Le sorprendo en una ciudad extranjera camino del
hotel y no puedo tener una conversación larga con él. En el segundo intento lo
sorprendo camino de misa y tampoco esta vez es posible. La amistad, pues, a
pesar de estos pequeños arreglos “físicos”, continúa siendo predominantemente
virtual. Él mismo me decía en mi primera llamada telefónica que algunos tenemos
amistades virtuales que son un desastre porque falta la jugada maestra que las
culmine, ese encuentro cara a cara o esa conversación por teléfono que nos
permita tomar tierra, la tierra de la amistad. Me dice que en el mes de marzo
vendrá por aquí y que será posible que nos veamos. Ojalá.
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