Cuando somos felices somos nosotros los que llevamos las bridas. Cuando somos desgraciados, es la vida quien las agarra y nos lleva. Siempre el paso adelante, aunque nos empeñemos en el paso atrás. Este empeño triunfa a veces y retrocedemos. Nos asusta salir de nuestra covacha. Encerrados a cal y canto, la vida no consigue entrar. Sólo la insistencia del cantero con la piedra dura logrará desmocharnos y lanzarnos de nuevo a los caminos de la vida.
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