¿No se cansa el meditador de fraguar palabras tan ceñidas, discursos tan íntimos? Sí, ¿pero qué va a hacer? Otra cosa no sabe. No tiene otra fidelidad que guardar, por más árida que pueda llegar a ser. Hay que estar donde hay que estar, con pena, con gloria, como un pájaro solitario siempre en la misma rama.
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