sábado, 24 de julio de 2010

Caricatura

El que iba en primer lugar de la salida procesional de una iglesia londinense cuyo nombre ahora no recuerdo, portando la cruz, más que una cara llevaba una careta, acaso ensayada durante horas delante de un espejo. “Seré el sacerdote sacro y riguroso, impasible e indomable, fustigador de pecadores y mantenedor de las hiperesencias litúrgicas”. La verdad es que daba risa, un rostro que de puro serio resultaba cómico. Su caricatura hubiese sido justamente la que se había colgado como cara. Si al entrar en la sacristía, fuera ya de todo escenario, se le hubiese descolgado, estaría bien. Es bueno que los hombres vuelvan a tener rostro humano.

No hay comentarios: