miércoles, 14 de julio de 2010

Veranos

Veranos largos de nuestra infancia, veranos breves de nuestra edad madura. Pero la afirmación y la promesa son la misma: existe la felicidad, vendrá la felicidad. El sol, descubridor de bellezas, crea ritmos nuevos en el corazón. Un electrocardiograma mostraría un poema. Si no son calcinantes, los veranos tienen la medida humana de la dicha, la crean y la acompañan. Los niños que juegan son su emblema, habitantes nunca expulsados del paraíso. El mal siempre es más horrendo en verano.

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