La bondad no deja rentas. De la de ayer ya no puedes vivir. Eres bueno si lo eres hoy, cosa que no te valdrá para mañana. Existe el hilo que va de día a día, claro, pero el bordado se deshace por la noche y al día siguiente hay que reinventarlo.
miércoles, 27 de octubre de 2010
viernes, 22 de octubre de 2010
Salvar la paradoja
La paradoja nos es indispensable para entender el cristianismo. Quien intente resolverla eliminando uno de sus polos, aquél frente al cual el otro parece decir lo contrario, se ciega a sí mismo y ya no podrá comprender qué cosa sea la realidad cristiana. Toda herejía nace porque no soporta la tensión del nudo paradójico. Lo desanuda, elige una parte del binomio al precio de convertirse en “mononómica”. Ya no mantiene el todo, deja por ello de ser “católica”, quedándose sólo con uno de los cordones una vez desecho el lazo: aquí un Jesús que es sólo hombre, allí un Jesús que es sólo Dios; aquí sólo la institución, allí sólo el carisma; aquí sólo la libertad, allí sólo la gracia; aquí sólo la comunidad, allí sólo el individuo; aquí sólo la carne, allí sólo el espíritu. Debemos salvar la paradoja, permanecer de pie en medio del balancín, para no perder ningún trozo de realidad cristiana.
Aunque, bien mirado, lo que viene a resolver el “paradójico” cristianismo son las paradojas de la vida, sus tensiones contradictorias, pues es en él donde se realiza la síntesis de todo. Entonces, más que salvar la paradoja para mantener el cristianismo, sería más cierto afirmar que hay que salvar el cristianismo para que las paradojas de la vida humana no devengan irresolubles contradicciones. Sería en la vida donde se da la tensión y sería el cristianismo el que vendría a deshacerla. La tensión hombre y Dios, ¿no se resuelve en Jesús, verdadero hombre y verdadero Dios? La tensión hombre y mal, ¿no se deshace en Jesús vencedor del mal (expulsión de los demonios, curación de los enfermos, resurrección de los muertos), víctima del mal (pasión y muerte), y triunfo glorioso sobre todo mal (resurrección)? La tensión individuo y sociedad, ¿no se disipa en la imagen de la vid y los sarmientos, el pastor y las ovejas, la cabeza y el cuerpo, en donde los cristianos aparecen como uno en la comunión con Cristo sin que ello suponga la pérdida de la individualidad sino todo lo contrario?
sábado, 16 de octubre de 2010
El origen (radical) del mal
Un hombre absolutamente inocente ¿podría, a solas, desde las entrañas de su libertad, “inventar” el mal constituyéndose en el primer malo, siendo él mismo el tentador y el tentado, o sería necesaria la existencia de un “malo” precedente que, en un contexto no ya monológico sino dialógico, le presentase el mal como posibilidad? Al hombre edénico, libre de culpa, ¿no le tenía que ser sugerido el mal para que pudiese escogerlo? Él lo inicia sobre el mundo, pero ¿parte de un punto cero, él mismo, o sigue la estela del Principio, del Príncipe del mal? ¿Podía el primer hombre, desde la nada de su libertad, crear el mal, o sólo podía abrirle la puerta para hacerle sitio en el escenario de la historia? ¿Fue aquel primer pecado una respuesta a una propuesta de una potestad maligna o se constituyó el hombre como único poder contrario a Dios sin la invitación de nadie? “La serpiente me sedujo y comí” (Gn 3, 3): ¿explicación alegórica de una auto-seducción o de una hetero-seducción? ¿Es el hombre un príncipe que se corona o hay un Príncipe que lo invita a coronarse?
jueves, 14 de octubre de 2010
En el patio
El verano es un patio. El invierno, un claustro. Me gustan más los patios que los claustros y a medida que pasan los años mayor es mi preferencia por los primeros.
Pues bien, henos aquí de vuelta al claustro. Las lluvias enterizas, plomizas, nos encierran dentro. Por muy casero que sea uno, que lo soy, lo soy de casa con huerta, patio y jardín, todo un poco revuelto, nada versallesco, con lo cual, llegado el invierno, esa parte posterior queda clausurada, a merced de fríos y lluvias. “Hacia dentro, hacia dentro”, ordena el invierno, y uno, mal que le pese, con la cabeza gacha asiente. Habrá quien necesite invernar para entrar dentro de sí y producir sus frutos. Acaso yo también, y la vuelta a los cuarteles de invierno sea volver a la habitación pascaliana, con velas (flexos) a lo Georges de La Tour, para dar de sí lo que se lleva dentro. Pero el verano no me expropia hasta el punto de dejarme sin interioridades, nada de eso. En el patio y a la sombra del kiwi, con luz solar entorno, es como uno quiere estar y gestar.
miércoles, 13 de octubre de 2010
Ojos de perro
Me turbaban sus ojos, su presencia, ¡y era un perro! ¡Qué tremendos ojos de perro! Había tanta demanda ellos, tanto otorgamiento, que creía estar en presencia de un santo. ¿Existe una “santidad” animal? Le pasaba la mano por el lomo y la cabeza, ¡pero me parecía tan poco! Tendría que haberlo abrazado y soltarme a pleno corazón, para que ambos quedásemos satisfechos. Su inocencia me azoraba. Nunca me había ocurrido tal cosa. Newman dice en uno de sus sermones que sabemos más cosas sobre los ángeles que sobre los animales. La “personalidad” de los primeros, en tanto que espíritus puros, es más imaginable que la de los segundos, extraña mezcla de irracionalidad y “ánima”. Un perro es un compañero, un mediador, un puente, un misterio.
lunes, 11 de octubre de 2010
Tengo que mover este dedo
El que anima es el que viene a continuación del que consuela. Quien quisiera ser un animador de verdad, un reforzador del “anima” y de la voluntad, tendría que ver Escrito bajo el sol, de John Ford. El personaje interpretado por John Wayne, Spig, un piloto de aviación, queda tetrapléjico tras caer por una escalera. No hay nada que hacer, dicen los médicos. En cambio el extraordinario personaje interpretado por Dan Dailey, Jughead, opina lo contrario, que hay mucho que hacer, y a ello se pone, con obstinación maravillosa, para lograr que Spig recupere la movilidad. Hay que empezar por un dedo del pie. “Venga, Spig, dilo, tengo que mover este dedo, tengo que mover este dedo, tengo que mover este dedo”. Jughead, incansable, alegre y lleno de entusiasmo, lo acompaña en el recitado de este único verso, echando mano del canto y la mandolina. Y así día tras día, semana tras semana, mes tras mes. Y el milagro se produce, un milagro conjunto, el de que no se cansó de animar y el de que no se cansó de ser animado, dos voluntades y confianzas en acción: el dedo se mueve.
sábado, 9 de octubre de 2010
Amigos
Hay amigos permanentes y amigos estacionales. Estos últimos nos acompañan durante un período de nuestra vida, para desaparecer después, ellos para nosotros y nosotros para ellos. Yo hubiese querido que quedasen para siempre en mi vida, no todos, pero sí más de uno. Hay momentos en que los añoro. Con respecto a otros, no me importa que hayan caído en el olvido. Quién sabe si soy yo añorado por ellos. De otra categoría son los que ni siquiera fueron en su momento amigos, sólo compañeros por los que sentía un gran cariño. Hoy, mi recuerdo los aureola dotándolos sin duda de más presencia que la que un día tuvieron. El caso es que vienen con sus caras sonrientes y se postulan como el amigo posible que, en manos del pasado, son ya sólo foto fija. Quisiera uno desprenderlos de ella, robárselos al pasado.
viernes, 8 de octubre de 2010
La residencia
Quedó llorando. El que hacía las veces de bedel le pasó el brazo por encima de los hombros. Cuando llegamos ya nos había parecido un hombre bueno. Nos dimos la vuelta y seguía allí, tras la puerta, sollozando. Nos dijo adiós con la mano. Se sentía triste y desamparada en este su nuevo mundo, la residencia de ancianos. Llevaba poco tiempo, no mucho más de un mes, y seguía haciendo duelo por su casa, en la que había vivido sola, sí, pero en su hogar. La decisión de trasladarse a una residencia la había venido sopesando desde hacía un tiempo. Sin más familia que sus hermanos, cuñadas y sobrinos, todos en Venezuela, con una pierna aquejada de poliomielitis desde que era niña, llegaría un momento en que ya no se habría valido por sí misma. “Nunca pensé que acabaría en una residencia”, nos dijo. El choque con otros viejos como ella, unos con andador, otros en silla de ruedas, la abatió profundamente. En la habitación se mostró muy parlanchina, como siempre, dándonos detalles de su nueva vida allí. Se refirió a su compañera de habitación, al resto de las ancianas: “Dios me libre de sentirme mejor que nadie, quién sabe en que me convertiré, pero me parecen todas unas chismosas”, a los hurtos que tenían lugar -su dinero lo tenía a buen recaudo una de las jefas-, al hecho de que la hubiesen dejado sin tijeras y agujas: “¿Y qué hago si me cae un botón? Y tengo un pantalón nuevo al que quiero subirle”. Pasaba el día encerrada en su habitación para no ser testigo de la decrepitud de los otros. Le bastaba con la suya. Nos acompañó hasta abajo. La besamos, la acariñamos, mientras le caían las lágrimas. Quedó en manos de un brazo protector.
jueves, 7 de octubre de 2010
Figura
En este cuerpo mío no quepo, inhábil para la destreza, con pesos en las piernas y en los brazos. Me veo bailarín, atleta, gimnasta, cometa, pájaro. Lo junto todo y sale mi cuerpo nuevo. Y será bello, no porque se ajuste al canon griego ni a ningún canon, sino por su plenitud de gracia, su hallazgo de gloria en otro mundo. Pero sólo la ascesis nos hará aptos para la transfiguración. Los ávidos, figurines y figurones de este mundo, se hundirán tanto en la tierra que ningún aire sabría alzarlos.
miércoles, 6 de octubre de 2010
Cuerpo "espiritual"
Creo recordar que, en un reportaje sobre la anorexia, una de sus víctimas pretendía una espiritualización del cuerpo. ¿No es la intención de fondo del ayuno crear un vacío corporal para dejar espacio al espíritu? Acaso aquella víctima, inicialmente animada por motivos estéticos, acabó queriendo llegar al extremo de la delgadez para, convirtiendo el cuerpo en puro hilo, quedar a un paso de ser espíritu. Mediante un ayuno hipertrofiado que, quilo tras quilo y después gramo tras gramo habría ido restando masa a su carne, estaría buscando una monstruosa finura que, ante sus ojos, la hiciese aparecer como un cuerpo tenue, evanescente, grácil, “espiritual”. Pero ¿se mantendría en esta meta alcanzada, al fin sólo piel, sólo huesos, o, en la lógica de su propósito, querría más, la desmaterialización, la invisibilidad, tras el paso por la muerte?
martes, 5 de octubre de 2010
Cara y cruz
El mal anima a no creer, el mal anima a creer: obstáculo para la fe y acicate para la fe. Recuerdo las dos respuestas distintas que dieron dos víctimas de los atentados de Madrid del 11 de marzo de 2004 un año después de ocurrida la tragedia. “Antes era agnóstico, ahora soy decididamente ateo”, había dicho uno. El otro, que había perdido a su mujer, se expresó en estos términos: “Tiene que haber algo más, no puede ser que esto sea todo”. Para unos el mal es última palabra y no hay más que hablar: él mal gana. Para otros es intolerable que sea él la última palabra: no, es penúltima y será la verdaderamente última la que lo venza. En última instancia, es la libertad del hombre la que escoge un camino u otro. En Shoah, el impresionante documental sobre el Holocausto de Claude Lanzmann, una de las supervivientes entrevistadas declaró que Auschwitz había sido tan horrible que hasta Dios había huido de él. Pero otros lo trajeron, como el padre Maximiliano Kolbe, que no desfalleció y siguió ejerciendo como pudo su ministerio llevándolo hasta su más alto grado, la entrega de la propia vida al ofrecerse para reemplazar a un compañero, padre de familia, que había sido señalado para morir de hambre. Ante el mal Dios huye abandonando al hombre, dice la primera. Ante el mal Dios se ofrece para sufrir con él, dice Maximiliano Kolbe. Cara y cruz. Pero sólo la cruz salva.
lunes, 4 de octubre de 2010
Sólo misterio
Vuelve una y otra vez mi “no sé quien soy”, contra el que se alza siempre el “yo sé quien soy” de Don Quijote. ¿Cuál es el contenido de este mensaje que me frecuenta tanto últimamente? Quizá se trate de un suave empujón a descender más, o a ascender, para llegar a orillas donde quede mejor definido. Un “yo sé quien soy”, ¿no puede ser una trampa si ello significa quedar anclado sin desplegar las velas? Pero a lo mejor tampoco importa tanto saber quién sea uno si ello significa descifrarse donde no hay ningún enigma, sólo misterio. Y los misterios pertenecen a Dios.
sábado, 2 de octubre de 2010
El nudista bueno
Volverán las prendas de invierno, tan pesadas, y diremos adiós a las del verano, tan flotantes. Pena me da. Acaso los nudistas quieren flotar todavía más y por eso se quitan toda vestidura. De alguna manera se conectan con nuestros padres edénicos, que paseaban desnudos por el jardín. El moralista, ese pesado, no tardará ni un segundo en avisarnos de las indecencias del naturismo. Aunque las tenga, ¿no será capaz de advertir, mezclado con ellas, el ansia de libertad, hasta de inocencia, que alberga el buen paisano que se desnuda en la playa y se entrega al sol y al mar, no ya ligero de equipaje sino sin equipaje alguno? ¿Sólo paganismo? Chesterton no se cansaba de alabar las buenas virtudes del antiguo pagano. ¿No las tiene también el moderno? Quién sabe si el que se desnuda físicamente no deja de aspirar a la desnudez espiritual.
sábado, 25 de septiembre de 2010
Pájaros de Dios
“Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él” (Mt 3, 16). Ésta fue, sin duda, la más excepcional misión encomendada a un ave, una paloma en este caso, la de hacer bajar al Santo Espíritu sobre Jesús en el momento en que el Padre proclamaba que era su Hijo amado. ¿Y quién sino un pájaro podía ser la manifestación del Espíritu si se quería señalar su origen celeste, su vuelo soberanamente libre, frente al cual ninguna gravedad, terrestre o no terrestre, podía maniatarlo?
Otros pájaros después, tras este momento inaugural, en la estela abierta por la excepcional paloma del evangelio, vinieron a ser testigos de una presencia de lo alto. Victor E. Frankl, el famoso psicoterapeuta creador de la logoterapia, cuenta en su libro El hombre en busca de sentido, como, estando prisionero en el campo de concentración de Theresienstadt, pensar en su mujer, en su amada, le daba fuerzas para seguir viviendo. Hubo un momento en que esto cobró especial intensidad. Pero dejemos que sea Victor E. Frankl quien nos lo relate:
Otros pájaros después, tras este momento inaugural, en la estela abierta por la excepcional paloma del evangelio, vinieron a ser testigos de una presencia de lo alto. Victor E. Frankl, el famoso psicoterapeuta creador de la logoterapia, cuenta en su libro El hombre en busca de sentido, como, estando prisionero en el campo de concentración de Theresienstadt, pensar en su mujer, en su amada, le daba fuerzas para seguir viviendo. Hubo un momento en que esto cobró especial intensidad. Pero dejemos que sea Victor E. Frankl quien nos lo relate:
“Estuve muchas horas tajando el terreno helado. El guardián pasó junto a mí, insultándome y una vez más volví a conversar con mi amada. La sentía presente a mi lado, cada vez con más fuerza y tuve la sensación de que sería capaz de tocarla, de que si extendía mi mano tomaría la suya. La sensación era terriblemente fuerte: ella estaba allí realmente. Y, entonces, en aquel mismo momento, un pájaro bajó volando y se posó justo frente a mí, sobre la tierra que había extraído de la zanja, y se me quedó mirando fijamente."Un segundo testimonio nos lo cuenta José Ignacio Tellechea Idígoras, en su libro El pájaro extraño. Hermano Zacarías. En la misa funeral de este monje cisterciense del monasterio de La Oliva, Navarra, el 20 de agosto de 1986, un pájaro vino
“a posarse sobre un féretro situado en el centro del templo, frente al altar (…) El celebrante, el Abad Mariano, había iniciado el recitado del Padre nuestro. Justamente entonces ocurrió lo más insólito e inesperado: De pronto, el pájaro remontó el vuelo, y saltó desde el féretro hasta el hombro del Padre Abad que presidía el funeral.Pájaros anunciadores, emisarios, presencializadores, aves de alto vuelo, pues vienen del cielo, y de bajo vuelo, pues a la tierra vienen, que traen todo el resuello del Espíritu, el aliento que no se entrecorta y permanece invicto, siempre migratorias pues no para Dios de migrar hasta sus hijos, los hombres.
Sorprendido vivamente por la inesperada visita, vaciló unos instantes sin saber qué hacer, cogió con su mano el pájaro inmóvil, que extrañamente se dejó apresar, le besó en la cabecita y lo pasó al concelebrante más próximo, pero rompió el tenso silencio con una frase misteriosa: ‘Este pájaro… yo creo que es el Hermano Zacarías, siempre unido y pendiente del Padre Abad en todas sus acciones y trabajos y que nunca quiso hacer nada sin mi anuencia. Creo que ha venido a pedirme permiso… hasta para irse al cielo’”.
jueves, 23 de septiembre de 2010
Tierra Media
Mi tío Luis quería saber cuál era el límite entre Riocalvo y Sanfiz y eso disparó, en conversación con mi madre y mi tío Perfecto, una rememoración de la toponimia de su infancia, que en muchos casos, casi todos, se mantiene. Yo los escuchaba fascinado. Me parecía que estuvieran cartografiando un territorio mítico, del que hubieran vuelto tras haberlo explorado con curiosidad y delectación. No eran conscientes de que estaban levantando acta, ante mis oídos asombrados, de la prehistoria de mi historia. Esto había ocurrido otras muchas veces, pero ese día me pillaron especialmente perceptivo. Habían sido niños, habían guiado vacas y ovejas por prados diversos, cada uno con su nombre -a chouisiña darriba, a leira da fonte, o agro pequeno-, habían crecido en un lugar, O Couto, de una parroquia, Negreiros, su Tierra Media que habían llenado de aventuras y esperanzas. Al recitar su geografía volvían a ella, a un pasado que era también el mío. Me fui con ellos, encantado.
martes, 21 de septiembre de 2010
Dios y nuestros deseos
Llevadas a la boca, masticadas y digeridas las sospechas de los maestros de las mismas (Feuerbach, Nietzsche, Marx, Freud), para unos estarían superadas y para otros vigentes. Entre los segundos se encuentra Fernando Savater, el cual, en su libro La vida eterna, afirma: “Muchos ateos ilustres consideran que el primer y más claro argumento contra la fe es que responde con directa franqueza a nuestros más íntimos deseos. Así lo dijo en su día Feuerbach, lo reiteró Nietzsche en El Anticristo (‘La fe salva, luego miente’), lo reiteró Freud en El porvenir de una ilusión y, muy recientemente, ha vuelto a confirmarlo André CompteSponville en El alma del ateísmo”.
Contra Dios, en tanto no está a la vista y es la suya una existencia dudosa, la de un ser que, dadas sus características, bien pudiera ser una fantasía nuestra, parece funcionar muy bien el argumento de que, al responder a “nuestros más íntimos deseos”, lo más seguro es que sea un invento nuestro para satisfacerlos.
Pero, ¿por qué la realidad de Dios habría de caer fuera de ese movimiento deseante sin el cual el hombre deja de ser hombre? Las sospechas de los Maestros de las tales son pertinentes para poner en solfa a un Dios que sólo fuera hechura nuestra, sólo mero constructo de nuestros anhelos, sólo montaje de nuestra filmación soñadora… Pero, en cualquier caso, no se sigue así, sin más, de un Dios deseado y cumplidor de nuestros deseos, su improbabilidad y su inexistencia, como si los anhelos más íntimos y radicales de los hombres sólo fuesen capaces de engendran fantasías y no de ponernos en el camino hacia aquél que pudiera darles acabada satisfacción. ¿Sería más creíble la frase de Nietzsche si le diésemos la vuelta: ‘La fe no salva, luego dice la verdad’? Precisamente porque en muchas ocasiones no salvó, ni sanó, ni curó, ni dio plenitud mereció ser tachada de “mentirosa”, de burlarse del hombre y de sus deseos más íntimos: tal fe fue, y es, allí donde se dé, una impostora.
Para que no parezca que son nuestros deseos los que hacen a Dios, necesitan ellos pasar por un duro proceso purgativo. La vida y doctrina de San Juan de la Cruz es la mejor respuesta a las sospechas y sus Maestros, y a lo que, bajo su amparo, había afirmado Fernando Savater. “Un Dios reducido a la medida y servicio, función y eficacia del hombre, no tiene nada que ver con el Dios vivo y verdadero. Nadie ha hecho una crítica más radical de tal ídolo forjado por el hombre que la realizada por san Juan de la Cruz, llevando al hombre a descubrir, sufrir y aceptar su nada ante el Dios divino, con la consiguiente renuncia a contar con él, usarlo y servirse de él” (Olegario González de Cardedal, Dios).
Nuestros deseos necesitan pasar su noche, morir en ella, saber lo que es querer a Dios por Dios mismo, para, así y sólo así, volver a recibirlos de él, mejorados, salvados, purificados, y, de este modo, seguir deseando a Dios y sus dones pero ahora a su manera, y no a la nuestra, o ya también a la nuestra pero en la nueva luz que nos regaló el paso por la noche. Desearemos entonces a Dios como Dios quiere ser deseado, como DIOS, padre y amigo del hombre, y no como dios, herramienta y útil del hombre.
Contra Dios, en tanto no está a la vista y es la suya una existencia dudosa, la de un ser que, dadas sus características, bien pudiera ser una fantasía nuestra, parece funcionar muy bien el argumento de que, al responder a “nuestros más íntimos deseos”, lo más seguro es que sea un invento nuestro para satisfacerlos.
Pero, ¿por qué la realidad de Dios habría de caer fuera de ese movimiento deseante sin el cual el hombre deja de ser hombre? Las sospechas de los Maestros de las tales son pertinentes para poner en solfa a un Dios que sólo fuera hechura nuestra, sólo mero constructo de nuestros anhelos, sólo montaje de nuestra filmación soñadora… Pero, en cualquier caso, no se sigue así, sin más, de un Dios deseado y cumplidor de nuestros deseos, su improbabilidad y su inexistencia, como si los anhelos más íntimos y radicales de los hombres sólo fuesen capaces de engendran fantasías y no de ponernos en el camino hacia aquél que pudiera darles acabada satisfacción. ¿Sería más creíble la frase de Nietzsche si le diésemos la vuelta: ‘La fe no salva, luego dice la verdad’? Precisamente porque en muchas ocasiones no salvó, ni sanó, ni curó, ni dio plenitud mereció ser tachada de “mentirosa”, de burlarse del hombre y de sus deseos más íntimos: tal fe fue, y es, allí donde se dé, una impostora.
Para que no parezca que son nuestros deseos los que hacen a Dios, necesitan ellos pasar por un duro proceso purgativo. La vida y doctrina de San Juan de la Cruz es la mejor respuesta a las sospechas y sus Maestros, y a lo que, bajo su amparo, había afirmado Fernando Savater. “Un Dios reducido a la medida y servicio, función y eficacia del hombre, no tiene nada que ver con el Dios vivo y verdadero. Nadie ha hecho una crítica más radical de tal ídolo forjado por el hombre que la realizada por san Juan de la Cruz, llevando al hombre a descubrir, sufrir y aceptar su nada ante el Dios divino, con la consiguiente renuncia a contar con él, usarlo y servirse de él” (Olegario González de Cardedal, Dios).
Nuestros deseos necesitan pasar su noche, morir en ella, saber lo que es querer a Dios por Dios mismo, para, así y sólo así, volver a recibirlos de él, mejorados, salvados, purificados, y, de este modo, seguir deseando a Dios y sus dones pero ahora a su manera, y no a la nuestra, o ya también a la nuestra pero en la nueva luz que nos regaló el paso por la noche. Desearemos entonces a Dios como Dios quiere ser deseado, como DIOS, padre y amigo del hombre, y no como dios, herramienta y útil del hombre.
lunes, 20 de septiembre de 2010
Tanto cariño mata
Empezaba la jornada. Llegó una señora argentina solicitando ya no recuerdo qué cosa. Cada dos palabras intercalaba un “cariño”, “cariño” por aquí y “cariño” por allá. Gélido y educado, visiblemente molesto, protesté: “Señora, le agradecería que no me siguiese llamando ‘cariño’”. Ni un segundo tardó en mudársele el rostro. Me di cuenta al instante de que había metido no una sino las dos patas. Temblándole la voz y con los ojos humedecidos dijo: “Nunca nadie me había dicho tal cosa”. Reaccioné como pude: “Perdóneme, señora, no debí decirle lo que le dije”. “No, no, la culpa es mía”. “Usted no tiene culpa de nada, es su manera de expresarse, típica de muchas zonas, lleva media vida haciéndolo. Perdóneme”. La cosa quedó medio arreglada. Creo que ese día no me había levantado con muy buen pié. Pero aunque sea un término coloquial para según qué personas y en según qué zonas, y sobre todo porque no está uno acostumbrado, tanto, tanto, tanto cariño mata. Yo maté no devolviéndolo, claro.
jueves, 16 de septiembre de 2010
Buena conciencia
“Sólo lo hacen para mantener su buena conciencia” es una frase con la que se critica a veces ciertos actos de solidaridad o caridad con el prójimo. Con ella se diría que el sujeto que realiza tales acciones no tiene su corazón puesto en los destinatarios sino en su propia persona: no busca tanto hacer el bien a los otros como verse bueno a sí mismo.
Como en tantas otras cuestiones, ésta es también una cuestión de grados. Si, en efecto, nuestras presuntas acciones buenas ocultan en su trastienda un porcentaje muy grande, superior al 50% digámoslo así, para entendernos, de narcisismo espiritual, de autocomplacencia, de un “¡hay qué ver que bueno soy!”, de modo que la persona o personas beneficiadas por ellas sólo son la ocasión para que yo me sienta bien pero no el auténtico centro, entonces no estoy siendo bueno sino egoísta: practico una acción cuya forma es buena pero cuyo fondo no lo es. El hombre nunca puede ser medio para nada, tampoco para que otro hombre se sienta moralmente bien. El hombre es fin en sí mismo.
Ahora bien, también es cierto que no somos ángeles, sólo hombres, y nos es imposible hacer nada en el que no haya un cierto grado de autocomplacencia: al hombre no le es posible no buscar en todo lo que hace su propio placer, bienestar, o felicidad, tampoco cuando hace el bien a sus semejantes. Le es imposible practicar en toda su pureza el bien por el bien mismo. Tal es nuestra condición, la pasta de la que estamos hechos. Esto por un lado. Por el otro, el hombre necesita también saber que puede hacer el bien, que puede ser bueno, necesita, sí, aliviar su conciencia, sentirse y verse bueno, descargarse del mal que hace cargándose de bien. La cuestión es que lo haga correctamente, es decir y volviendo a utilizar el mismo lenguaje, que eso tenga lugar de modo que en sus acciones buenas más del 50% de su energía espiritual no acentúe tal aspecto sino el otro: el bien del semejante, del prójimo hermano. Que la búsqueda inevitable de uno mismo que hay en toda búsqueda vaya sabiendo transfigurarse en olvido de sí, única manera de que al fin se encuentre el hombre a sí mismo de modo pleno y verdadero.
Como en tantas otras cuestiones, ésta es también una cuestión de grados. Si, en efecto, nuestras presuntas acciones buenas ocultan en su trastienda un porcentaje muy grande, superior al 50% digámoslo así, para entendernos, de narcisismo espiritual, de autocomplacencia, de un “¡hay qué ver que bueno soy!”, de modo que la persona o personas beneficiadas por ellas sólo son la ocasión para que yo me sienta bien pero no el auténtico centro, entonces no estoy siendo bueno sino egoísta: practico una acción cuya forma es buena pero cuyo fondo no lo es. El hombre nunca puede ser medio para nada, tampoco para que otro hombre se sienta moralmente bien. El hombre es fin en sí mismo.
Ahora bien, también es cierto que no somos ángeles, sólo hombres, y nos es imposible hacer nada en el que no haya un cierto grado de autocomplacencia: al hombre no le es posible no buscar en todo lo que hace su propio placer, bienestar, o felicidad, tampoco cuando hace el bien a sus semejantes. Le es imposible practicar en toda su pureza el bien por el bien mismo. Tal es nuestra condición, la pasta de la que estamos hechos. Esto por un lado. Por el otro, el hombre necesita también saber que puede hacer el bien, que puede ser bueno, necesita, sí, aliviar su conciencia, sentirse y verse bueno, descargarse del mal que hace cargándose de bien. La cuestión es que lo haga correctamente, es decir y volviendo a utilizar el mismo lenguaje, que eso tenga lugar de modo que en sus acciones buenas más del 50% de su energía espiritual no acentúe tal aspecto sino el otro: el bien del semejante, del prójimo hermano. Que la búsqueda inevitable de uno mismo que hay en toda búsqueda vaya sabiendo transfigurarse en olvido de sí, única manera de que al fin se encuentre el hombre a sí mismo de modo pleno y verdadero.
miércoles, 15 de septiembre de 2010
Nos vamos, volvemos
No son pocas las veces que acude a mi mente el retrato de Jovellanos pintado por Goya cuando me pongo frente a la pantalla esperando que mi yo ocurrente me sirva una idea de la que sacar algún partido. ¿Es así como debe uno disponerse, descansando de pensar, un tanto ausente, ido, o debe concentrarse tanto como lo hace El pensador de Rodin? ¿Reposar la cabeza en la mano o recogerse apoyando el mentón en el puño? ¿Dejarse o apretarse sobre sí? Jovellanos se suelta, no piensa. El hombre de Rodin se sujeta, piensa. Sí, éste es el orden. Nos vamos, viene la idea, volvemos con ella, pensativamente nos quedamos.
lunes, 13 de septiembre de 2010
La bondad de Machado
Hay una buena conciencia que es una buena “buena conciencia”: la que dejan en nuestro ser el deseo de hacer el bien y la ejecución de actos buenos y la omisión de los malos, siempre sin autombombo, a la chita callando, sin que nadie se entere, sólo Dios. Entonces se duerme con “la conciencia tranquila”. Acaso en esta línea se atrevió Machado a finalizar su famoso autorretrato con el verso que dice: “Soy, en el buen sentido de la palabra, bueno”, y no parece que lo hubiera hecho “cargado de razón”, sino con humildad. Y es que si no es así, humildemente, calificarse a sí mismo de bueno es autoengaño y vanagloria.
¿Cómo debieron de sonar, si es que sonaron, en los oídos de Machado las palabras con que Jesús replicó a quienes se habían dirigido a él llamándolo “maestro bueno”?: “¿Por qué me llamáis bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios” (Mc 10, 18) ¿Sentiría que lo desautorizaban, que lo acusaban de propasarse, pues si ni Jesús, el hijo de Dios, admitió ser llamado bueno, quién iba a ser él para llamarse bueno a sí mismo? Pero la afirmación del Maestro apunta a un fondo al que no creo que quiera, ni desde luego puede, llegar la de Machado, a la raíz de las personas, y en tal sentido es radical y absoluta: nadie, desde la raíz hasta las puntas, es enteramente bueno en este mundo, salvo Jesús. La de Machado, como decíamos, en tanto que autodescripción humilde, y sólo así aceptable, llega hasta donde le está permitido llegar, a lo que uno quiere ser, bueno, y a lo que no quiere ser, malo, a lo que se desea hacer, el bien, y a lo que no se quiere hacer a nadie, daño. En este sentido, no es la suya una afirmación radical, sino, como mucho, troncal, si entendemos por tronco esa parte de nuestro ser y de nuestra vida sobre la que podemos pronunciarnos y decir de ella que nos parece “buena”, así, sin pretensiones, con el ánimo de que se nos entienda que somos a la pata llana “buena gente”, o de que por lo menos lo intentamos.
Pero sigamos poniendo en aprietos a Machado, y de paso a nosotros mismos, citando ahora un párrafo un tanto largo de C. S. Lewis (El problema del dolor): “Ahora bien, el verdadero escollo de la ‘bondad’ estriba en que se trata de una cualidad que nos atribuimos con extraordinaria facilidad a nosotros mismos apoyándonos en razones poco sólidas. Todo el mundo se siente benévolo en los momentos en que nada le molesta. Aun cuando jamás hayan hecho el menor sacrificio por sus semejantes, los hombres se consuelan de sus vicios apoyándose en la convicción de que ‘en el fondo tienen buen corazón’ y son ‘incapaces de matar a una mosca’. Creemos ser buenos cuando en realidad somos felices” . No le falta razón a Lewis, y, ante esta tesitura, no soy yo quien para saber lo que podría haber pensado Machado tras la lectura de sus palabras: ¿volvería atrás, al poema ya acabado, y tacharía o corregiría el último verso, aquel que citábamos al principio y que nos metió en esta singladura, al percatarse de que se había atribuido la bondad con extraordinaria facilidad, apoyándose en razones poco sólidas, que se sentía bueno porque nada le molestaba, de que no estaba sino consolándose de sus vicios, de que creía ser bueno porque se sentía feliz? Desconozco la situación vital, la intención que empujó a Machado a atribuirse la bondad, lo que quiso exactamente decir, lo cual me anima a ponerme en su piel e inventar una contestación a Lewis: “Me faltan, en efecto, señor Lewis, sólidas razones para atribuirme bondad alguna, y ojalá que no las tenga nunca. ¡Qué ser más torpe y engreído sería entonces, alguien que se siente bueno apoyado en sus propios y compactos argumentos! ¡Dios me libre de tamaño dislate! Es cierto que digo realmente lo que digo, que ‘soy, en el buen sentido de la palabra, bueno’. Pero ¿cuál es ese buen sentido y que quise expresar exactamente? Creo que, ‘exactamente’, nada quise pronunciar sino sólo ‘poéticamente’, es decir, al hilo de lo que la redondez del poema me pedía y de lo que yo deseaba que fuese también la redondez de mi propia vida. Tal vez, sí, como usted afirma, al escribirlo me sentía libre de toda molestia, hasta feliz, e incluso es posible que quisiera consolarme de mis vicios apelando a una bondad escondida en el fondo de mi corazón. En cuanto a lo de ser incapaz de matar a una mosca… Verá usted: les dediqué un poema cuyos últimos cuatro versos riman así: ‘Inevitables golosas, / que ni labráis como abejas, / ni brilláis cual mariposas; / pequeñitas, revoltosas, / vosotras, amigas viejas, / me evocáis todas las cosas’. Yo no mataría nunca a una ‘vieja amiga’. En fin, señor Lewis, usted tiene toda la razón, y yo no pretendo tener ninguna. Simplemente, en un poema, me expresaba”.
¿Cómo debieron de sonar, si es que sonaron, en los oídos de Machado las palabras con que Jesús replicó a quienes se habían dirigido a él llamándolo “maestro bueno”?: “¿Por qué me llamáis bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios” (Mc 10, 18) ¿Sentiría que lo desautorizaban, que lo acusaban de propasarse, pues si ni Jesús, el hijo de Dios, admitió ser llamado bueno, quién iba a ser él para llamarse bueno a sí mismo? Pero la afirmación del Maestro apunta a un fondo al que no creo que quiera, ni desde luego puede, llegar la de Machado, a la raíz de las personas, y en tal sentido es radical y absoluta: nadie, desde la raíz hasta las puntas, es enteramente bueno en este mundo, salvo Jesús. La de Machado, como decíamos, en tanto que autodescripción humilde, y sólo así aceptable, llega hasta donde le está permitido llegar, a lo que uno quiere ser, bueno, y a lo que no quiere ser, malo, a lo que se desea hacer, el bien, y a lo que no se quiere hacer a nadie, daño. En este sentido, no es la suya una afirmación radical, sino, como mucho, troncal, si entendemos por tronco esa parte de nuestro ser y de nuestra vida sobre la que podemos pronunciarnos y decir de ella que nos parece “buena”, así, sin pretensiones, con el ánimo de que se nos entienda que somos a la pata llana “buena gente”, o de que por lo menos lo intentamos.
Pero sigamos poniendo en aprietos a Machado, y de paso a nosotros mismos, citando ahora un párrafo un tanto largo de C. S. Lewis (El problema del dolor): “Ahora bien, el verdadero escollo de la ‘bondad’ estriba en que se trata de una cualidad que nos atribuimos con extraordinaria facilidad a nosotros mismos apoyándonos en razones poco sólidas. Todo el mundo se siente benévolo en los momentos en que nada le molesta. Aun cuando jamás hayan hecho el menor sacrificio por sus semejantes, los hombres se consuelan de sus vicios apoyándose en la convicción de que ‘en el fondo tienen buen corazón’ y son ‘incapaces de matar a una mosca’. Creemos ser buenos cuando en realidad somos felices” . No le falta razón a Lewis, y, ante esta tesitura, no soy yo quien para saber lo que podría haber pensado Machado tras la lectura de sus palabras: ¿volvería atrás, al poema ya acabado, y tacharía o corregiría el último verso, aquel que citábamos al principio y que nos metió en esta singladura, al percatarse de que se había atribuido la bondad con extraordinaria facilidad, apoyándose en razones poco sólidas, que se sentía bueno porque nada le molestaba, de que no estaba sino consolándose de sus vicios, de que creía ser bueno porque se sentía feliz? Desconozco la situación vital, la intención que empujó a Machado a atribuirse la bondad, lo que quiso exactamente decir, lo cual me anima a ponerme en su piel e inventar una contestación a Lewis: “Me faltan, en efecto, señor Lewis, sólidas razones para atribuirme bondad alguna, y ojalá que no las tenga nunca. ¡Qué ser más torpe y engreído sería entonces, alguien que se siente bueno apoyado en sus propios y compactos argumentos! ¡Dios me libre de tamaño dislate! Es cierto que digo realmente lo que digo, que ‘soy, en el buen sentido de la palabra, bueno’. Pero ¿cuál es ese buen sentido y que quise expresar exactamente? Creo que, ‘exactamente’, nada quise pronunciar sino sólo ‘poéticamente’, es decir, al hilo de lo que la redondez del poema me pedía y de lo que yo deseaba que fuese también la redondez de mi propia vida. Tal vez, sí, como usted afirma, al escribirlo me sentía libre de toda molestia, hasta feliz, e incluso es posible que quisiera consolarme de mis vicios apelando a una bondad escondida en el fondo de mi corazón. En cuanto a lo de ser incapaz de matar a una mosca… Verá usted: les dediqué un poema cuyos últimos cuatro versos riman así: ‘Inevitables golosas, / que ni labráis como abejas, / ni brilláis cual mariposas; / pequeñitas, revoltosas, / vosotras, amigas viejas, / me evocáis todas las cosas’. Yo no mataría nunca a una ‘vieja amiga’. En fin, señor Lewis, usted tiene toda la razón, y yo no pretendo tener ninguna. Simplemente, en un poema, me expresaba”.
domingo, 12 de septiembre de 2010
Historia
Cuando un drama ocupa tu “historia” no tienes ojos para la “Historia”. El 11S, mis amigos O. y F. apenas si tuvieron ojos para la tragedia de las Torres Gemelas porque estaban ocupados por entero por su propio drama, la leucemia de su hija O. Hoy, felizmente, está curada.
Así me lo contó O. cuando, después de años sin vernos, los fui a visitar. Mientras millones de miradas caían sobre la televisión porque estaban en condiciones de hacerlo, las suyas apenas si resbalaron por ella porque su vida entera estaba en ese momento centrada en su hija, y como las suyas las de tantos otros, tantísimos otros, todos los que, en un momento dado, no pueden permitirse el “lujo” de prestar atención a la Historia con mayúsculas porque la suya propia necesita de toda su atención y cuidados.
La Historia de verdad, la completa, la que es mayúscula, minúscula y media, será la que un día cuente las de todos los millones de hombres y mujeres que nacieron, vivieron y murieron en este planeta. ¿Quién será ese omnipotente y omnisciente Historiador, que pondrá toda su atención y cuidados en las vidas de todos de modo que ninguna se pierda, que nada de lo acontecido en ellas pase al olvido, que lo recoja todo en su libro inmenso?
Un buen historiador, al contarnos la historia pasada, debe revivificarla de algún modo, hacérnosla presente, si es que no quiere que la sintamos como historia muerta. Si tal cosa hace un historiador humano, ¿qué no hará entonces ese Gran Historiador cuando relate en su Gran Libro las vidas de todos los que fueron, son y serán? ¿No habrá de revivirlas también, pero a su manera, a su “Gran Manera”?
Así me lo contó O. cuando, después de años sin vernos, los fui a visitar. Mientras millones de miradas caían sobre la televisión porque estaban en condiciones de hacerlo, las suyas apenas si resbalaron por ella porque su vida entera estaba en ese momento centrada en su hija, y como las suyas las de tantos otros, tantísimos otros, todos los que, en un momento dado, no pueden permitirse el “lujo” de prestar atención a la Historia con mayúsculas porque la suya propia necesita de toda su atención y cuidados.
La Historia de verdad, la completa, la que es mayúscula, minúscula y media, será la que un día cuente las de todos los millones de hombres y mujeres que nacieron, vivieron y murieron en este planeta. ¿Quién será ese omnipotente y omnisciente Historiador, que pondrá toda su atención y cuidados en las vidas de todos de modo que ninguna se pierda, que nada de lo acontecido en ellas pase al olvido, que lo recoja todo en su libro inmenso?
Un buen historiador, al contarnos la historia pasada, debe revivificarla de algún modo, hacérnosla presente, si es que no quiere que la sintamos como historia muerta. Si tal cosa hace un historiador humano, ¿qué no hará entonces ese Gran Historiador cuando relate en su Gran Libro las vidas de todos los que fueron, son y serán? ¿No habrá de revivirlas también, pero a su manera, a su “Gran Manera”?
viernes, 10 de septiembre de 2010
Porciones
Salvo los que saben dar el salto audaz en el que se entregan del todo a Dios, los demás damos saltitos en los que vamos ofreciendo porciones de nuestro ser. Nunca es completa la donación. Nos retraemos para quedar a salvo de la plenitud, no tanto por no quererla, cuanto porque sabemos que no será indolora: nos exigirá el sacrificio de nuestro propio yo y no queremos pagar tan alto precio. Nos salva que Dios, si no nos obtiene del todo a la primera, no nos deja en la nada. Supongo que nuestro entregarse a plazos no lo contempla él como no entregarse en absoluto. A lo mejor hasta lo acepta como un entrenamiento para el total ofrecimiento que él espera. Pero no seamos tan ingenuos como para pensar que no pueda Dios quebrar nuestra resistencia con gracias “violentas” que aceleren nuestra definitiva entrega.
jueves, 9 de septiembre de 2010
Transfigurado
Sólo una vez en mi vida me fue dado contemplar un rostro transfigurado. Se iniciaba el curso en Salamanca y a tal efecto se celebraba una misa. Uno de los concelebrantes era el obispo brasileño Helder Cámara. En el momento de la consagración su rostro irradiaba un júbilo tal que muchos de los presentes quedamos maravillados. La maravilla era él y la nuestra no era sino su efecto. Daba miedo tanta alegría, pues uno, atrincherado en su egoísmo, sabía que no podía proceder sino de una entrega suma.
lunes, 6 de septiembre de 2010
Hacer memoria
Dios no puede recordar sin hacer revivir, no puede hacer memoria sin hacer vida. Los hombres mueren y caen en el olvido, pero caen también en Dios que recuerda todos y cada uno de sus cabellos. Será Él el que nos enseñe el único modo de no olvidar a nuestros muertos: recordándolos hacia el futuro, donde la memoria se vuelve esperanza. Morir no es quedar atrás sino tomar la delantera.
sábado, 4 de septiembre de 2010
Envejecidos
Cuando veo a un anciano caminando lentísimamente, encorvado, sin expresión en la cara, siento la humillación que ello supone. De aquí tiene que nacer una total sumisión, salvo que se quiera vivir a la contra, aunque seguramente no haya ya fuerzas para esto. Los ancianos completamente envejecidos nos avisan de que sólo sobre una humildad radical acierta uno a saber algo de la vida.
viernes, 3 de septiembre de 2010
Hay momentos
Hay momentos de alegría, de puro éxtasis, de felicidad absoluta, en los que la vida se descorcha y nos sirve en la copa toda su espuma. “Así soy, munificente cuando vosotros, hijos míos, estáis en condiciones de recibirme”. ¡Ay! ¿No lo estamos siempre?
jueves, 2 de septiembre de 2010
El cero de la vida
“Ligero de equipaje, como los hijos de la mar”, como los setenta y dos discípulos que no llevan "dinero ni alforjas, ni otro calzado que el puesto”. Poner las esperanzas en la Esperanza, entregarse a una confianza loca, desnudo. Quemar las naves y sobre una tabla, quedar entre cielo y mar. En el cero de la vida, encontrar de nuevo el camino que nos conduzca a casa.
miércoles, 1 de septiembre de 2010
El hermano
Quiero que el hermano me bendiga y pronuncie mi nombre, que su rostro sea mi espejo. A solas soy una caja de aullidos. Me ha sido regalado como fuente de gracia.
lunes, 30 de agosto de 2010
El amor
Nos agarra de la mano y nos lleva al camino que será para siempre el nuestro. Pone ante nosotros un recorrido, fuera del vasto mar sin direcciones. La promesa que somos la lleva el amor a cumplimiento.
sábado, 28 de agosto de 2010
Un pájaro solitario
¿No se cansa el meditador de fraguar palabras tan ceñidas, discursos tan íntimos? Sí, ¿pero qué va a hacer? Otra cosa no sabe. No tiene otra fidelidad que guardar, por más árida que pueda llegar a ser. Hay que estar donde hay que estar, con pena, con gloria, como un pájaro solitario siempre en la misma rama.
viernes, 27 de agosto de 2010
En el Abismo
Nuestra profundidad nos ahogaría si no estuviese sostenida por una profundidad mayor. En el Abismo flota nuestro abismo como lo hace el iceberg en el mar, sin hundirse. Nuestra hondura no es un pozo de locura porque se abre a la Hondura. Si no fuésemos infinitos en el Infinito, grandes en el Grande, seríamos promesa sin cumplimiento, reyes de un trono que a la postre se revelaría como falso, quimera de un pobre mendigo.
jueves, 26 de agosto de 2010
Aliento de gigantes
“Te emplazamos a querer ser el que eres, con una convicción y alegría sin fisuras, pues sólo dando a luz lo que sólo tú llevas dentro de ti alcanzarás la plenitud, la única que tú desearías, la tuya, la que sólo a ti pertenece y que ha sido pensada para ti desde toda la eternidad. Sé fiel pues, y entrégalo todo”.
miércoles, 25 de agosto de 2010
Amigos
La cercanía no puede ser invasora, la distancia no puede ser olvido. No estés tan cerca que me absorbas, no estés tan distante que ya no seas visible. Situémonos en el punto justo y aprenderemos a ser amigos. Este punto es distinto en cada caso por lo que diferirá entre unos y otros la articulación de distancia y cercanía, hasta abrirse un abanico de variedades infinitas. Supongo que es éste uno de los ejes que influyen para que un amigo pase a ser muy amigo, necesario e íntimo, o para que quede un poco en las afueras sin llegar a meterse dentro de uno.
martes, 24 de agosto de 2010
Atrapado
Se enmaraña con sus sufrimientos y no sabe salir de ellos. No quiere sufrir pero quiere sufrir. Incapaz de ser feliz, halla un extraño goce en sus penas. Son enredos morbosos en los que queda atrapado, sin fuerzas y también sin ganas para poner un pie decidido en la vida. Alguien tendría que hundir la mano en su mundo y encontrar, agarrar y tirar con fuerza de su deseo de salvación.
lunes, 23 de agosto de 2010
Día y noche
Las jaculatorias continuamente repetidas lo calmaban. Con cada una de ellas lanzaba su alma al cielo, esperando que volviese curada. Sería tarea de muchos días, de meses incluso. Él podía desfallecer, pero no su oración, que se levantaba a toda hora, incansable. Desde el fondo subía siempre el gemido, la protesta, el ruego. Luchaba por confiar en el Invisible, por creerlo bajo sus pies y agarrando sus manos. La fe que espera encontrar el Hijo del Hombre cuando vuelva es la que clama día y noche (Lucas 18, 7-8). Así debía ser la suya.
domingo, 22 de agosto de 2010
Árboles
Ofrecemos raíces, ofrecemos troncos y ramas, ¿pero de cuántos árboles? El bosque incontable continúa dentro, a la espera de nuevas exploraciones. Parecemos caminantes perdidos que lo recorren, en busca de su enigma. Lo levantamos a veces, como un pájaro sobre las copas.
sábado, 21 de agosto de 2010
Santos
Hombres enteros, sanadores, santos de alcance infinito. El sufrimiento lo bebieron entero y sacaron una dicha limpia. Curaron heridas, amortajaron a los muertos. El mal se encrespaba ante ellos y caía en pedazos. No eran rocas, el dolor los atravesaba pero no rendía su amor. Desde la humildad crecían como llama. A su lado el pecador se quemaba y volvía a ser bueno. Sus pies abrían caminos donde no los había y, levantándose, los hombres andaban de nuevo. Quien los conoció lo sabe: si morían, daban vida a raudales.
viernes, 20 de agosto de 2010
La herida
¿Dejar que la herida hable o silenciarla? Que calle, no diría sino disparates, anunciaría la hecatombe de una humanidad sufriente y un mundo herido. No tiene a mano una historia de salvación, el cielo lo ve muy lejos, se le pegan todas las lágrimas. ¿Sanará o quedará para siempre abierta? El amor es pálido, muy pálido, no lo siente y lo hambrea como un pordiosero. Deberá meterse muy dentro y, en silencio, rezar, rezar.
miércoles, 18 de agosto de 2010
El cantero
Cuando somos felices somos nosotros los que llevamos las bridas. Cuando somos desgraciados, es la vida quien las agarra y nos lleva. Siempre el paso adelante, aunque nos empeñemos en el paso atrás. Este empeño triunfa a veces y retrocedemos. Nos asusta salir de nuestra covacha. Encerrados a cal y canto, la vida no consigue entrar. Sólo la insistencia del cantero con la piedra dura logrará desmocharnos y lanzarnos de nuevo a los caminos de la vida.
domingo, 15 de agosto de 2010
Vastas tierras
Si te sabes menesteroso, felicítate, porque extenderás la mano. Tus vacíos son tus deseos y quién sabe a donde te llevarán. Somos islas que buscan istmos para recorrer continentes. Has de sentirte necesitado de esas vastas tierras, has de querer encontrar a toda costa la unión que te lleve a ellas.
jueves, 12 de agosto de 2010
Baja a la calle
Apartas la cortina y la espías fuera, la vida. ¿No está también dentro? Sí, pero incompleta. El todo siempre se cumple con lo que está más allá de nosotros, de modo que nadie pueda decir: “Me basto”. Uno nunca es alimento suficiente para sí mismo. Lo sabe el solitario, que si es verdadero, deja la puerta abierta para que sea la suya una soledad habitable. Hay que descorrer la cortina y mirar al otro lado de uno mismo y ver qué pasa, mejor, ver quién pasa, tal vez alguien que vuelva la cara y nos mire, diciéndonos: “Baja a la calle, amigo, alguien te sale al paso”.
domingo, 8 de agosto de 2010
La alegría
No renuncies nunca a la alegría. Búscala, invéntala, captúrala, ruégala, pero no dimitas de ella. Es lo humano por excelencia, lo que salió con nosotros incorrupto del paraíso. Cuando te embarga, ¿no te reconoces más que nunca, no sientes más tuyas todas las fibras de tu ser? Pájaro en nuestro hombro, su canto nos devuelve el bullicio del nuevo mundo.
viernes, 6 de agosto de 2010
Madre
Recogeré tu último aliento y con él se irá el mío. Te mantendré mucho tiempo dentro de mi abrazo, haciéndome la ilusión de que sigues viva, de que seguirás viva para siempre. Mi mano acariciará tu rostro todavía caliente, sentirá la infinita dulzura de tus arrugas. No sentiré tu peso, será como el de un pájaro y como él te echarás a volar. Madre, ¿te dejaré partir? Ahora arrancas las vainas de los guisantes. Tienes a tus pies los rastrojos. No comprenderías mi idealización absoluta, pero sí mi amor más allá de todo límite. A cada minuto lo tienes, sorprendido de tu existencia colosal y menuda. ¿Quién os inventó, madre, quien os hizo así, tan carnales y vaporosas?
miércoles, 4 de agosto de 2010
El recuerdo de la dicha
El recuerdo de la dicha, ¿trae la dicha? La memoria donde se guardó la alegría ¿la devuelve? ¿Cómo aprovecharnos de lo poseído en otro tiempo? Acaso no tengamos más que la provisión de cada día. El hoy trabaja para el hoy y no sabemos en qué medida ayuda a un mañana abierto.
sábado, 31 de julio de 2010
Obedecer
En muchos momentos de nuestra vida son los otros los que, al recordarnos quienes fuimos, nos impelen a seguir siendo el que debemos ser. Nuestro ser decaído, desaparecido, a su voz se levanta poco a poco de nuestro fondo, más obediente que animado, pero por eso mismo en el buen camino de la recuperación. Lo decimos normalmente con otros muchos nombres, más caros a nuestro oídos, pero es obedeciendo como llevamos adelante nuestra vida. Siempre es en cierto modo una voz de mando, suasoria y suave las más de las veces, la que nos reconduce y concede de nuevo el aliento. Aunque es una dura ley de vida la que en tantas ocasiones planta su mandato, en otras muchas ansiamos obedecer al que sepa y quiera llevarnos.
jueves, 29 de julio de 2010
El despojo
La iglesia de los dominicos en Oxford es sencilla, reducida a la mínima expresión, diáfana y ligera. Cuenta con una vidriera transparente en el lugar en el que normalmente estaría un retablo, que inunda de luz la iglesia y tras la que se ven las ramas de unos árboles agitándose. Las catedrales e iglesias de gran esplendor ornamental son sin duda admirables, pero a mí siempre me parecen palaciegas, construidas más para el ojo que para el corazón. Busco la desnudez, el pobrismo si se quiere, el vacío. Frente a los fastos de Salomón, el despojo de San Francisco.
sábado, 24 de julio de 2010
Caricatura
El que iba en primer lugar de la salida procesional de una iglesia londinense cuyo nombre ahora no recuerdo, portando la cruz, más que una cara llevaba una careta, acaso ensayada durante horas delante de un espejo. “Seré el sacerdote sacro y riguroso, impasible e indomable, fustigador de pecadores y mantenedor de las hiperesencias litúrgicas”. La verdad es que daba risa, un rostro que de puro serio resultaba cómico. Su caricatura hubiese sido justamente la que se había colgado como cara. Si al entrar en la sacristía, fuera ya de todo escenario, se le hubiese descolgado, estaría bien. Es bueno que los hombres vuelvan a tener rostro humano.
miércoles, 14 de julio de 2010
Veranos
Veranos largos de nuestra infancia, veranos breves de nuestra edad madura. Pero la afirmación y la promesa son la misma: existe la felicidad, vendrá la felicidad. El sol, descubridor de bellezas, crea ritmos nuevos en el corazón. Un electrocardiograma mostraría un poema. Si no son calcinantes, los veranos tienen la medida humana de la dicha, la crean y la acompañan. Los niños que juegan son su emblema, habitantes nunca expulsados del paraíso. El mal siempre es más horrendo en verano.
viernes, 2 de julio de 2010
¿Quién soy?
La vida nos desbasta. A nuestro paso dejamos un rastro de virutas, todo lo que le sobra a nuestra identidad. El “¿quién soy?” obtiene respuestas parciales en los “yo soy éste” de cada tramo.
domingo, 27 de junio de 2010
Ternura
La hazaña está en la ternura más que en la pasión. El paso de los años lo va demostrando. Tiene la paciencia del artista con su obra, su ritmo creador, y, como él, acaba sacando su obra a la luz: la felicidad del amado.
lunes, 21 de junio de 2010
Su propio mar
Le faltaba llorar pero las lágrimas no acudían en su ayuda. Ojos secos, una vez más, para su pena. Hacía tiempo que había perdido la espoleta del llanto. Dentro de él se ocultaba un océano que deseaba salir. Hubiera querido ser náufrago en su propio mar, volteado y arrojado por sus olas en una tierra hospitalaria. Mientras tanto esperaba, sin fruto, ante un sol que permanecía de guardia.
jueves, 17 de junio de 2010
Te edificaría
Las horas se descuelgan y caen, mal habitadas por ti. Pareces restarte, como si desaparecieras en zonas sin tiempo donde no está permitido ser. Si de verdad pisaras el reloj humano, si te incrustaras en él, nada podrían esos fondos que te atrapan. Verías como te construye el paso de las horas, hasta qué punto hay que amarlo para dejarlo ser. El tiempo de los hombres te edificaría. Pero tienes que hacerte presente si quieres un presente y sumarte al grupo de los que caminan. Al tiempo hay que ayudarlo, pide nuestra adhesión definitiva.
martes, 15 de junio de 2010
Todo es botín
De tu acoso nunca surgirá la belleza, como mucho un jirón que, forzado, arderá en tus manos. ¿Durante cuánto tiempo no podrán albergar nada santo? Se han hecho inhóspitas porque lo que debía llegar como don tú decidiste raptarlo. Estás tan lleno de ti, sin huecos que aguarden plenitudes, que no sabes pedir. Todo es botín, nada es regalo.
lunes, 14 de junio de 2010
Dulce leona
No se vislumbra la muerte y la vida duerme tranquila. Hoy nadie podría hacerle daño. Es una madre feliz que sueña. Qué hermoso verla así, respirando, dulce leona al abrigo de sus corderos.
jueves, 10 de junio de 2010
Conclúyeme
Ven, échate a mi lado, vida, conclúyeme, que nunca soy del todo. Completa mi dibujo, rellena mi interior. Saca de tus honduras la figura que tú quieres para mí y, a tu luz, sea yo visto como un hombre terminado. Y lo que dejes en sombra, rastro tuyo sea, no tu negación.
lunes, 7 de junio de 2010
Hacia el cielo
Te escoras, más agudo cada vez el ángulo con el suelo, más, más, y te caes, ya, todo entero. Consigues izarte un poco, hasta sentarte. Las piernas se doblan dentro de tu abrazo, se dobla tu frente sobre las rodillas, los ojos se doblan: están cerrados. Humillado, pura es la súplica apenas sin fuerzas pronunciada, tan sólo un gemido, levísimo, que la tierra no puede atraer, todo él sube hacia el cielo.
domingo, 6 de junio de 2010
El vuelo
Una tristeza cobijada, lleno de aliento su pecho, largo su mirar más allá de la pena.
Extiende tu mano y tócala: es la alegría. Lánzala, no la retengas, suyo es el vuelo que suplica.
sábado, 5 de junio de 2010
Ea
Habría que darle a la tristeza un algo de salero, de modo que, aunque gimiente, no le faltasen agallas para tamborilear y menearse un poco. Supongo que es uno de esos imposibles posibles de los que acaso salga lo mejor del hombre. ¿Una tristeza alegre? ¿Y por qué no? Ea.
viernes, 4 de junio de 2010
Ecosistema
En ciertas parejas salta a la vista su íntima concordia cotidiana. No se adivina en ellos ningún tipo de borrasca. Un cariño muy profundo los une, que va más allá de ellos y alcanza a los demás. Se cuentan por millones en el mundo, muros de contención del mal, al que embisten y matan.
jueves, 3 de junio de 2010
Lo vivo
Echemos nuestra suerte en los ámbitos naturales y dejémosles que obren todo lo que tienen que obrar. Que alcance lo vivo en nosotros su más alta cima, con correosa convicción. Ayudado por el bosque, la montaña, el mar, el espíritu mejora.
miércoles, 2 de junio de 2010
Grande y desplegada
Los golpes de la vida, al macerarnos, consiguen que nuestra carne se extienda y que disminuya su espesor. Ofrecemos así una superficie mayor y una menor resistencia. Gracias a esto, le es más fácil al viento empujarnos y alzarnos. Antes éramos una vela chica y encogida; ahora somos una vela grande y desplegada.
martes, 1 de junio de 2010
Hotel y casa
En un amor hotel pasas un tiempo; en un amor hogar te quedas para siempre. Para algunos su primer amor es ya su amor hogar. Otros, sólo después de pasar por uno o varios amores hotel encuentran el amor que será su casa.
lunes, 31 de mayo de 2010
Expropiado
Le debes tu palabra al mundo. Eres autor, pero no el propietario. Eres fuente, pero no el río. Atente a tu función, no ejerzas derechos que no tienes. Lo que empieza a rodar en ti sigue rodando más allá de ti, y ya lo pierdes de vista, ya lo has dejado. Ya no es tuyo. Te queda una porcion, claro, aquélla en la que te reconoces como el que eres, por la que sabes quién eres, no más. Tu seña de identidad, digamos, y en este sentido palabra tuya, también tuya. En lo demás, eres justamente expropiado.
domingo, 30 de mayo de 2010
Más a tus anchas
Poco te aprovecho, Padre, mucho te desperdicio. Nunca te tomo entero, sino un pedacito, de cada vez uno, una pizquita, nada más. La rendija que dejo para que tú pases es muy pequeña, ni mirilla es, nada. Si se cuela una pestaña tuya, o una cutícula, ya es mucho lo que se cuela. Pero a ti te bastan estas condiciones ínfimas para arreglártelas e ir haciendo un hueco cada vez mayor, cada vez más a tus anchas, y así después ya eres ojo, o mano, y después dos ojos, o dos manos... Donde no cabías aprendes a caber, y conviertes el cuartucho en cuarto. Te vas acomodando y creces, cada vez más de ti en mí, más abierta mi puerta, por la que tú pasas, Señor.
sábado, 29 de mayo de 2010
Ahora sabes
Aparecen viejos por todas partes. Cada vez son más, cientos, miles… Te palpas la cara, asustado, para comprobar si ya eres uno de ellos. No, todavía no. Respiras aliviado. Las arrugas de algunos son tremendas hendiduras. En otros son más leves. Un impulso irresistible te acerca al más viejo. Le tocas la cara. “¿Sabré vivir así, con esto?” Del fondo de sus ojos sube una antigua, antiquísima respuesta. El anciano levanta las manos y las coloca en tu rostro. Sí, ahora sabes.
viernes, 28 de mayo de 2010
Un poeta
Un poeta concreto que diga palabras concretas sobre cosas concretas. Que, así, se reinvente a sí mismo reinventando palabras que reinventen las cosas. Que no falle, que le salga bien este lance y alcance justa nombradía por conocer nombres que nombran las cosas.
jueves, 27 de mayo de 2010
Somos llevados
A una altura siempre y siempre a distinta altura, la de los años, que van siendo años vencidos que dejan paso a nuevos años. Filigrana del tiempo tejiendo siempre más hilos, que no se ven, y de los que uno quisiera tirar para saber algo más, un poquito, sobre el tiempo y su paso. Pero hilos tan finos no hay quien los agarre. En esta montura no mandamos. Somos llevados.
martes, 25 de mayo de 2010
Hilo de hombre
Una tras otra iba mascando las lecciones de la ascesis, dejando tras de sí la piel sobrante, con menos carne cada vez y al fin sólo con la esencial, hasta no ser más que hilo de hombre y así más hombre.
lunes, 24 de mayo de 2010
Todo
Todo en un manojo, o todo flor a flor. Todo en un día, o en todos los días. En un tiempo, todo; en tiempos sucesivos, todo. Todo aquí y ahora; allí, y después, todo. Todo en un solo rostro; multitud de rostros, todo. Todo por venir; ya, aquí, todo. Por tu parte, todo; por todas las partes, todo. Todo en una entrega; en muchas entregas, todo.
Gracias por todo.Gracias a ti.
Gracias a todos.
domingo, 23 de mayo de 2010
El último fuego
Ha pasado su hora y lo aceptan. Sueltan lo que sus manos ya no pueden agarrar. Diríase que sobrevuelan la escena, como águilas viejas, merma-dos para muchas cosas pero no para la vigilia. Su atención no decrece, sino que se amplía en un sentido y en otro se afila. La acción ya no les corresponde pero sí la auscultación y el consejo. Son los porteadores del último fuego.
viernes, 21 de mayo de 2010
Con yo, sin yo
Un yo que publicitas demanda continuamente su sueldo. No soporta no verse apuntalado cada vez con mayor brío. Vive siempre entre espejos, que le sirven su reflejo mil veces multiplicado. Su propia hinchazón lo matará.
No se expone de modo exhibicionista ni se retrae morbosamente. Sin hurtarse a las miradas, no se marca a sí mismo. Lo suyo es una manifestación provenida de intereses ajenos al yo, en aras de una ley que es más grande que él y que nada sabe de espurias publicidades.
No se expone de modo exhibicionista ni se retrae morbosamente. Sin hurtarse a las miradas, no se marca a sí mismo. Lo suyo es una manifestación provenida de intereses ajenos al yo, en aras de una ley que es más grande que él y que nada sabe de espurias publicidades.
jueves, 20 de mayo de 2010
Un gotero
No surtía sino gotas, muy espaciadamente. Le era ajena la abundancia del torrente, aunque la añoraba. Ni un hilillo de agua tenía. Gota a gota, que no correspondía siempre con un día a día; a veces era semana a semana, incluso mes a mes. No sin esfuerzo lo aceptaba, verse así de pequeño, un gotero casi sin oficio.
miércoles, 19 de mayo de 2010
Hallas más
En el límite das un paso y te traga el vacío. Ello te repara, es un abismo salvador. Vuelves por ti, vuelves a ti, y eres otro. Te apartas ahora un poco, no eres ya tan manifiesto. Tu alegría se ha interiorizado, has pulido su aparatosidad. Buscas menos, hallas más.
lunes, 17 de mayo de 2010
¿Cómo estás?
La pregunta enorme que nos hacemos a diario, ¿cómo estás?, y que tenemos la osadía de responder, psss, mal, bien, vamos tirando, tuve días peores… Un día, alguien, consciente de su alcance, se plantará ante tus ojos y la susurrará. Y tú no tendrás que contestar. Él ya lo sabe.
domingo, 16 de mayo de 2010
Perro fiel
Al crear el mundo, crea Dios su rastro en el mundo. ¿Podría Dios crear el mundo y no dejar ni rastro? Podría, pero no lo ha querido. Y donde hay rastro hay rastreador y hay pieza por cobrar. El hombre, perro fiel, busca a su señor.
viernes, 14 de mayo de 2010
Al corazón
Se adentran los ojos. Llevan consigo las visiones del día. Se lo cuentan al corazón. Sangre íntima se vuelven.
jueves, 13 de mayo de 2010
En el más puro choque
Entre desnudez y desnudez nacen los pactos, las más profundas asociaciones. Nadie da lo que no es suyo, ni recibe otra cosa que lo más suyo del otro. Nos damos de bruces jugando a abrazar, a encontrar el corazón en el más puro choque.
miércoles, 12 de mayo de 2010
Al desierto
Al desierto, donde no rugen los leones y las bestias comen de tu mano. Calcinarse, vivir, encontrar las virtudes de la arena. Los espejismos son verdad, existe lo que vemos.
martes, 11 de mayo de 2010
Arco iris
Purísimo el ser, purísima la intención, purísimo el fruto. Nació blanca, creció blanca y engendró el arco iris.
lunes, 10 de mayo de 2010
Arderemos
La luz sólo intuida aparecerá de repente, azote del cielo para instruir a sus hijos. Nos envolverá a todos, a todos nos atravesará. Su fuego será habitable, arderemos y por eso viviremos. Quien lo rechace se consumirá.
domingo, 9 de mayo de 2010
Sin verbo
Las palabras se ausentan y lo dejan vacío. Sin fuerzas para lo indecible, se le muere también lo decible apenas llega a su boca. Polvo innombrable son ahora las cosas, como él, carne sin verbo sufriendo el silencio.
sábado, 8 de mayo de 2010
Lo que hemos sido
Viene el tiempo y borra las huellas. Lo que hemos hecho, lo que hemos sido, ¿dónde se encuentra? ¿Se almacena la vida en mejor sitio que el solo recuerdo? ¿Cómo se recoge, sin pérdida, la vida entera? Qué pobre es el pasado si no hay manos que lo restauren.
viernes, 7 de mayo de 2010
En Liliput
Pequeñas derrotas, hecatombes mínimas, exiguas desolaciones, catástrofes ínfimas, tristezas al por menor, llantos que son llantinas: en Liliput, se cuece el alma a ritmo lento.
jueves, 6 de mayo de 2010
Algo bonito
Iba a hacer con su desolación algo bonito. Por de pronto pasearía con ella de ganchete, como dos viejitas que, muy despacio, desgranando van los menudillos de la vida. Mediado el camino comenzarían a bisbisear sus soledades, deshaciendo olvidos, canjeando secretos. Los reproches y las acusaciones obtendrían al fin su finiquito. Muy avanzado el día se hablarían ya como amigos, alma con alma construyendo los puentes de hoy, por el que cruzarían vacíos de toda amargura y muy llenos de paz.
martes, 4 de mayo de 2010
lunes, 3 de mayo de 2010
Profanación
Siempre temía mirar con demasiada intensidad, o que creyese su interlocutor que ponía en sus ojos más de la debida. En realidad su mirada era la que correspondía a un ser concentrado. ¿Y quién sino una persona merecía la máxima concentración? Pero al sentir que los ojos del otro lo absorbían, que entraba por ellos cual lanza en un costado, enseguida se azoraba pues no estaba seguro de hacer lo correcto. Se retraía y volvía sobre sí, asustado ante una posible profanación.
domingo, 2 de mayo de 2010
Lo que se pierde
Sólo se salvarán las acciones, grandes o pequeñas, gigantescas o mínimas, que inscribieron su curso en la historia de la salvación. Lo demás es perdición, será destruido.
sábado, 1 de mayo de 2010
Frágil
En el envoltorio de la vida viene escrito: FRÁGIL. Lo agitamos y los enseres tintinean, sonido precioso en el que, solapadamente, aúlla amenazador el ruido de su estropicio.
viernes, 30 de abril de 2010
De un amor
Quedar colgado de un amor y ya no saber vivir. Todo se va en ansias y desfallecimientos. El centro de uno queda fuera de uno y uno quiere estar en su centro, lo esencial, la vida misma, el aire todo. Si vive, vivimos, si muere, morimos.
jueves, 29 de abril de 2010
Esperar
Esperas en vano y lo vano viene: te quedas vacío.
“Hai que ir indo, hai que ir indo”, se dice el que espera, blasón de su esperanza, tictac de su paciencia.
miércoles, 28 de abril de 2010
El conferenciante
No hay oración a Dios pero hay conferencia sobre Dios. Donde faltó el rezo surgió el discurso. Mucho nos habla de Dios aquél que no habla con Dios. En vez de pianissimo, una tamborrada; sin brisa, un ciclón; sin orvallo, una granizada.
miércoles, 21 de abril de 2010
¡Hágase!
No paso por menos de exigirme ser. ¡A buenas horas iba a querer otra cosa! Por eso pido el “¡hágase!”. Y lo hago, y me hago.
lunes, 19 de abril de 2010
Burro y zanahoria
Me apasiona el modo como una imagen nuestra, ya sea en foto, en vídeo o en un espejo, nos dice “tú eres éste”. Si uno se obstina en mirarla durante un tiempo acaba con más perplejidades que certezas, pues no entrega su secreto, no descorre el misterio. Bajo cierta luz me parece un asunto graciosísimo, como si uno jugara consigo mismo al escondite, creyendo en todo momento que saltará un “¡ya!” y obteniendo por contra un testarudo “todavía no”. Burro y zanahoria de por vida, no faltarán sin embargo breves y milagrosos prendimientos.
sábado, 17 de abril de 2010
Ese poquito
Nombraba una cosa y sentía que se desleía. Querría tener verdaderamente la cosa, y el nombre apenas si la rozaba. ¡Ah, la palabra no poseía, sólo idealizaba, tan blanda frente a lo duro! Pero ¿y si esta impotencia fuese su dignidad, esta pobreza su riqueza? El caer vencida, ¿no la constituía en servidora de aquello que nombraba? Nunca reina, venía a ofrecer sus pequeños servicios mensajeros, ese poquito de ser, de vida, que ella, mal que bien, ponía.
viernes, 16 de abril de 2010
Mares
El caso era zambullirse. Después tendría acceso a las realidades, sus vastos y deseados mares. Se dejaría llevar unas veces y otras sería él el que se condujese con pies y manos azotando el agua. No quería tanto encontrar cuanto abarcar y amar cuanto cupiese en su abrazo, o ser él el que cupiese en el abrazo de otro explorador de mares.
jueves, 15 de abril de 2010
Configurado
Ritualízate, date forma, sé ceremonial. Ataja todo le que en ti se pierde al desbordarse. Búscate en un modelo, encaja en él, sé así perfecto. Recógete en tu horma y esplende desde tu ser configurado. En tu dominio de hombre hecho vivirá a gusto tu mundo salvaje.
miércoles, 14 de abril de 2010
Yo sé quien soy
“Yo sé quien soy”. Esta afirmación de don Quijote le venía una y otra vez a las mientes desde hacía ya algún tiempo. Él no sabía quién era. Lo había sabido en el pasado (¿seguro?) y esperaba volver a saberlo. Entre medias, debería hacer el recorrido que lo llevase del autoconocimiento de ayer al autoconocimiento de mañana, y eso pasaba por ver morir sus seguridades, por matarlas él mismo incluso, pues bien sabía que se habían convertido en parapetos tras los que se ocultaba su identidad. “Yo sé quien soy”, había dicho el Quijote, “yo no sé quien soy”, afirmaba él. Y así, una vez y otra la afirmación quijotesca primero y la negación suya después, se dejaban oír en su interior señalando un camino.
martes, 13 de abril de 2010
El cometa
El entorno era siempre el mismo y muy escaso en sugerencias. Ningún objeto volaba a su alrededor. Todo permanecía atado. El conjunto de sus cosas sólo se alzaría como cola de cometa, y era él el cometa, era él el que debería volar y alzarse para que todo lo demás siguiese su rastro.
lunes, 12 de abril de 2010
¿Qué será de mí?
Sólo si conseguía responder a “¿qué será de mi obra” sabría contestar a “¿qué será de mi vida?”. La primera pregunta no agotaba el segundo pero sí que lo llenaba en un porcentaje muy alto, tanto que, en la práctica, fuera de su obra no sabría que hacer con su vida. Al fin, las dos preguntas se fundían y se convertían en una sola: “¿qué será de mí?"
domingo, 11 de abril de 2010
Historiar
Debemos historiar el mal para vencerlo, saber por qué, dónde y cuándo hemos fallado de modo que no volvamos a cometerlo. De igual modo mayor será el deber de historiar el bien, que será nuestra guía para seguir construyéndolo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)