Me molesta que mi mente, a su aire, se salga de
donde yo estoy y soy, que es siempre aquí
y siempre ahora, para irse a un
momento siguiente. Cada vez que ocurre, lo acuso arrugando el entrecejo y
tensando la mandíbula. Mi victoria está en desarrugar el primero y destensar la
segunda. A una acción mental opongo una acción física. Y funciona, aunque no
sin una infinita paciencia.
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