Me apasiona el modo como una imagen nuestra, ya sea en foto, en vídeo o en un espejo, nos dice “tú eres éste”. Si uno se obstina en mirarla durante un tiempo acaba con más perplejidades que certezas, pues no entrega su secreto, no descorre el misterio. Bajo cierta luz me parece un asunto graciosísimo, como si uno jugara consigo mismo al escondite, creyendo en todo momento que saltará un “¡ya!” y obteniendo por contra un testarudo “todavía no”. Burro y zanahoria de por vida, no faltarán sin embargo breves y milagrosos prendimientos.
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