Una de las cosas que tengo que hacer en mi
trabajo es ir a buscar a un pequeñajo cuando alguno de sus padres viene a
buscarlo. Esta vez se trataba de una niña de primero, seis añitos pues. Cuando
cogió el abrigo yo pensé que se lo pondría como todo el mundo. Pero no. Lo tiró
en el suelo con la parte interior hacia arriba y la zona del cuello hacia ella.
Entonces va y se agacha, introduce sus brazos en las mangas y levanta el abrigo
echándolo hacia su espalda. Me hizo muchísima gracia, puro ingenio y resolución
infantiles.
1 comentario:
¡¡¡Pero qué genial!!! Jajaja.
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