Creo que esta parte del sueño acabó mal, con mis perritos perdidos y muertos en algún lugar oscuro y tenebroso. Aquí, de refilón o al final, se coló la historia de la recomposición salvaje de un perro para convertirlo en una máquina asesina, como si alguien hubiese tratado de transformar un dálmata en un dóberman mortífero.
Después me vine a terrenos musicales. Mi hermana Lucía (ella y mi hermana María siempre están muy presentes en mis sueños) y Toño, su marido, habían reclutado a una especie de hombre orquesta para que actuase de pasacalles en la fiesta del pueblo. Aquí y allá se me cuelan unos flashes en las que lidio con mi ropa, pensando en si me pongo una o si me ponga otra. Tras un giro inesperado, estoy bajando del campanario de la iglesia de mi pueblo por una escalera empinadísima y en espiral que parece haberse estrechado repentinamente. Llamo a mi madre, que se ha quedado arriba, para que baje.
viernes, 16 de noviembre de 2018
Soñando a lo alto
Mi máquina onírica dio también de sí la noche pasada. En un
sueño me veo, creo que en compañía de mi hermana Lucía, en la cornisa de una
montaña a la que está prohibido acceder. Hay allí una cueva y en su interior
una poza en la que me meto en compañía de alguien más. Quiero disfrutar de su
agua caliente y, sobre todo, del desafío que supone hacerlo.
En otro tramo del sueño estoy en lo alto de un
inmenso campanario. Desde él veo a media distancia a B. en la copa de un árbol,
saltando de rama en rama, hasta que, oh desgracia, se precipita al vacío, se
estrella contra el suelo y muere en el acto. M., que estaba haciendo lo mismo,
desciende de rama en rama para acudir en ayuda de su amiga pero, oh desgracia,
también ella cae y se muere. H. y yo nos dirigimos después a velar sus cuerpos.
miércoles, 14 de noviembre de 2018
La cena
Fueron a la cena para contentar a los anfitriones. El señor de
la casa había pescado un buen lote de fanecas y los había convidado a dar buena
cuenta de ellas. No era un pescado por el que uno daría la vida, ciertamente,
pero estaban al tanto de las buenas artes culinarias de la señora. Y así fue,
en efecto. Los había rebozado con una harina especial que dotaba a los peces
fritos de una tiesura que permitía a los comensales cogerlos con la mano como
si de un pastel se tratara. Estaban además completamente secos, sin rastro de
aceite. En vez de los típicos cachelos, habían servido las patatas enteras y
sin quitarles la piel. Pero antes no habían faltado los magníficos patés marca
de la casa. Y de una bodega tan bien nutrida como la que tenían los anfitriones
habían venido los mejores vinos que cabía esperar. A este respecto todo rodó
estupendamente.
La conversación discurrió por los temas
habituales de los que hablaban siempre que se reunían. Se alababa la comida, el
vino, etc. Esta vez, además, las invitadas elogiaron mucho los manteles
individuales que había ganchillado la señora. “Cada uno tiene un punto
distinto”, dijo. Todos quisieron comprobarlo y se fijaron en que el suyo era
distinto de todos los demás. Por lo demás, el cazador volvió a hablar de
jabalíes, el veterinario de sus operaciones quirúrgicas y así uno tras otro.
Nada fue excitante ni especialmente divertido pero tampoco nadie esperaba que
lo fuera. Todos se sintieron cómodos y esto fue más que suficiente.
lunes, 12 de noviembre de 2018
El eremita urbano
Hace unos días soñé que estaba con mis hermanas
en una habitación de una ciudad extranjera. No sé cómo habíamos acabado allí
pero lo emocionante es que era donde vivía ¡San Juan de la Cruz! ¿Hasta qué
punto influyó en este sueño el hecho de que por la tarde, mientras leía la
novela El despertar de la señorita Prim,
me topé con la expresión “eremita urbano”? Y es que tal era la descripción que
convenía a nuestro San Juan de la Cruz. Su rostro traslucía una inmensa
caridad, un amor infinito, una cualidad tal que te entraban ganas de
arrodillarte y lavarle los pies. Nos abrazó a cada uno de nosotros con un
cariño indecible. Sentí que quería ser como él, estar donde estuviese él. Fue
un sueño extraordinario.
sábado, 10 de noviembre de 2018
El pimiento rojo
El color rojo de un pimiento es más hermoso que
el de un tomate porque tiene un brillo especial. Cuando merodeaba por la huerta
con mi cámara en ristre repare en él. Estaba a ras de suelo y no tuve más
remedio que acostarme. Al estirar las piernas mi pie izquierdo se hundió en un
charco. “Vale, gajes del oficio”. A través del visor de la cámara, el pimiento
me pareció todavía más hermoso y brillante. Pedía a gritos una buena foto y yo
estaba dispuesto a hacérsela. Moví la cámara hasta dar con una composición que
me gustase y entonces hice “clic”.
jueves, 8 de noviembre de 2018
En el entierro de la madre de B.
A la seis y media ya era de noche y lloviznaba un poco. Con
nuestros paraguas abiertos le hicimos un pasillo al coche fúnebre para que
pudiera acceder a la puerta del cementerio. Tras las oraciones de rigor, los
empleados de la empresa funeraria sacaron el ataúd de la madre de B. y lo
transportaron sobre sus hombros hasta el nicho. La calle en la que estaba era
muy estrecha y nosotros permanecimos atrás.
A B. le hizo muchísima ilusión que hubiéramos ido a
acompañarla sus amigos y amigas de última hora, o mejor, de último año, después
que, por iniciativa suya, nos hubiésemos juntado la promoción del 79-83, desde
1º de BUP hasta COU, hacía 13 meses. No era asunto menor que actuásemos de contrapeso
frente al entorno hostil que formaba la familia de su cuñado, el más presente
en ese momento en el tanatorio. T. me informó que él y su mujer, la hermana de
B., habían dejado de hablarle hacía años a raíz de un episodio familiar.
Su madre, que tenía 91 años, había estado los últimos cinco en
cama y padecía alzhéimer. Había vivido con una sobrina de B. Ésta había sido el
fruto de una violación, la que había sufrido su madre, una mujer discapacitada,
a los 18 años. Era la otra hermana de nuestra amiga.
Yo ya conocía al marido de B., un hombre
realmente encantador. Le pedí que me presentase a E., el hijo de ambos.
Apareció un chico guapo, sonriente, con un semblante muy amistoso. T., que me
iba informando puntualmente de todo, me dijo que era igualito al abuelo de
nuestra amiga, un hombre de eterna sonrisa que ella misma había conocido.
martes, 6 de noviembre de 2018
Las hoja de los plátanos
Las hojas de los plátanos, con sus cinco puntas,
parecen manos caídas en el suelo.
domingo, 4 de noviembre de 2018
La rosa amarilla
Este año he descubierto que mi flor preferida es
la rosa amarilla. A fuerza de verla en la huerta de mi casa durante casi todo
el año y de acercarme con mi cámara para sacarle fotos, fui aficionándome a
ella cada vez más. Ya estaba seguro de que la rosa es la reina de las flores.
Ahora doy un paso más, no para decir que la rosa amarilla es la reina de las
rosas sino para guardarla dentro de mí en el lugar más alto.
viernes, 2 de noviembre de 2018
Las gotas
Las gotas quedan prendidas en el alambre donde se cuelga la
ropa. Parecen un enorme ciempiés.
¿Y de qué lado tienen los ojos? No lo sabemos. A lo mejor cada
una de ellas es un ojo que no necesita girar sobre sí mismo para verlo todo a
su alrededor.
Imagino que corre por el alambre un ronroneo de agua que
constituye su conversación íntima.
Se echarán a volar sobre los rayos de sol si es
que no las ha sacudido antes una mano amiga.
miércoles, 31 de octubre de 2018
Halloween
¿Qué pensará la niña cuándo vea que su madre y su abuela le
han traído un disfraz de mono? Todos sus compañeros, en el día de Halloween, o
son brujas o son esqueletos. ¿Va a ser ella un mono? Todo dependerá de la
fuerza de su carácter. Si se amilana por verse distinta e incongruente, no se
lo pondrá. Si se viene arriba en un alarde de brava fantasía, se lo pondrá.
Hoy la reina es la calabaza. La tradición las ha
convertido en el juguete de los muertos. Combina bien su color naranja con el
color negro de los rapazuelos. Su mueca es terrorífica y han venido para
asustar a los adultos. No está mal pensar que la muerte es un niño que lleva
una calabaza con una vela dentro.
martes, 23 de octubre de 2018
El punto fijo
Soy caballero del punto fijo, aquél al que mi
mirada se ata cuando necesito estar relajado. Puede ser una gota, una antena,
una chimenea. Puedo estar en silencio o puede sonar la música, las Vingt
regards sur l'enfant Jésus, de Olivier Messiaen, por
ejemplo.
domingo, 21 de octubre de 2018
La loca de la casa
Llevo un tiempo siendo muy consciente de las
trampas de la imaginación, entendida ésta según la segunda acepción del DRAE:
“Aprensión falsa o juicio de algo que no hay en realidad o no tiene
fundamento”. Desde que cometí dos errores de bulto, aunque no graves, llevado
por ella, ando alerta para detectarla, y así desactivarla, y no ser de este
modo presa de su influjo. Que sea así la loca de la casa, como quiso Santa
Teresa, tiene todo su sentido. Locura es juzgar como real lo que no es real o
dar fundamento a lo que no lo tiene en absoluto. Cabe oponerle pues un muy
decidido vade retro.
viernes, 19 de octubre de 2018
Sin el más mínimo esfuerzo
Bien puede la mano, nuestro maravilloso
instrumento prensil, dejar de serlo para devenir mero instrumento digital: su
única ocupación sería entonces la de pulsar botones con el dedo (y aun esto podría
desaparecer si es que finalmente todo se activase a través de un microchip
instalado en el cerebro). Las manos ya no tendrían que alargarse para agarrar ninguna
cosa: tenedores, tomates, esponjas de baño, volantes de automóvil, cordones de
zapatos, cremalleras, raquetas, pelotas de baloncesto, palos de golf, manzanas,
la arena de la playa… Sí, esto es lo que pasaría si el hombre se recluyese en
un mundo virtual que satisficiese todas sus necesidades sin tener que hacer ni
el más mínimo movimiento físico. Pero, por otro lado, esto no dejaría de ser un
signo de su plenitud futura, la de los hombres resucitados con cuerpos
gloriosos, en la que el espíritu tendría un dominio completo sobre su cuerpo y
por lo tanto todo lo que quisiese hacer lo haría “sin el más mínimo esfuerzo”.
domingo, 14 de octubre de 2018
Vívidamente rojo
Mi
vista se cuelga de un tomate o de un pimiento, algo vívidamente rojo, y se salva.
viernes, 12 de octubre de 2018
Sólo es mi opinión
Claro, ahora lo entiendo. Es necesario que, al acabar de decir algo, afirmemos que “sólo es mi opinión” porque así nos relativizamos a nosotros mismos, nos hacemos objetables, no poseedores de la verdad absoluta. De la misma manera, también entiendo que nuestro interlocutor lo diga: “Bueno, ésa es sólo tu opinión”, por más que nos irrite la obviedad: “Hombre, claro, ¿de quién si no?, soy yo el que está hablando”, porque hace lo mismo, relativizarnos, ponernos en nuestro sitio que es justamente eso, sólo nuestro sitio.
Otro asunto es que, a veces, o en realidad muchas veces, la opinión de uno o de otro diga no sólo su verdad sino la verdad.
martes, 9 de octubre de 2018
Turangalila
Turangalila, de
Messiaen, es la música que uno esperaría oír en el centro de la tierra. Sabe a
corteza de árbol y a roca. Es rugosa, sí.
domingo, 7 de octubre de 2018
lunes, 3 de septiembre de 2018
Nubes
Ahora necesito un poco de nube porque Agassi me ha acelerado, su libro quiero decir, Open. Memorias, magnífico en grado sumo. Las nubes se mueven lentamente y si te montas en ellas sabes que también tú te moverás así, con lentitud. Unas son grises, otras son blancas, otras se decantan por tonos violáceos. Son gasas unas y son algodones otras. Una vez definí al poeta como alguien experto en nubes, aquél que sabría decir exactamente lo que sobre cada una hay que decir, con precisión poética.
Pero ahora mismo no hay nubes en el cielo, que fulge azul.
viernes, 31 de agosto de 2018
viernes, 17 de agosto de 2018
Tópicas homilías
Detesto las homilías genéricas, llenas de lugares comunes, que no bajan al humus de las lecturas y si lo hacen lo pisan de refilón sin traer consigo nada “concreto” en sus manos. Sean cuales sean las lecturas, los presbíteros que proclaman estas homilías, no sé si por falta de tiempo, por pereza, por negligencia o por incapacidad insuperable (lo único que podría disculparlos), se las arreglan muy bien para pasar de ellas, sobrevolarlas olímpicamente y decir los cuatro topicazos de siempre que no alimentan a nadie.
martes, 14 de agosto de 2018
Un sueño
Soñé que estaba en Santiago, dentro de una casa
de piedra enorme y sombría. Sus enseres eran antiguos, de otra época. También
estaban mis hermanas Lucía y María. Era una mañana de domingo y me aburría
muchísimo, tanto que creía que me iba a morir. Después salimos los tres, cada
uno por su lado. Mi aburrimiento letal no cesó por ello. Al mismo tiempo, estaba
incubándose una amenaza apocalíptica. Se sabía que, no tardando mucho, la
tierra comenzaría a aplanarse y llegaría el momento en que se convertiría en
una lámina. El día mientras tanto se había ido cubriendo de nubes muy oscuras.
Sin embargo la gente no había perdido la comba del domingo y no parecía dispuesta
a dejarse afectar por tan terrible amenaza. A mí todo me resultaba de una
pesadez abrumadora. Cuando desperté estaba confuso. ¿Qué había pasado? Mi
madre, al alimón, también había sufrido una pesadilla, según me contó después.
sábado, 11 de agosto de 2018
Mi ritmo
Ah, si no opinaras tanto, si fueses menos
contundente, si me dejases más tiempo para exponer lo mío. No sólo soy más
lento que tú, X, y que tú, Y, sino que además necesito serlo, quiero serlo. No
me apremiéis -no lo hacéis-, aceptad mi ritmo -ya lo aceptáis. Ya me acelera
bastante mi ansiedad como para someterme a velocidades que no son la mía.
jueves, 9 de agosto de 2018
viernes, 3 de agosto de 2018
miércoles, 1 de agosto de 2018
Su belleza
Su belleza es tan irresistible que me hace daño y
por eso escucho su canto sin mirar su cara. Me moriría de un ansia que ni yo
mismo soy capaz de describir. En el cielo la belleza ya no hará daño. ¿Quién
dijo esto?
domingo, 29 de julio de 2018
Un Bloom de pacotilla
¿Por qué no te vas, mente mía, por las lunas de
Júpiter? Pero no, como un Leopold Bloom de pacotilla todo es siempre el mismo
ronroneo en torno a las manías, las obsesiones, las quisquillosidades, las
naderías mil que circulan a su aire sin ton ni son. Sin embargo aquí, en este
mirador de nubes, algo bello y silencioso se cuela de vez en cuando.
viernes, 27 de julio de 2018
miércoles, 25 de julio de 2018
sábado, 21 de julio de 2018
Matar a X (y a Y)
Los pájaros se cruzan mil veces en el cielo. La
ventana de aluminio verde está entreabierta. No luce el sol pero la mañana es
clara y limpia. Voy pensando en por qué X es un problema para mí después de
tantos años de amistad. Necesitaría horas enteras, días de reflexión para
alcanzar alguna claridad sobre este asunto. Soy consciente de que su
contundencia al hablar, su seguridad, su aparente potencia vital me descolocan.
Y no descarto que haya motivos inconscientes que se me escapan y que algún buen
psicólogo acertaría a descubrirlos. A veces pienso, y esto es sólo una
hipótesis, que ciertos tipos femeninos terminan convirtiéndose en murallas que
no consigo escalar, a los que tendría que “matar” del mismo modo que, como
decía Freud, hay que matar al padre para independizarnos de él y así recuperarlo
después en un estadio de nueva madurez. ¿Necesito yo matar a X, y ya puestos
también a Y, para que la relación prosiga por un derrotero distinto y superior?
lunes, 9 de julio de 2018
Alguien, nadie
Quiero ser yo sin la necesidad de cargar con un yo, un alguien que es al mismo tiempo un nadie.
viernes, 6 de julio de 2018
lunes, 2 de julio de 2018
La casa en sombra
La casa se había ensombrecido debido a la
tormenta y entonces sus estancias le parecieron regias, llenas de vida y
misterio. “Debe existir una clase de fantasmas, pensó, que, lejos de la
tradición gótica, más parecidos a ángeles, se complacen en quedarse a vivir en
medio de las cosas que han ido entrañándose más y más dentro de nosotros”.
martes, 26 de junio de 2018
Paraíso y PARAÍSO
El Paraíso para ser PARAÍSO tenía que ser
ratificado. Dios puso a nuestros primeros padres en el Edén para que éstos lo
convirtieran en el EDÉN. El caso es que se cruzó una culebra y todo se fue al
carajo.
viernes, 22 de junio de 2018
El bufido
Treinta y cuatro años después nos reencontramos.
Me había olvidado de su manera de ser pero no de su cara, que continuaba siendo
la misma. Debido a la fibromialgia, la insuficiencia respiratoria y unos
cuantos perejiles más, usaba un scooter para desplazarse. Yo quise saber cuánto
aguantaba de pie. Me lo dijo pero no la entendí muy bien y se lo volví a
preguntar. Aquí le salió un medio bufido PeroTíoPonAtención y me lo explicó
otra vez. Entonces sí, vino a mi recuerdo cómo era: más buena que el pan por un
lado y todo un carácter por el otro, lo cual resulta una perfecta combinación.
sábado, 16 de junio de 2018
Barbuditos
“Hola, barbudito”, le digo a la efigie que aparece en el periódico como si saludara a un niño grande, a un abuelete bonachón, con esa cara ancha que tiene, con su barba cana y espesa, sus ojos bondadosos y estrábicos tras las gafas, su sonrisa campechana.
Éste otro también tiene barba pero es mucho más joven. Es oscura, un tanto rala pero también poblada. No sé yo si tendrá cara de pillo… Tiene mucho pelo en la cabeza y en la foto un mechón, bueno dos, se le descuelga sobre la frente dándole un toque especial. Detrás de las orejas, este pelo está crecido y no sabemos si se convertirá en melena. Tiene ojeras; quizás estaba cansado cuando le hicieron la foto. ¿Malote? No sé yo...
martes, 12 de junio de 2018
sábado, 9 de junio de 2018
Elsa
Cuando Elsa marchó de la casa en la que trabajaba
como aprendiz de costurera le dijo a su maestra que al día siguiente le traería
la tarta que le había prometido. Esa noche Elsa perdió a su hijo. Al día
siguiente, cumplió lo prometido y se la trajo por la mañana.
jueves, 7 de junio de 2018
El amor más grande
Si para Jesús no hay amor más grande que dar la
vida por los amigos, todos para él eran amigos pues él murió por todos. ¿Qué
cristiano se atrevería a no intentar ver bajo esta luz a sus enemigos?
martes, 5 de junio de 2018
Señor, Padre, Amigo (again)
Porque es Señor, lo respetamos.
Porque es Padre, lo amamos.
Porque es Amigo, confiamos en él.
Porque es Padre, lo amamos.
Porque es Amigo, confiamos en él.
lunes, 4 de junio de 2018
domingo, 3 de junio de 2018
viernes, 6 de abril de 2018
La expulsión de la simplicidad
Al salir del Paraíso, el hombre dejó atrás el don
de la simplicidad y quedó abocado a la dificultad. Allí todo lo entendía a la
primera porque la unidad lo presidía todo. No existía ningún tipo de fractura;
todo estaba en línea, al alcance del primer vistazo, de la primera operación de
la mente. Fuera del Paraíso, rota aquella unidad, dejó de existir esa línea
continua que lo enlazaba todo y le permitía al hombre acceder sin el más mínimo
esfuerzo a la omnicomprensión. Ahora su mente no avanza sino a trompicones, no
entendiendo o entendiendo mal, porque ya no está en comunión con la realidad y
la inteligibilidad de ésta se le escapa una y otra vez. Al perder su santa
simplicidad perdió la capacidad para acceder a la simplicidad del mundo.
lunes, 2 de abril de 2018
A su aire
Me molesta que mi mente, a su aire, se salga de
donde yo estoy y soy, que es siempre aquí
y siempre ahora, para irse a un
momento siguiente. Cada vez que ocurre, lo acuso arrugando el entrecejo y
tensando la mandíbula. Mi victoria está en desarrugar el primero y destensar la
segunda. A una acción mental opongo una acción física. Y funciona, aunque no
sin una infinita paciencia.
miércoles, 28 de marzo de 2018
Palabras mayores
Hay palabras que aceptan, con el paso del tiempo
y el cambio de la realidad, nuevas acepciones sin que ello suponga un ejercicio
de violenta presión contra ellas. Digamos que, hasta cierto punto, admiten que
se las alargue para poder cubrir esos nuevos aspectos de la realidad. Pero
cuando en ésta tienen lugar mutaciones profundas, hacerlas caber en un concepto
ya existente significará violentarlo porque en el fondo se está atacando el
hecho en el que quieren incluirse. Es lo que pasa con el matrimonio homosexual.
Aquí ha tenido lugar un cambio radical,
porque la realidad que significa la unión de dos personas del mismo sexo dista
muchísimo de la que significa la unión entre dos personas de distinto sexo. Son
hechos mayores, muy mayores y de ningún modo
menores la diferencia bio-ontológica que hay entre un hombre y una mujer y
su capacidad para engendrar hijos: esto no ocurre en una pareja homosexual. Por
lo tanto, pretender que una unión de dos personas del mismo sexo sea también un
matrimonio es actuar con violencia contra este concepto porque se ningunea la
realidad que significa. Un hecho radicalmente
diferente exige una denominación conceptual distinta. Aquí no cabe ningún
tipo de transacción.
lunes, 26 de marzo de 2018
De maridos
No sé cuántas parejas heterosexuales en este mundo nuestro
prefieren ser eso, pareja, o compañero o compañera, y no marido y esposa. El
caso es que, atendiendo un día a una mujer en el colegio, a la que conocía, al
preguntarle por su marido, dio un respingo y salto toda exclamativa: “¡No es mi
marido!” Recordé en seguida que, efectivamente, eran pareja de hecho. En el
otro lado, los homosexuales han luchado con denuedo para ser, ellos, marido -aquí
salto también yo todo exclamativo- ¡de un marido! y, ellas, esposa ¡de una esposa!
Curioso mundo nuestro…
jueves, 22 de marzo de 2018
Los (de momento las) inespecíficos
“Los inespecíficos” es un club que acabo de
formar y en el que voy metiendo a las personas que no saben decirte, por
ejemplo, “mi coche es de color azul” sin antes irse por las ramas, dar varias
vueltas, ejercer de Susanita (la amiga de Mafalda), etc. Al cabo, sí, te lo
dicen, pero mientras tanto ya uno se ha muerto de desesperación o de
aburrimiento. De momento los únicos miembros son mujeres. Me hace mucha gracia
tener un club así.
lunes, 12 de marzo de 2018
El bien, sin vanagloria o con ella
Decía San Felipe Neri que la vanagloria no debe ser un impedimento para hacer el bien. Éste no deja de serlo aunque nos envanezcamos por ello. Por la misma razón, a los “puristas” de la conciencia que atan en corto a los que hacen algo bueno reprochándoles que sólo quieren limpiar su mala conciencia, habría que decirles que tampoco en este caso la acción buena pierde por eso un ápice de su valor objetivo.
sábado, 10 de marzo de 2018
jueves, 8 de marzo de 2018
jueves, 1 de marzo de 2018
Pues mire, no, gracias, yo quiero moverme
Me causan repelús todos los esfuerzos que quieren
ahorrarnos las nuevas tecnologías. Parece que llegará el momento en que no
tendremos que mover ni un solo músculo de nuestro cuerpo para que las cosas
funcionen. Llegaremos a nuestra casa y la inteligencia artificial instalada en
algún sitio advertirá nuestra presencia y entonces se abrirá la puerta ella
solita, las luces se encenderán, otro sensor se dará cuenta de lo fatigado que
estoy y me invitará a tomar un vaso de agua y a sentarme en el sofá, el cual,
monitorizado también él, ya me recibirá con el respaldo inclinado hasta el
punto exacto que necesita mi zona lumbar. Pues no, yo no quiero esto, no quiero
que se me atrofie el cuerpo, mis manos necesitan moverse, utilizar el picaporte
y empujar la puerta, acudir al interruptor para encender la luz, manejar la
clavija del sofá hasta situarlo en el ángulo en que yo sienta que es el
adecuado. Este ahorro de esfuerzo al que se me invita (¿o que se me impone?) me
parece un ataque en toda regla a la movilidad de mi cuerpo que casi diría yo
que es también la movilidad de mi espíritu.
viernes, 9 de febrero de 2018
A real thought
En mi última conversación a través de skype con
mi amigo y profesor de inglés, Paul, intenté explicarle, al hilo de lo que está
siendo mi vivencia del tráfago de la mente, la diferencia entre un “real
thought” y un “no real thought”. A mí me salió así y seguro que está mal dicho
en inglés pero no voy a cambiar la realidad de los hechos. Lo que quería
decirle es que, para mí, los pensamientos que merecen tal nombre son los que
con explícita voluntad los traes a tu mente para reflexionar sobre algo. Todo
lo demás, ese batiburrillo que constituye el flujo de la conciencia y sobre el
que no tenemos ningún poder no constituiría para mí un verdadero pensamiento.
Éste, de un modo u otro, nace de nuestro deseo de pensar. No nos viene sino que
lo ponemos nosotros.
miércoles, 7 de febrero de 2018
Gen contra gen
En el ADN del sistema nervioso de mi ascendencia
materna hay un gen tranquilo y otro ansioso-angustiado. El primero es el que
domina claramente en mi madre y en mi tío P., y no estaba ausente en mi tía I.
y en mi tío M. El segundo, que probablemente es música de fondo en todos ellos,
es más que evidente en mi tío D., causa
segura de su titubeo al hablar y del temblor de sus manos, y en mi tío L., siempre
detrás de sus “explosiones” súbitas. Yo he heredado los dos y con mi gen
tranquilo combato mi gen angustiado.
lunes, 5 de febrero de 2018
De comedia en Nueva York
Aunque reconozco que es una actriz muy buena, aún
no le tengo cogido el punto a Anne Hathaway. Sus ojos inmensos (a este
respecto, pertenece desde luego a la categoría actriz-ojos, en la que están
Bette Davis, Susan Sarandon, Charlotte Rampling, Jacqueline Bisset, Marisa
Berenson) me despistan y siempre me parece un poco extravagante. El caso es que
en la película El becario, de Nancy Meyers, está perfecta con un Robert
de Niro igual de perfecto en la que la química entre ellos funciona a la
perfección. Cuando una comedia neoyorquina marcha bien, como es el caso de ésta, te
tonifica tanto como te relaja, y te vas entonces a la cama la mar de contento.
Si tuviste un día inquieto este tipo de películas es ideal. Son simpáticas,
sentimentales, amables, sencillas, inteligentes. Solo o acompañado, para una
tarde de domingo o para disfrutar por la noche, al verlas te dan ganas de irte a
Nueva York a vivir con su gente.
sábado, 3 de febrero de 2018
Vara de medir
¿Cuál será nuestra vara de medir las verdades si
no existe la Verdad, los bines si no existe el Bien, las bellezas si no existe
la Belleza? ¿Y si la Verdad fuera el Veraz, el Bien el Bueno y la Belleza el
Bello?
jueves, 1 de febrero de 2018
Hybris de género
La ideología de género es diabólica. Satán, el
padre de la mentira, es también el padre de la confusión. Donde ya no hay
género masculino ni femenino sino la confusión de los mismos, ¿no ha de ser rey
el ángel caído? Bajo esta luz me parece un acierto genial que Mel Gibson, en su
película La Pasión, haya presentado al diablo como una figura andrógina,
que por ser masculina y femenina a un tiempo no es ni lo uno ni lo otro ni todo
lo contrario, sólo confusión, mentira, enredo. Al eliminar la diferencia sexual
se eliminan los límites, el límite, y se cae en la hybris.
martes, 30 de enero de 2018
Jacqueline Bisset
Al desconocer que iba a encontrarme con
Jacqueline Bisset en El amante doble, de François Ozon, tuve una alegría
mayor que la que hubiese tenido de haberlo sabido. De repente apareció con sus
bellos ojos azules y yo me dije “¡guau!”. Tardé en enterarme de que es una
actriz británica. Al llamarse Jacqueline y tenerla asociada a La noche
americana, de Truffaut, siempre pensé que había nacido en suelo francés. En
cierto modo es así, pues su madre era del país galo. Su dueto con Candice
Bergen en Ricas y famosas, de George Cukor, es absolutamente
inolvidable. De la mano del expertísimo director de mujeres, levantan entre las
dos una película portentosa, puro y gozoso cine. Pero el primer plano que viene
a mi memoria siempre que pienso en ella es el de la mentada película de
Truffaut, aquel close-up que la muestra felina e increíblemente hermosa. Ella
aparece tras la claqueta, y yo reproduzco en mi cabeza su golpe y digo:
“¡acción!” Todos los seres humanos somos nuestros ojos pero unos lo son más que
otros. Es el caso de Jacqueline Bisset.
domingo, 28 de enero de 2018
Robot y ángel
Me gustaría ser robot y ángel a un tiempo,
materia absolutamente programable y espíritu absolutamente programador.
viernes, 26 de enero de 2018
miércoles, 24 de enero de 2018
Victoria Abril
Lo que le había ocurrido a Victoria Abril el día
que apareció en la alfombra roja de Cannes en bragas, cubierta de cintura para
arriba, eso sí, es que, cuando se estaba poniendo el vestido en el hotel, se
encontró con que no le habían enviado la parte de abajo del mismo. “¿Y qué hago
yo ahora? No tengo una cortina a mano que me vaya a juego y desde luego tengo
que estar en la alfombra sí o sí porque de lo contrario no me vuelven a
contratar en la vida. Veamos, a ver cómo me veo ante el espejo. Bueno, la
braguita es muy mona, tirando a pantaloncito, mis piernas están en su punto, y
ya todo el mundo sabe que yo, de cuando en vez, me monto un numerito para
llamar la atención, así que, hala, allá que me voy”. Y allá que se fue la tía.
lunes, 22 de enero de 2018
Gary Oldman
Gary Oldman es uno de los míos. Me cayó bien desde el principio. El Drácula que interpretó para Coppola es terrorífico y genial. Por su forma de encarnar a los personajes, creo que se inscribe en la estela del Actors Studio y sus Brando, Newman y demás. El George Smiley, de la novela de John le Carré, al que dio vida en la película El topo, es una de las mejores interpretaciones que he visto en toda mi vida. Parsimonioso, frío, ejecutor, da su golpe maestro y vence al final a todos en un acto de suprema inteligencia. En varios momentos de la película lo vemos nadando en una piscina. En ella se relaja. La escena es poderosa porque comprobamos hasta qué punto es dueño de sí mismo. Casi sentimos cómo ordena su pensamiento, cómo avanza hacia la solución final. Parece un reptil que avanza cauteloso hacia su víctima. Y todo esto viene a cuenta del Globo de Oro que ganó hace unos días por su interpretación de Winston Churchill, en la película Darkest Hour. Cuando habló, tras recoger el premio, estaba emocionado. El último agradecimiento fue para el premier británico. Él también lo es, concretamente de Londres. Ganará el Óscar, claro.
sábado, 20 de enero de 2018
Je ne suis pas un autre
Al tener autoconciencia puedo hablar conmigo
mismo, pareciendo que me desdoblo. Pero
sólo lo parece pues no soy dos sino uno. Al contrario que Rimbaud, je ne suis
pas un autre.
jueves, 18 de enero de 2018
Pobres diablos
Los cristianos somos unos pobres diablos que
hacemos lo que podemos y a veces ni eso.
martes, 16 de enero de 2018
El manifiesto
Como no hay ningún avance en la historia que,
afectado por la ley del péndulo, no lleve las cosas al extremo, en el caso de
las denuncias por abuso sexual que, por fin y con toda justicia, se están
llevando a cabo principalmente en Estados Unidos, eso significará que se vea
abuso donde no lo hay y que se denuncie lo que no es denunciable. En este
sentido, el manifiesto que han firmado 100 mujeres francesas, entre ellas
Catherine Deneuve, y que ha publicado Le Monde, en el que critican los
posibles excesos que se puedan cometer bajo la presión añadida de un feminismo
y un puritanismo exacerbados, es necesario en la medida que intenta traer el
péndulo a su posición correcta, que es en el medio de la balanza. Otra cosa es
que, en sus términos, haya acertado a decir lo que exactamente había que decir.
domingo, 14 de enero de 2018
Pensar, lo que se dice pensar
Pensar, lo que se dice pensar, lo hace uno pocas
veces, si tal acción ha de ser “clara y distinta”, que diría Descartes. ¿Cuándo
está uno en condiciones de que sea efectivamente así? Cuando estás solo,
retirado en tu habitación, concentrado. En mi caso esto ocurre cuando escribo,
lo cual significa que únicamente cuando escribo pienso. Lo otro queda en el
extrarradio del verdadero pensar.
viernes, 12 de enero de 2018
Como Rosetta
Ayer, desde que me levanté hasta que marché para
el trabajo, me comporté como un soldado, o mejor, como Rosetta, la protagonista
de la película homónima de los hermanos Dardenne. No permití que ni angustillas
ni desesperacioncillas me distrajesen de mi carrera matinal. Hacerlo
significaba caer en sus redes y de ningún modo quería que tal cosa ocurriese.
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