No son pocas las veces que acude a mi mente el retrato de Jovellanos pintado por Goya cuando me pongo frente a la pantalla esperando que mi yo ocurrente me sirva una idea de la que sacar algún partido. ¿Es así como debe uno disponerse, descansando de pensar, un tanto ausente, ido, o debe concentrarse tanto como lo hace El pensador de Rodin? ¿Reposar la cabeza en la mano o recogerse apoyando el mentón en el puño? ¿Dejarse o apretarse sobre sí? Jovellanos se suelta, no piensa. El hombre de Rodin se sujeta, piensa. Sí, éste es el orden. Nos vamos, viene la idea, volvemos con ella, pensativamente nos quedamos.
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