No surtía sino gotas, muy espaciadamente. Le era ajena la abundancia del torrente, aunque la añoraba. Ni un hilillo de agua tenía. Gota a gota, que no correspondía siempre con un día a día; a veces era semana a semana, incluso mes a mes. No sin esfuerzo lo aceptaba, verse así de pequeño, un gotero casi sin oficio.
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