No sé cuántos roedores hay en el desván de mi casa. Mi madre y
yo ya llevamos un tiempo escuchándolos. Frenado por mi proverbial pereza para
según qué cosas, no ha sido sino hasta hace poco que decidí exterminarlos. Una
vecina me habló de unas ratoneras que los atrapan pero no los matan y que había
comprado en Amazon, ratoneras animalistas, vaya. No sé yo si esta vecina mía es
animalista o no, pero el caso es que después los ratones que caen en la trampa
se los echa a los gatos. Éstos aguantan el tipo como animalistas un rato
mientras juegan con los roedores y tal pero al final se los comen, claro.
Llevado por la curiosidad, me hice yo también con estas ratoneras, aunque no
sabía lo que iba a hacer con un ratón atrapado, sí, pero vivo y coleando. Ya
veríamos.
Y llegaron, dos, de plástico y de color verde. El funcionamiento
es sencillísimo. De un lado pones unos trocitos de chorizo, por ejemplo. El
ratón, atraído por el olor y el hambre, entra por el otro lado de la trampa y
queda atrapado al pisar la palanca que cierra la portezuela. Después las puse
en el desván y decidí esperar unos días.
Pasado este tiempo subí con cierta aprensión
porque a mí los ratones me dan asquito. ¡Allí estaba el sujeto, y muerto! De
haber sido yo animalista con pedigrí me habría dado un soponcio pero lo único
que hice fue preguntarme por la causa de su muerte. No podría haber sido otra
que el hambre. No pensé más en ello. Bajé la ratonera con la víctima y tiré el
ratón a un muladar de la huerta.
1 comentario:
Otra razón -aparte de la del hambre- puede ser que los fabricantes, para vender más, hagan creer a los animalistas que esas ratoneras no matan a los pobrecitos ratones cuando en realidad... Bah, de mala que soy nomás, digo esto.
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