Al contrario que Haneke, Dani de la Orden no tira de ironía en
el título de su película El mejor verano de mi vida, porque lo va a ser
para el pequeño Nico cuando aguarda a que su padre cumpla su promesa de
regalarle el mejor verano de su vida, tras obtener él un pleno de dieces en sus
notas de final de curso.
Su padre es un personaje descacharrante e
imposible, del que uno desespera a las primeras de cambio. Su optimismo caótico
y su “yo siempre tengo un plan” montado sobre la más pura improvisación, lo conducen
de desastre en desastre, para exasperación de su hijo que, con todo, no pierde
sus esperanzas en él. Dado que Dani de la Orden quiere una película con final
feliz, todo lo ordena para que, finalmente, al caótico Curro le sonría la
fortuna.
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