miércoles, 28 de noviembre de 2018

Open

Open es la autobiografía de Andre Agassi escrita conjuntamente por él y el periodista y premio Pulitzer J.R. Moehringer. Es un libro vibrante y asombroso, pleno de emoción. Cuando lo tenía entre mis manos una tarde de septiembre, bajo el kiwi, mi hermana María me preguntó qué leía. Le contesté y a renglón seguido le leí algunos párrafos. “Mañana mismo lo compró”, exclamó. Su lectura le entusiasmó tanto como a mí. Yo tenía claro que sería mi regalo de cumpleaños para mi sobrino Maino y mi hermano Pepe. Sé que les regalo a un tiempo un libro extraordinario y unas instrucciones para vivir igualmente extraordinarias. ¿Quieres vivir con sensatez, coraje y generosidad? Pues todo esto y más lo encontrarás en estas páginas.
Agassi odió el tenis toda su vida, al que se dedicó porque su padre se lo inculcó férreamente y porque, al cabo, sería lo único que sabría hacer pues no iba a tener estudios ni formación para dedicarse a otra cosa. Errático y genial a un tiempo, enseguida estuvo entre los mejores aunque ni el dinero, ni la fama, ni las victorias le proporcionaron ni un ápice de felicidad. Tras una caída brutal en el ranking el año 1997, resurgió con fuerza con el deseo de ganar Roland Garros, el único Grand Slam que le faltaba. Y era un deseo feroz. Lo consiguió el año 1999 y fue la única vez que una victoria le reportó una inmensa felicidad, tanta que le entraron unas ganas irreprimibles de compartirla y de dar las gracias. ¿Qué hizo? Se inclinó ante el público en los cuatro lados de la cancha. Desde entonces lo hizo siempre. Este modo de mostrar su agradecimiento despertó en mí un enorme afecto por él, en las décadas en que fui un forofo del tenis. La lectura de Open lo ha reavivado.
Que nadie piense que este libro es otro ejemplo más del muy americano “yes, you can”, tan insufrible en tantos sentidos. Es la historia de un éxito en lo deportivo y de una frustración en lo personal, hasta extremos dolorosísimos. Que el final sea feliz no contradice lo que empiezo afirmando en este párrafo, entre otras cosas porque los seres humanos tenemos la obligación de no permanecer tendidos en el sopor de nuestras miserias sino de levantarnos y redimirnos. De esto y no de otra cosa va el libro.

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