Ayer, desde que me levanté hasta que marché para
el trabajo, me comporté como un soldado, o mejor, como Rosetta, la protagonista
de la película homónima de los hermanos Dardenne. No permití que ni angustillas
ni desesperacioncillas me distrajesen de mi carrera matinal. Hacerlo
significaba caer en sus redes y de ningún modo quería que tal cosa ocurriese.
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