Bien puede la mano, nuestro maravilloso
instrumento prensil, dejar de serlo para devenir mero instrumento digital: su
única ocupación sería entonces la de pulsar botones con el dedo (y aun esto podría
desaparecer si es que finalmente todo se activase a través de un microchip
instalado en el cerebro). Las manos ya no tendrían que alargarse para agarrar ninguna
cosa: tenedores, tomates, esponjas de baño, volantes de automóvil, cordones de
zapatos, cremalleras, raquetas, pelotas de baloncesto, palos de golf, manzanas,
la arena de la playa… Sí, esto es lo que pasaría si el hombre se recluyese en
un mundo virtual que satisficiese todas sus necesidades sin tener que hacer ni
el más mínimo movimiento físico. Pero, por otro lado, esto no dejaría de ser un
signo de su plenitud futura, la de los hombres resucitados con cuerpos
gloriosos, en la que el espíritu tendría un dominio completo sobre su cuerpo y
por lo tanto todo lo que quisiese hacer lo haría “sin el más mínimo esfuerzo”.
1 comentario:
Pero que sea en el futuro, con los cuerpos gloriosos. Aquí y ahora "no pega".
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