lunes, 31 de enero de 2011

Ponemos ser

Apaciguar el monstruo, sin matarlo, hasta lograr que renazca en él su rostro humano.

Mi corazón tiembla como una mariposa.

Al poner palabra ponemos ser.

La sangre de los inocentes lava nuestro camino abriéndonos el futuro.

Las obligaciones te llevan, te levantan de ti, cuando acaso quisieras permanecer parado.

Hay que ser avaro, avaro de vida, y quererla toda.

Detenido en día, el momento presente camina hacia dentro, muy adentro, y estalla.

El mal es una punzada en el costado, siempre desoladora.

A veces es necesario vivir como si la muerte no existiese, para que no sea tanto su imperio.

domingo, 30 de enero de 2011

Todo queda aplazado

Librado a mí mismo sin más fuerza que el honor, el amor y la esperanza.

Se siente a veces el peso acumulativo de la vida, incluso por adelantado, en su densidad de futuro.

Dulzura exquisita y perfumada de un amor no iniciado que ya es pleno.

¡Cuántos son los momentos en los que uno desearía actos purísimos de vida, sin historia!

Recogido en mí, de noche, con un bocado de esperanza lamiéndome los labios.

Taladrado de vida, amor y esperanza, soy un agujero por el que circula el aire.

Patria soy, para que hagas pie, tú que me buscas, en mí.

No podemos aparecer del todo en nuestra carne. Algo permanece siempre incógnito y secreto.

El hombre no se resuelve aquí, la vida no se resuelve aquí, el mundo no se resuelve aquí. Todo queda aplazado.

miércoles, 26 de enero de 2011

Ante quien se vuelve el rostro


 German civilians made to face their nation's crimes
(Margaret Bourke-White, Buchenwald, 1945)

Despreciado, desecho de los hombres,
varón de dolores, conocedor de todos los quebrantos,
ante quien se vuelve el rostro,
menospreciado, estimado en nada.
(Isaías 53, 3)

lunes, 24 de enero de 2011

La marca de las uñas

Tras morir San Francisco de Sales, se descubrió que la silla en la que se sentaba tenía las marcas de sus uñas: tanta era la fuerza con que se agarraba al asiento para contener su ira. Por eso pudo aconsejar a la Madre Angélica Arnauld en los siguientes términos: ”Acostumbraos a hablar un poquito hermosamente y a ir, quiero decir a andar hermosamente, a hacer todo lo que hagáis suave y hermosamente, y ya veréis como en tres o cuatro años habréis arrinconado por entero esa súbita espontaneidad” (Cartas a religiosas). Sabía de lo que hablaba.
La película Isidro el labrador, de Rafael J. Salvia, muestra una escena en la que Isidro y un amigo regresan del molino con sus sacos de harina. En él, el santo había tenido que soportar ciertas injurias del molinero. “Admirado estoy de vuestra calma. Poco esfuerzo os cuesta aguantar ofensas”, le dice el amigo. “Poco”, le contesta Isidro. La cámara se desplaza entonces hacia el puño de su mano derecha, que se abre y deja ver en la palma las marcas ensangrentadas de las uñas.
“Poco esfuerzo”, sí, porque aprietan los puños y clavan sus uñas. Poco, en efecto, porque ejercen un fiero autocontrol sobre sí mismos para no ofender al que los injurian o irritan. Poquísimo, vaya, porque para ser amables necesitan ser fuertes.

domingo, 23 de enero de 2011

Alfonso

Uno va a visitar a un amigo para, entre otras cosas, dar conversación y recibirla. Sale fuera de lo previsto que uno dé sueño y el otro lo vele. Pues esto fue lo que me ocurrió en mi visita a Alfonso de hace unos días. Al llegar a su casa a las diez y media, como habíamos quedado, se da cuenta de lo ojeroso que estoy y que no hago más que abrir la boca. “Anda, échate un rato en el sofá mientras me aseo. Después vamos a dar un paseo y comemos por ahí”. Los treinta minutos se alargaron hasta las dos horas. “¿Pero por qué no me despertaste?” “Te vi dormir tan plácidamente que no me atreví”. No hubo pues paseo. Bajamos y comimos en un bar que hay al lado de su casa. Cachondo como es, supuso que la dormición continuaría. “Presiesta por la mañana y ahora siesta, ¿no?”. No pude negar lo que iba a ser verdad nada más subiéramos al piso. Vuelta al sofá, a seguir durmiendo. A las cuatro me incorporo y no tardo en irme. “Joer, Alfonso, te vengo a ver y lo que hago es ¡echarme a dormir!” “Nada, nada, no te preocupes”, dice riéndose. ¡Benditos sean los buenos amigos que entablan conversación velando el sueño de uno!

sábado, 22 de enero de 2011

M.

Me reencuentro con M. después de un largo tiempo. El dolor por su hija muerta hace algo más de dos años, Á., sigue presente, pero ha ido acostumbrándose a él. La echa muchísimo de menos. Á. era Down y eso las hizo uña y carne durante una treintena de años. “Entregada a ella en cuerpo y alma, su existencia me justificaba. Era mi pobre particular”. De ninguna otra persona a lo largo de mi vida escuché decir “Dios es bueno” con tanta pureza y suavidad, como un agua mansa que le brotase de los labios. Recuerdo una ocasión, en Salamanca, donde comenzó nuestra amistad hace ya más de veinte años, en la que me dijo que vivía llevando a Á. de una mano y el Evangelio de la otra. ¡Qué mujer excepcional! Sus carcajadas eran y son gloriosas. Al diablo le deben producir espanto. Sufrió lo suyo, mucho, y eso debió dulcificarla tanto por dentro que hizo posible su tiernísimo “Dios es bueno”. Pero nada de beaterías ni monjilidades, de las que es enemiga declarada, afincada como está en una naturaleza sana y recia, gustosa de los placeres de la vida. Tiene cinco hermosos tesoros: sus hijas. Á. era la benjamina. “No son amantes del dinero”, me dice, dándome a entender que esto la había preocupado. Han continuado en el camino de la fe recibida, que a su vez han transmitido a sus hijos, los nietos que ahora la rodean. “Alguna noche se quedan varios conmigo, y en vez de ir repartiendo besos de cama en cama los junto a todos y rezamos el Padre nuestro. Todos fueron a darle un beso a Á. La querían mucho. Les pedí a los de la funeraria que no le hiciesen nada, que no la maquillasen, que la dejasen tal como estaba. Opté por la incineración porque no podía soportar la imagen de su cuerpo pudriéndose. ¿Dónde está, Suso, dónde está? ¿Estará bien? Qué terrible es la muerte”.

viernes, 21 de enero de 2011

As nosas velliñas

Puede ser una lección antropológica, que lo es, pero en ningún caso aparecen como rarezas antropológicas las viejas mujeres gallegas, principales protagonistas de las fotografías de Cristina García Rodero que se pueden ver en la exposición Transtempo del Centro Galego de Arte Contemporáneo. ¿Rareza además lo que todavía es de hoy aunque ya no será de mañana, un mañana muy cercano? “Parecen fotos de hace cincuenta años”, oí comentar a alguien, cuando en realidad son de principios de los ochenta. As nosas velliñas do agro, viudas vestidas de negro ya para siempre, con su mandil también negro y el pañuelo atado debajo de la mandíbula o detrás, en la nuca. Cualquiera de ellas podría haber sido mi abuela, la de tantos gallegos, y que ya no será de ninguno en breve tiempo. Tendrán otras, tienen ya otras, de pueblo o ciudad pero ya no de aldea, las que se deslomaron en los campos y guiaron el ganado, con uñas coronadas siempre con un ribete de suciedad y arrugas duras y profundas en sus rostros. ¿Qué sé de ellas en realidad? Nada. Figuras principales del viejo mundo rural gallego, creo que se han convertido demasiado pronto en iconos totémicos, que las desvirtúan, pues no fueron otra cosa que mujeres de su lugar y de su tiempo, tan parecidas seguramente a las de otros mundos rurales empobrecidos.

jueves, 20 de enero de 2011

La Medida y las medidas

Frente al único camino que representa un santo están todos los caminos que abre el Santo. Aquel siguió el suyo, que no es el mío, por lo que no puede ser maestro para mí. Este fue el Camino, en el que caben todos, por lo que solo él es mi Maestro, Imagen en la que puedo ver la mía, la Medida que aleja las que me son extrañas.

miércoles, 19 de enero de 2011

Rohmería

Irse de rohmería es irte con tu pareja, o con tu amigo o amiga, y pasarse el rato hablando de eso, de las parejas y su variado mundo sentimental, pero no en seco, sino sobre el húmedo sentir de las peripecias propias. El amor buscado, el amor encontrado, el no encontrado, el engañado, el juguetón, el amor fiel y el infiel, el constante y el inconstante, el adolescente, el juvenil, el adulto, el amor seguro y el inseguro, el que sabe lo que quiere y el que no sabe lo que quiere. Toda una educación sentimental donde el libro son las tramas de jóvenes, adultos y adolescentes que se cruzan y descruzan en diálogos ágiles, vivos y primorosos, bajo la mirada del finísimo y estupendo Eric Rohmer, uno de los grandes del cine francés.

martes, 18 de enero de 2011

Caros fetos

A la hora de resolver el problema de los embarazos no deseados el aborto es desde luego la solución más barata: una operación quirúrgica y ya está. La otra solución es más cara: arbitrar todos los medios sociales, psicológicos, terapéutico-familiares, jurídicos y administrativos que serían necesarios para que las mujeres que han quedado embarazadas y no estén en condiciones de ser madres, o simplemente no quieran serlo, puedan seguir adelante con la gestación sin verse obligadas a interrumpirla. Esta cara solución (entiéndase en los dos sentidos) sería la verdaderamente progresista por ser la verdaderamente conservadora: conservando al feto vivo se le permite su progreso hasta el nacimiento, y ello gracias a que la mujer ha encontrado el apoyo incondicional de una sociedad y un estado no abortivos. Pero por lo que se ve los fetos no son lo suficientemente caros como para que nuestros gobiernos decidan encarecerse con ellos.

PD: Os recomiendo la película El silencio de Lorna, de los hermanos Dardenne.

(Y aquí, Azul)

lunes, 17 de enero de 2011

El arte de la conversación

El arte de la conversación, decimos, lo cual es cierto, tanto por la maestría que exige como por lo esplendoroso de su resultado, si hablamos de una conversación lograda. La indicación de un amigo me hizo caer en la cuenta de que la frustración que sentía a veces después de ciertas conversaciones se debía a mi perfeccionismo, es decir, al rastro amargo que me dejaba no haber obtenido un logro, una perfección con ellas. Desde entonces decidí aflojar esa tenaza y las no logradas conversaciones ya no me dejan frustrado. Acepté que hay circunstancias que lo impiden, las propias carencias, las de los otros, el tiempo del que se dispone, el lugar donde tienen lugar, y que no debía rajarme las vestiduras por ello. Es cierto que, para curarme en salud, opto ahora muchas veces por callarme, porque sé que con ciertos temas y con determinadas personas -muchas veces soy yo esa “determinada persona”- se pasará de la conversación a la discusión caliente, y yo en estas aguas nado muy mal y acabo ahogándome. Los artistas de la conversación lo demuestran justamente cuando se tratan temas espinosos y las posiciones de los interlocutores están muy enfrentadas. Esta es la dura prueba.

domingo, 16 de enero de 2011

¿Por qué?

¿Por qué la vida es tan dura, por qué a mí?, te preguntan, y tú contestas que no lo sabes. En otro momento esas mismas preguntas te las hiciste tú a ti mismo, a otro, y no hubo tampoco respuesta. La encuentra cada uno, una luz que a veces será clarísima y otras difusa, algo que busca acomodo dentro de la propia historia personal. Las durezas de la vida suman sus hilos para tejer toda la trama, que uno espera que se muestre al fin como misterio pacificado.

martes, 11 de enero de 2011

Payasa envidia

La envidia es mala cosa, pero se la puede derrotar, o por lo menos, sacarle acritud, escenificándola con sentido del humor. Así, cada vez que algo dispara la cochina envidia, le das voz con armas de comedia a lo que por dentro te corroe con armas de tragedia.  El envidioso que por dentro se tira de los pelos, por fuera hace malabares pegando saltitos de purita envidia autoparódica.

lunes, 10 de enero de 2011

Mi reino por un burro

Creo que mi amor por los burros arranca de haber sido uno de ellos el que portó a Jesús en su entrada triunfal en Jerusalén. Otro buen empujón me lo dio Al azar de Balthasar: el protagonista, Balthasar, es un burro, que simboliza en cierto modo a Jesucristo en esta hermosa película de Robert Bresson. En mi infancia, cuando todavía eran usados como animales de carga, se los veía con bastante frecuencia. Ahora ya no; de hecho, se han convertido en una especie protegida. Se me ponen las orejas de punta y siento que me invade la ternura si en alguna ocasión excepcional me cruzo con uno de ellos. No faltaría en mi hacienda si yo llegase a ser un hacendado: él sería el rey. Creo que veo en el burro el caballo que no es, un caballo venido a menos como si dijéramos. De aquí su humildad, que me lo hace tan entrañable, tan digno de protección. Mi reino lo daría por un burro.

jueves, 6 de enero de 2011

Sobria ebrietas

No quiero alegrías efervescentes sino dichas tranquilas, la sobria ebrietas de la que hablaban los antiguos. Nada puede ser para mi feliz sino va acompañado de sosiego. Quiero estar en mi centro, ser axial siempre.

miércoles, 5 de enero de 2011

La intercesión

“Reza por mí”, te dijo con apenas un hilillo de voz, poniendo su vida sobre tus hombros. ¿Cómo se reza por alguien? Pues como te salga, solo faltaría que uno perdiera el tiempo haciendo mala teología cuando es la vida de una persona la que está en juego. Dios las coge al vuelo, y sabe que eso que tú piensas que haces malamente es lo que se te ha pedido. Sentirse intercesor puede ser abrumador, pero de esta bruma hay que salir enseguida, ya, venga, si estorba para mostrarse expeditivo en la intercesión que se nos ruega.

martes, 4 de enero de 2011

La sociedad no tiene alma

Cualquier diagnóstico de la situación espiritual de una sociedad será siempre superficial con respecto a cada uno de sus miembros. No es ya que muchos de estos queden fueran de los términos de aquel, sino que incluso los que más se acerquen no podrán ser vistos a su trasluz como meros sujetos, o ya objetos, sociales. La persona individual, incluso la que muestre muchos de los comportamientos sintomáticos señalados por el diagnóstico, será eso y muchísimo más. La sociología espiritual no será nunca la biografía de nadie sino los rasgos abstraídos de sus miembros. Los individuos tienen alma, la sociedad no, y lo que se diga de esta será tangencial con respecto a la de aquellos, y en aun ni eso en muchos casos. Por eso necesitamos tanto las biografías, para que nos hablen del alma de las personas concretas, que en muchos aspectos arrojarán más luz sobre la sociedad a la que pertenecen que cualquier análisis socioespiritual, por muy profundo que este sea.

lunes, 3 de enero de 2011

Amor y belleza

Es bonito ver a dos seres bellos amándose. La mercadotecnia de la belleza ha conseguido desacreditarla al convertirla en objeto de artificio, pero si la arrancamos de sus manos y conseguimos verla de nuevo con ojos limpios aparece como lo que es, un don precioso, más precioso si sus poseedores lo “desconocen” porque así no ejercen de bellos, simplemente lo son. Vistas así las cosas, ¡qué gozada para la vista y el corazón dos bellos amándose, dos amantes embelleciéndose! Cary Grant con Deborah Kerr en Tú y yo, con Ingrid Bergman en Encadenados, ¡qué soberbio espectáculo de amor y belleza dándose la mano! Pero, también en esto, la vida supera al arte, y ahí están esas parejas que uno ve, y hasta conoce. Pienso en R., un ser bellísimo. Si su pareja, que no conozco, no le anda a la zaga, ¡guau! ¡Y acaban de ser papás!

domingo, 2 de enero de 2011

Recurrencias: un santo triste no siempre es un triste santo

“Después de todo, es posible que Dios te tenga preso en la tristeza”.
(Georges Bernanos, Diario de un cura rural)

“Sé que... te consumes en toda la tristeza de un alma cristiana. Y es una tristeza infinita. Yo he pasado por ahí. Los santos y las santas, todas las santas y todos los santos han pasado por ahí. Es el mismo requisito, es la dura condición, la dura ley, el duro aprendizaje de la santidad” .
(Charles Péguy, El misterio de la caridad de Juana de Arco)

sábado, 1 de enero de 2011

Ave

-Ave María Purísima.
-Ave.
-Ave María Purísima.
-Ave.
-Ave María Purísima
-Ave.
-Oiga, usted hace mucho que no se confiesa, ¿verdad?
-Pues la verdad es que sí, muchos años en realidad.
-Es que la contestación es “sin pecado concebida”.
-¡Ah, claro! (Rubor y medias risas). Pues aunque no lo parezca, fui muchos años sacristán en X.
-No me diga, ¿en X? Anda, pues yo conozco mucha gente de allí.
-¿Sí? Pues, blablablá.
-Blablablá.
-Blablablá.
-Ejem, ¿y si retomamos el hilo?
-Pues sí. Mire, padre, son muchos mis pecados…
Así le ocurrió a un “pecador” y yo no hago más que transcribirlo. La escena tuvo lugar en un confesionario de la catedral de Santiago.
No hay como pegar la hebra para hacer después una buena confesión.