“La muestra más visible de la debilidad humana es que casi todas las personas son capaces de consolarse de todo. Siempre he sentido que la realidad se palpa cuando se ve que hay algunas cosas de las que es imposible consolarse” (Julián Marías, Una vida presente). Hombre, todo depende del grado de consolación que se pretenda alcanzar. Si consiste en que la pena que un día nos estranguló afloje un poco sus garras y permita entrar un poco de aire, si es una brisa, indispensable, de alivio, ¿habría esto de estorbar el planteamiento de Marías, ese palpamiento de la realidad del que nos habla?
No dudo que haya realidades cuya pérdida no admita consolación alguna y que de tal situación derivará un tocamiento de la realidad sólo así posible. Pero al argumento también se le puede dar la vuelta. Si “cediésemos” al empuje de algún improbable (¿milagroso?) consuelo con respecto a esas perdidas realidades, ¿no estaría a nuestro alcance una palpación de la realidad dable sólo bajo estas nuevas condiciones, unas de “consolación posible”?
Por otro lado, al “Dios de todo consuelo” del que nos habla San Pablo (2 Corintios 1, 3), ¿también le sería imposible consolarnos en tales trances? ¿O es que querría también él que permaneciésemos en esa imposibilidad para que palpásemos e hiciésemos nuestra una realidad que no nos sería accesible de ningún otro modo?
No dudo que haya realidades cuya pérdida no admita consolación alguna y que de tal situación derivará un tocamiento de la realidad sólo así posible. Pero al argumento también se le puede dar la vuelta. Si “cediésemos” al empuje de algún improbable (¿milagroso?) consuelo con respecto a esas perdidas realidades, ¿no estaría a nuestro alcance una palpación de la realidad dable sólo bajo estas nuevas condiciones, unas de “consolación posible”?
Por otro lado, al “Dios de todo consuelo” del que nos habla San Pablo (2 Corintios 1, 3), ¿también le sería imposible consolarnos en tales trances? ¿O es que querría también él que permaneciésemos en esa imposibilidad para que palpásemos e hiciésemos nuestra una realidad que no nos sería accesible de ningún otro modo?
Avanzado el libro, y la vida, Marías matiza su posición: “Desde muy joven me había parecido la muestra más penosa de la flaqueza humana, de su última falta de realidad, la capacidad de consolarse de todo. Tuve que experimentar en carne viva (se refiere a la muerte de su esposa, Lolita) que no siempre es así”.
2 comentarios:
Es muy nietzscheano eso de considerar el consuelo una debilidad, como una huida de la realidad, un engaño en el fondo. Eso es la religión para él, un consuelo, en forma de sentido para el sinsentido. Como consuela, es falso, es mejor inventarse otro que no consuele nada...
Es estupenda la vuelta que le das al argumento. Quizá es precisamente la existencia del consuelo la que permite palpar la realidad y mirar al fondo, en vez de "volver el rostro". A Marías le honra su matización "en carne viva".
Maravilloso el arranque tras la cita, Suso, y gracias por ese "Dios de todo consuelo" de San Pablo.
Consolémonos pues, Cristina, creyendo en el Dios de todo consuelo para así llegar al fondo de la realidad.
Gracias a ti.
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