“Una enfermedad bien administrada es mejor que
una canonjía”, comentó mi tío Luis, mercedario en Sevilla, pensando en sus dos
compañeros, “dos maulas”. El mes de agosto lo pasó con nosotros, quince días
aquí, con su hermana Pilar, mi madre, y la otra quincena con su hermano Darío.
El verde ante los ojos, que tanto añora, el aire fresco y el cariño y la
escucha que recibe de su familia reponen sus fuerzas. El mes de julio lo había
dejado exhausto. Se sumaron su insomnio, el calor terrible, sus 87 años y la
maulitis de sus hermanos de la Orden de la Merced. Allí calla para no armar
guerra pero con nosotros se desahoga. Se quejó, por ejemplo, del magro por no
decir nulo resultado de las visitas que los superiores realizan a las casas
mercedarias, pues no averiguan con antelación ni in situ los problemas que hay en ellas para intentar solucionarlos.
“Siendo así las cosas no me extraña que no haya vocaciones”, dice. “Aquí
demuestra Dios su sabiduría. Él sabe lo que hace. Mientras no cambien las cosas
es mejor para los jóvenes que no entren en la Orden”. El problema es más
complejo, claro, y él lo sabe, pero no estaba ante un comité científico
analizando un problema sino con los suyos, desahogándose. Mi madre le recordó
entonces la obra de misericordia que venía al caso: “Sufrir con paciencia las
adversidades y flaquezas de nuestro prójimo”. Y antes de que terminase mi madre
su enunciado mi tío se unió y lo acabó con ella. “En eso estamos”, concluyó.
viernes, 4 de septiembre de 2015
jueves, 3 de septiembre de 2015
Mis llorares
Cuando leí la respuesta de Enrique a la
pregunta “¿Cuándo fue la última vez que lloraste delante de alguien? ¿Y a
solas?”, del test de Arthur Aron, me puse a pensar yo en mis llorares. Son muy
escasos, escasísimos. El año 1996 lloré a moco tendido abrazado a mi hermana
María debido a un asunto que nos ligaba a ella, a mí y a nuestro amigo X. El
desahogo me liberó de un quiste que se estaba volviendo tumefacto. No volví a
llorar, que yo recuerde, hasta el 12 de octubre del año 2002. Habíamos tenido la
comida de la fiesta del Pilar, la fiesta familiar por antonomasia, en la que
celebramos el cumpleaños y santo de mi madre, el santo de mi hermana Pili y el
cumpleaños de mi hermano Luis. Estaba fregando la vajilla y en ese momento se
acercó mi cuñada Dolo. Le estaba hablando de unas obsesiones sobre la muerte de
mis seres más queridos que venía padeciendo desde el mes de agosto y entonces
me eché a llorar; se acercaron mis hermanas Pili y María, que quedaron también informadas
del asunto. El 7 de mayo de ese año había muerto mi padre. ¿Había alguna relación
entre mi llanto y esta muerte? No lo sé y sigo sin saberlo. Han pasado trece
años y no he vuelto a llorar. Se humedecen mis ojos, sí, cuando en la tele, ya
sea en un espacio informativo ya en una película, veo un acto bueno, pero no
llego a derramar lágrimas. En más de una ocasión me hubiese gustado gozar de
ellas pero nunca acudieron en mi ayuda.
miércoles, 2 de septiembre de 2015
Lo mejor de uno mismo
Hay ocasiones en las que solo cuando nos lo
piden damos lo mejor de nosotros mismos.
martes, 1 de septiembre de 2015
Las pasiones de la carne
“Las obras de la carne son conocidas:
fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, enemistades, discordia,
envidia, cólera, ambiciones, divisiones, disensiones, rivalidades, borracheras,
orgías y cosas por el estilo. Y os prevengo, como ya os previne, que quienes
hacen estas cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5, 19-21). No sé
cuántos tremebundos predicadores pretéritos habrán tenido en cuenta que, “las
obras”, es decir, “las pasiones de la carne”, además de las que él y los que los
escuchaban tenían en mente, entiéndase: “fornicación”, “impureza”, “orgías”,
eran también todas las otras, a saber: “libertinaje”, “idolatría”,
“hechicería”, “enemistades”, “discordia”, “envidia”, “cólera”, “ambiciones”,
“divisiones”, “disensiones”, “rivalidades” y “borracheras”. El término español
“carne” es la traducción del griego “sarx
(σαρξ)”, que tiene un significado mucho más amplio que aquel. “La voz sarx (carne) significa ante todo (...)
la naturaleza humana, el hombre en su condición nativa, la esfera de lo
constitutivamente débil y caducable (...). Pablo va a imprimir al vocablo un
sesgo peculiar que acentúa la idea de debilidad inherente a la ‘carne’ (...),
flexionándola hacia la idea de debilidad moral;
el hombre en cuanto carne es el ser proclive al pecado o emplazado en su esfera
de influencia” (Juan Luis Ruiz de la Peña, Imagen
de Dios. Antropología teológica fundamental). ¿Cómo devino la sarx griega, hombre humano-débil-pecador,
de tan amplio significado, carne
española, solo hombre con malos deseos sexuales, de tan reducido significado?
Así pues no solo la “lujuria” sino también el resto de los pecados capitales:
“gula”, “avaricia/codicia”, “pereza”, “ira”, “envidia” y “soberbia/orgullo” son
“pasiones de la sarx, de la carne”.
sábado, 29 de agosto de 2015
El oficio de vivir
El
oficio de vivir, de Cesare Pavese, es uno de los
títulos más hermosos que pensarse pueda. Yo lo habría querido para dos libros
míos pero no se lo podía pisar. Lo que sí hice fue tomar una mitad para uno y
la otra mitad para el otro. Así, “El oficio” me sirvió para titular El oficio de un corazón y “de vivir”
para El trabajo de vivir. Otro título
del cual quisiera tener también el copyright es Los trabajos y los días, de Hesíodo.
jueves, 27 de agosto de 2015
miércoles, 26 de agosto de 2015
Desvelos
Palabras, las justas, las necesarias, las que Dios me dé.
Un relato pobre me acompaña.
¿Qué tipo de felicidad me corresponde ahora?
¡Ah, si amáramos a los que nos aman! Pero ni siquiera con esto cumplimos.
Las venas, al otro lado de la piel, dibujan un itinerario, una búsqueda, un corazón.
La preocupación me desvela pero ella no te salvará la vida si es que tienes que perderla.
La Plenitud no tiene desvelos pero el Vacío sí.
¿En qué medida había olvidado que el trabajo es un trabajo Callado que brota del Silencio?
martes, 25 de agosto de 2015
Conservar y conservadurar
“Su lentitud (la de la Iglesia) revela en ocasiones una especie de sabiduría, pues protege lo que de hermoso y vulnerable hay en nuestra herencia y nos aísla del inane entusiasmo que suscita el cambio por el cambio, protegiéndonos así de la ilusión de que podemos renovarnos a nuestro antojo; pero esto siempre tiene el coste de tardar demasiado en reconocer determinadas necesidades humanas y de tolerar injusticias escandalosas” (Francis Spufford, Impenitente. Una defensa emocional de la fe). Pensé esto durante años sin encontrar las palabras precisas para decirlo y al fin me las ha puesto ante los ojos Francis Spufford. La necesidad de “conservar” de la iglesia lleva aparejada siempre una tentación: la del conservadurismo. Esto es lo que viene a decir el autor británico, conservadurismo que a veces “tiene el coste de tardar demasiado en reconocer determinadas necesidades humanas y de tolerar injusticias escandalosas”. Conservar la Tradición no significa conservar costumbres que solo son fruto de un época; rechazar la ideología del progresismo no debe implicar no progresar allí donde es conveniente hacerlo; no sujetarse al espíritu de los tiempos no significa desoír los signos de los tiempos a través de los cuales habla el Espíritu. La Iglesia, que tiene como única roca a Cristo, echa a veces el ancla en rocas que son un lastre para ella y le impiden caminar.
El Vaticano II, alimentándose de toda la obra de recuperación que se había ido gestando en los años anteriores de las fuentes bíblicas, patrísticas y litúrgicas, ¿no progresó desde ellas para ser en buena ley conservadora y sacudirse así el polvo conservadurista que pesaba sobre ella?
viernes, 21 de agosto de 2015
La vida es un cuento
Cuando no podemos explicar la vida siempre
nos queda el recurso de contarla y la narración que entonces surja podrá funcionar
como una suerte de explicación. El caso es que haya siempre palabras porque así
nunca desaparecerá la posibilidad de que haya un sentido.
jueves, 20 de agosto de 2015
¿Cómo será?
El cielo no puede anular las relaciones que
en la tierra nos constituyeron
esencialmente pues resucitará el que fuimos, no otro, y el que fuimos lo
fuimos de una determinada manera y no
de otra. Tendremos que reconocernos a nosotros mismos en la vida eterna y esto
no será posible si los protagonistas esenciales de nuestra vida terrena no lo
continúan siendo allí. Pero ¿cómo será esto, de qué manera mis padres, mis
hermanos, mis amigos, mi cónyuge, mis hijos, mis abuelos, mis nietos, serán
allí mis padres, mis hermanos, mis amigos, mi cónyuge, mis hijos, mis abuelos,
mis nietos? ¿Cómo continuará allí toda la vida que me construyó y que yo construí?
miércoles, 19 de agosto de 2015
El don de la ebriedad
Hace unos días, en una fiesta de cumpleaños,
X. bebió más de la cuenta y al final quedó hecho un borrachín. Por más que, en
la despedida, se harto de abrazarme y decirme lo agradable que yo era, no por
eso dejó de resultarme profundamente simpático. Bien es cierto que, en sobrio,
ya le tenía un gran cariño porque sino a ver, pero el caso es que acogí sus efusiones
ebrias muy complacido. Espero que al día siguiente, en plena resaca, no haya
estado, al menos en lo que a mí se refiere, en pleno arrepentimiento: no solo
perdono sino que agradezco. Si lo suyo fue un in vino veritas, esta veritas
a mi corazón le gustó mucho.
martes, 18 de agosto de 2015
El doctor Zhivago
Me resultó imposible leer El doctor Zhivago sin tener
continuamente delante de los ojos los rostros de Omar Sharif y Julie Christie,
protagonistas de la película homónima de David Lean. Dado el profundo aliento
poético de esta, la novela se llenaba de
él y creía estar leyendo una novela-poema. ¿O será que el director británico
rodó una película poética porque era el único modo de hacerle justicia a la
obra de Boris Pasternak? El caso es que, con un Sharif-Zhivago y una
Christie-Lara tan aureolados de poesía, la lectura de la novela de Pasternak fue,
a la par que un acontecimiento narrativo, un acontecimiento poético.
viernes, 14 de agosto de 2015
Amigos
Al final, el amigo, la amiga, es el que está
ahí, la que está ahí, medio olvidados unos de otros a veces: problemas de
agenda, distancias geográficas, perezas del corazón... Pero están ahí, estamos
ahí sin duda, y llegado el momento resurgimos unos para otros como una potente
llamarada o un río que salta.
jueves, 13 de agosto de 2015
La nube del no-saber
A principios de este año comenzó a
resultarme vomitiva la imagen del lector como un devorador de libros. Yo mismo
me daba náuseas en la medida en que fui este tipo de lector; estaba claro que
ya no quería seguir siéndolo. Me invadió la “nube del no-saber” y, en ella
instalado, supe que no quería devorar sino leer; buscaba otro ritmo, pausas,
una nueva cadencia. No estoy seguro de que vaya a lograrlo porque tampoco sé exactamente
lo que busco. Bueno, sí lo sé, la compañía que presta un libro, más profunda en
unos casos, menos en otras, y las compañías, las amistades en definitiva, no se
devoran sino que se paladean. Solo lentamente se hace una buena ingestión, solo
lentamente se conversa, solo lentamente se vive.
miércoles, 12 de agosto de 2015
No leo pero...
Lo poco o mucho que lean los habitantes de un país no es el único indicador del grado de su cultura porque hay otras actividades del espíritu que hacen que el hombre, además de un ser biológico, sea un ser culto (“cultivado” me gusta más), es decir, humano. Así, habrá quien se cultiva con la música, con el cine, con la visita a museos y exposiciones, con la fotografía, con los viajes, actividades todas ellas que, cultivándole, expanden al hombre más allá de sus necesidades estrictamente biológicas. Del hombre que no “se inventa” las necesidades que transcienden sus meros apetitos fisiológicos mal se puede decir que sea en verdad humano.
¿Es la lectura la actividad más cultivadora del espíritu humano, más por ejemplo que la escucha de una sinfonía, la visión de un cuadro, de una escultura, de un edificio o de una película, más que las conversaciones de un viajero con los habitantes del país que recorre de una punta a otra? No lo sé, acaso sí, pero un hombre que no lee solo es un hombre que no lee y ninguna cosa se puede deducir de este solo dato sobre el grado de su cultivo si no sabemos nada más. El mapa de la aventura que hace que un hombre sea en verdad un hombre es mucho más amplio.
martes, 11 de agosto de 2015
La misa góspel
En vez de ir a una multitudinaria misa góspel decidimos apostar por una más modesta, la de la Mother African Methodist Episcopal Zion Church (¡toma ya con el nombrecito!).
Cogimos el metro y nos plantamos en Harlem el domingo 26 de julio. Pero lo mismo pensaron otras decenas turistas y si pensábamos que íbamos a estar poquitos extranjeros nos equivocamos de pe a pa: había muy poca gente de la comunidad negra, no más de treinta personas calculo, y el resto, quizá unos setenta, éramos sobre todo españoles, italianos y franceses, además de algún alemán, algún argentino, algún surcoreano y así. Esto lo sé porque, a la entrada, en la que nos recibía un muy amable africano metodista episcopaliano de Sión, o como quiera que se diga, escribíamos en un libro nuestro país de procedencia, de modo que, antes de comenzar la misa, el celebrante nos dio a la bienvenida a todos yendo país por país. Como elegimos lo “modesto”, modesto fue también el coro góspel, compuesto por unas diez personas, que cantaron mucho y bien. Quizá para compensar, el pastor en su sermón, por lo menos en lo que a decibelios se refiere, no quiso ser nada modesto y tronó como un Júpiter micrófono en mano: aquello fue una pura furia sónica, que mis oídos no soportaron y yo tampoco. Como mi inglés es un inglés perro no entendí lo que dijo pero a buenas horas me iba interesar cuando era una estruendosa garganta la que me asaltaba. Un horror, vaya. A mi hermana le gustó, y por lo que pude oír a la salida, a otros también.
Si vuelvo a Nueva York, pago los sesenta dólares de la excursión de marras y me ahorro modestias. Asistiré entonces a un buen espectáculo góspel, con un coro como Dios manda que luzca magníficas galas y voces, muchas mujeres negras tocadas de fantásticos sombreros y, eso espero, un pastor que hable y no grite pues para eso se inventaron los micrófonos.
lunes, 10 de agosto de 2015
La gloria
Que se vive como se puede nos lo dijo Machado y uno vive también en lo gris como puede, rogando que vuelvan los colores.
Frente al alimento que pensamos sería el mejor para nosotros está el alimento que se nos da y que ingerimos de mala manera. ¿Y si resultara que, a la larga, era este último el mejor? Con estas confianzas futuras sigue uno caminando.
Somos lo que somos cuando tenemos pena, cuando tenemos gloria, cuando no tenemos ni pena ni gloria. Al final ya solo seremos gloria, también la gloria que tuvieron los días de pena y la gloria de los días sin pena ni gloria.
sábado, 8 de agosto de 2015
La más cool
¿Qué puede resultar más llamativo en Nueva
York, una chica con el pelo colocado de tal manera que parezca ir tocada de
colas de pavo real u otra chica haciendo ganchillo? A mí me resultó mucho más
llamativo lo segundo, porque no podía imaginar que todavía quedasen en el mundo
mozas interesadas en el ganchillo y menos en pleno Manhattan. Una al menos hay,
la que estaba sentada a mi derecha delante de la Biblioteca Pública. Esperaba
allí a mi hermana, entretenida con algunas compras, y mi sorpresa no fue poca
cuando, al girarme hacia mi diestra, estaba la chica en cuestión dale que te
pego al ganchillo. Aquí hay una foto, me dije, y, distraídamente, como quien no
quiere la cosa, la pillé. A lo mejor la más cool
de toda la Gran Manzana era ella.
viernes, 7 de agosto de 2015
Cosas que pasan
Debían ser las once de la mañana y, mientras
hacía mi media hora de cinta, a los veinte minutos de estar en ella me
sobrevino un cansancio que no me dejó continuar, un asalto de ansiedad (¿O de
angustia? Nunca veo con claridad la diferencia entre una y otra) ya conocido
por mí. Me suele ocurrir, cuando ocurre, mediada la mañana, y siempre viene de
la mano de algo que me emociona positivamente. Pero esta vez fue distinto. Hubo
en ello algo de desplome físico y lo que hice fue bajar a beber el vaso de
agua, el que tomo siempre después del desayuno, y que todavía no había tomado.
Me comí también dos nectarinas. Me senté después en la butaca de mi habitación
e hice lo que siempre hago en tales casos: respirar profunda y pausadamente.
Después, con inmensas ganas de dormir, me eché en la cama. Haciendo un gran
esfuerzo, fui a la zapatería que se había comprometido el día anterior a pedir
unos zapatos que podían interesarme a decirles que finalmente había encontrado
y comprado en Santiago unos que se ajustaban más a lo que andaba buscando. Le
pedí perdón por las molestias causadas a la chica que me atendió y que no pudo
disimular del todo un gesto de desagrado. Volví a casa con la intención de
seguir durmiendo, pero era ya la una y cuarto. No tardaríamos en comer. Sin
demasiadas ganas cogí el ebook, lo encendí y continué la lectura de Trilogía de Nueva York, de Paul Auster,
allí donde la había dejado.
jueves, 6 de agosto de 2015
El Flatiron Building
Un diseño originalísimo y una factura
impecable hacen del Flatiron Building un edificio excepcional, el que más (y lo
que más) me gustó de Nueva York. Visto de frente no se aprecia en él ninguna
profundidad, te parece plano y hasta irreal. Yo, incrédulo, me dije que hasta
que no lo tocase no estaría seguro de su existencia. Y sí, es pura piedra con
forma de plancha (de aquí su nombre, iron, plancha en inglés), aunque más
parece la proa de un barco que con audacia se mostrase dispuesto a abrirse paso
a través de Manhattan derribando todo a su paso, y allá se las compongan el
Empire State, la torre Rockefeller, el Chrysler y tutti quanti.
martes, 4 de agosto de 2015
Nueva York
Me vi en la Nueva York que esperaba
encontrar y en este sentido no hubo sorpresas pero sí el cumplimiento de las
promesas hechas por todas las imágenes de la ciudad vistas a lo largo de toda
mi vida en películas, informativos y fotos. La ciudad de los rascacielos fue
fiel a mis expectativas y no me defraudó en absoluto. De la ciudad habitada por
mis sueños pasé, con perfecta continuidad, a la ciudad pisada por mis pies,
que, junto con los de mi hermana María, se hartaron de callejearla uptown y
downtown, east side y west side. El cielo siempre rascado por los altísimos
edificios solo te lo encuentras si subes con ellos hacia arriba, por sus
paredes de cristal, en las que unos y otros se miran. El horizonte es por eso
vertical y has de levantar la cabeza si quieres encontrar lejanías. ¿Por qué en
un momento dado comenzó, no ya la conquista del oeste, sino la de las alturas,
que hizo de Nueva York la ciudad por antonomasia de los rascacielos? ¿Qué
sueños cumplieron así los hombres que los construyeron: de poder, de dinero,
imperialistas, olímpicos, espirituales? ¿Qué tipo de hombre venció con ellos y
qué tipo de hombre quedó vencido por ellos? Preguntas vanas a lo mejor,
inútilmente profundas, sobre todo para el turista que solo quiere subirse a
ellos para disfrutar de magníficas vistas. Un servidor fue lo que hizo y se
quedó tan contentó.
miércoles, 22 de julio de 2015
No juzguéis
El “no juzguéis” de Jesús debe entenderse,
creo yo, como un “no pronunciéis la última palabra, la definitiva, sobre nadie
porque esta solo le pertenece a Dios”. Las que nos está permitido pronunciar son
las palabras penúltimas, las humanas, las nuestras, con las que necesariamente
hemos de juzgar, calibrar, ponderar, valorar, etc., personas y acciones.
jueves, 16 de julio de 2015
Varia
Durante la infancia tallamos la raíz que nos sostendrá el resto de nuestra vida.
Unos para otros somos señores y siervos a un tiempo.
Unos para otros somos señores y siervos a un tiempo.
martes, 30 de junio de 2015
La casa misteriosa
Es una casa misteriosa. Las ventanas de la
planta baja, donde supuestamente se encuentra la sala, están siempre cerradas.
Pululan por ella jóvenes brasileños. Creemos que hay una mujer que debe ser la
madre de uno -o de más de uno- de ellos y que el resto son amigos que entran y
salen. Mi hermana María, que vive justo al lado con su familia, pared con
pared, les presentó sus quejas por los fiestorros que hacen a deshora, a las
tantas de la mañana, con la música altísima. Mi cuñado Víctor en una ocasión se
encontró en su huerta, también paredaña con la de ellos, un condón. “¿Y cómo
vino a parar esto aquí?” Se dice que la mujer adulta y supuesta madre de alguno
de los chicos se dedica a “la mala vida” en un club de alterne que no está muy
lejos del núcleo urbano. A mi hermana le pareció sentir una vez que la señora
se lo hacía con un cliente.
lunes, 29 de junio de 2015
Don Nadie
Te agarras a emociones que tienen que ver con acciones futuras, te exaltas con ellas y de nuevo te equivocas.
Es justo que lo que esperabas no sea como lo esperabas: la vida imparte así una buena lección.
Si fuera santo se acabarían todos mis problemas.
¿Necesitas realmente el aplauso? No, el cariño es lo que necesito, la atención de ese muy específico alguien que no te atiende como tú lo pretendes.
No quiero ninguna dicha que no sea la que tú me des, y en ella, callar.
No quiero exultar de gozo salvo que sea un exultar bien.
Regalar sin esperar nada a cambio. Dar gratis.
Ser un Don Nadie para ser auténticamente libre. En esto tiene razón Muñoz Molina.
Mucha soledad puede hacer daño, también la soledad querida.
miércoles, 24 de junio de 2015
¡Plaf!
A la que te relajas, ¡plaf!, ya eres otra vez malo y egoísta.
Soy malo, soy bueno, soy gris, soy de colores...
Qué fácil es que una oración solitaria sea una oración egoísta.
El ombligo, ahí, jo... a uno.
Soy malo, soy bueno, soy gris, soy de colores...
Qué fácil es que una oración solitaria sea una oración egoísta.
El ombligo, ahí, jo... a uno.
martes, 23 de junio de 2015
La muerte
-Siento mucho la pérdida de tu hermana.
-Gracias, Suso. Para mí ha sido injusto. Lo tenía todo: era una excelente hermana, esposa, madre, hija, amiga... Y otros en cambio siguen ahí.
-Querida X. Siento muchísimo que hayas perdido a tu marido. Rezo por todos vosotros. Un fuerte abrazo.
-Muchas gracias Suso. Estoy asimilando esta muerte injusta, repentina de un hombre bueno, del compañero de mi vida al que querré mientras viva. Por eso mi dolor es inconsolable. Un beso.
-¿Era un buen hombre su marido?
-Sí, era un buen hombre. Teníamos una buena vida juntos. Nos amábamos mucho. Y ahora se ha ido. Y eso no es injusto. Simplemente es lo que sucedió. Pero mucha gente no tiene una buena vida. No sienten amor. Por eso es injusto. Siento pena por ellos (De Calvary, una película de John Michael McDonagh).
sábado, 20 de junio de 2015
El ojo vago
Es posible que en alguna etapa anterior de
mi vida fuera una persona realmente observadora, sobre todo de la gente, y que lo
hiciera saber al hilo de una conversación que lo demandase: “Yo es que soy una
persona muy observadora...”. Ahora ya no lo soy, y leyendo Ventanas de Manhattan, de Muñoz Molina, me doy todavía más cuenta
de ello: no, no soy el observador atento, detallado y minucioso que es él y que
le permite dar cuenta de todo lo que ve con golosa delectación, que llega a
fatigarle a uno. Mi mirada se ha hecho más vaga y menos exacta, más
contemplativa y menos curiosa, más panorámica y flotante y menos escrupulosa. Vivo
con ojo vago y adentradizo, con otro tipo de atención, más pendiente quizá de
rumores interiores, de rastros de nubes, de sonoridades lejanas.
jueves, 18 de junio de 2015
El triángulo
El triángulo que forman el padre, la madre y
el hijo es de un tiempo a esta parte un literal triángulo porque el hijo (o
hija) es solo un hijo (o hija). Antes se buscaba la parejita -el triángulo era
un cuadrado-, pero esto ha ido a menos y el triángulo cuadrado es cada vez más
un triángulo triángulo. Más lejos quedan ya los triángulos pentágono, hexágono,
heptágono, octágono... Yo pertenezco a un triángulo decágono: papa (en el
cielo), mama y sus “increíbles” ocho hijos.
miércoles, 17 de junio de 2015
Todo tiempo
No atiende a primaveras,
no atiende a veranos,
no atiende a otoños,
no atiende a inviernos.
Mata la muerte siempre,
todo tiempo es su tiempo.
no atiende a veranos,
no atiende a otoños,
no atiende a inviernos.
Mata la muerte siempre,
todo tiempo es su tiempo.
sábado, 13 de junio de 2015
Los que piden
¿Cómo los llamaremos: mendigos, mendicantes, peticionarios, pedigüeños, pobres? “Había una persona pidiendo” es lo que digo cuando me refiero a ellos y veo que en general los demás dicen lo mismo: una persona que pide, así, sin más. Ayer, cuando estaba en una terraza en Santiago, en menos de una hora pasaron tres o cuatro. Si les sonríes o los miras amablemente ya estás perdido: si les has abierto tu rostro, ¿cómo no les vas a abrir después tu cartera? Pero, dado que en estos tiempos tiene uno razones varias para no dar dinero a los que piden, bien porque se traten de mendicantes profesionales, bien porque sean rumanos (Aquí es necesaria una aclaración. Por la prensa local supimos que en un pueblo cercano al mío pillaron a unos rumanos tirando en un contenedor los productos alimenticios que les habían dado a la salida de un supermercado. Estaba claro que lo que esperaban recibir de los clientes no era comida sino dinero. Esto no explica sin embargo por qué motivo se deshicieron de la comida. Un asunto rarísimo), bien porque uno crea que entre Cáritas, los comedores sociales y otra organizaciones varias ya estarían suficientemente atendidos, por todo esto digo, decidió uno que no va a darles dinero. Y para que ellos lo entiendan a la primera se les envía un mensaje muy claro: rostro ceñudo y mirada que se tuerce. Rondando quedan, sin embargo, los flecos de la culpa mordiéndole a uno.
No obro así cuando, tras salir del Eroski los sábados por la tarde después de hacer la compra, me encuentro a las chicas de siempre, rumanas casi todas ellas, o de otro país, como Sabrina, que es de Bosnia-Herzegovina. Siempre les doy algo. A los/las que vienen a pedir a casa tampoco les denegamos una ayuda. Benjamín, extremeño, trabajador de la construcción que se fue a la calle como tantos otros tras el derrumbe del sector inmobiliario, era ya un habitual. Tenía su circuito y mi casa formaba parte de él. Terminé por cogerle cariño. Hace unas semanas, después de mucho tiempo sin verle, me crucé con él en la calle: tambaleando, iba hablando solo bajo los efectos del alcohol. Hubo un peticionario sin embargo al que le espeté un “no confío en usted” -léase: “creo que usted es un vago, vive del cuento y a mí no me va a engañar”- que lo dejó a cuadros. Si su acento parecía ser el de un país de Europa occidental y sus pintas, físico y vestimentas, buenas, ergo no era un pobre pobre y me estaba engañando. Se salía del chip: el pobre tiene que tener pinta de pobre y si no no vale. Y a lo mejor era el más pobre de todos.
viernes, 29 de mayo de 2015
El saber que sí ocupa un lugar
Los conocimientos, si se acumulan y no se
disuelven o integran en el flujo vital, ocupan un lugar: en este caso, el
saber, fastidiosamente, sí ocupa un lugar. Mi naturaleza es más de índole
contemplativa que cognoscitiva y es por esto que rechazo últimamente todo afán
de saber que, por más que otorgue conocimientos, no aumente la capacidad
contemplativa. Me da grima pensar en saber cosas por el mero hecho de “solo
saber cosas”. Me niego a ello. Necesito respirarlas, saberlas “sin afán” de
querer saberlas, como quien se agacha a coger una flor mientras va de camino a
ningún lugar o a todos los lugares. La necesidad de “desconocer” es decir
rotundamente no a toda ansia devoradora en el orden del conocimiento. Ansias
sí, pero de otro orden, deseos más bien, siempre de la mano del más profundo
sosiego.
miércoles, 27 de mayo de 2015
Desde cero para quedar en cero
¿Cómo leer sin esperar del libro más que su
humilde compañía durante unas horas, días o semanas de nuestra vida, el cual a
su vez espera contar con la compañía de un lector que nada quiera “saber”, nada
quiera “conocer”, nada quiera “registrar”, nada quiere “almacenar”, que solo
quiera estar a su lado, viviendo juntos, respirando juntos, mano con mano de
camino a ningún lugar o a todos los lugares? ¿Hay una manera de ser lector que
ha muerto en mí y hay otra, más humilde, menos avariciosa, menos codiciosa,
menos lujuriosa, menos soberbia, menos golosa, que quiere nacer? Ojalá, porque
yo ya no quiero leer para “saber” ni para decir que he leído, sino para vivir,
con perfecta “inutilidad” y sin ningún tipo de ambición. Leer desde cero para
quedar en cero, y siempre así.
lunes, 18 de mayo de 2015
Hic et nunc
Ajustarme al hic et nunc es la ciencia exacta que busco todos los días.
El aquí y el ahora,
todo lo demás a la porra,
es mi jaculatoria.
Los versos no son sublimes, lo sé, pero son mi meta y mi defensa.
viernes, 15 de mayo de 2015
jueves, 14 de mayo de 2015
Mis ojos
Les pido a mis ojos que salten a la realidad y me la traigan toda, ahora que soy todavía más adentradizo.
Gracias a las inspiraciones y expiraciones, todo el día y todos los días, vivo.
martes, 12 de mayo de 2015
El maestro hortelano
Luis, mi hermano mayor, es el maestro
hortelano de nuestra casa. Tomó el relevo de nuestra madre y la contenta con
una huerta a la que, valga la redundancia, siempre contenta. Es infatigable y
cuida las hortalizas y árboles con auténtico mimo y creo que con bastante
acierto. Aquí remueve tierra y allí la saca, hace aquí un surco y aplana allí,
planta y trasplanta, poda, esterca, abona, rodriga, cubre, alambra, acompañado
por un movimiento del hombro que es su tic de toda la vida, casi chaplinesco. A
veces es un poco termineitor y arranca alguna flor que él cree que estorba su
labor pero que estaba allí porque nuestra madre quería que estuviese allí, con
lo cual se gana la consiguiente reprimenda. Ahora, más le conviene, pregunta
antes. Sobre “su” materia considera que los demás no tenemos ni idea, lo que en
mi caso es totalmente cierto, y con cierto refunfuño y bronca, el de una
persona tímida, a más de uno de mis hermanos y de una de mis hermanas se lo ha
recordado. Nosotros, que ya lo conocemos, nos (son)reímos. En cualquier caso,
ciertamente, es él el maestro hortelano.
viernes, 24 de abril de 2015
Fiebre de un día
Creer en Dios es no dejar que esté solo.
Con los tristes estar triste, sí, hasta que la alegría sea lo único que pueda salvarlos.
Justamente ahora, right now, lo único que importa es escuchar la tormenta.
¿Y si ahora, en vez de vivir delante del blog, lo que tenga que hacer es vivir a su lado, ambos con la mirada puesta en el frente?
¿Saber más? ¿Y para qué?
Escapar de la utilidad.
Impostura, un poco, y algo de pose también.
No quiero saber nada más. Decirlo cada mañana.
¿Ha aumentado mi fortaleza psíquica? ¿Me afectan menos las cosas, acaso porque hay más alegría dentro de mí? ¿He perdido agilidad mental y he ganado a cambio mayor profundidad? ¿Y esa memoria menor que insisto en tener? ¿Hay algo a cambio en este caso?
Volver al regazo, a la oración, al cojín que la cabeza recoge.
Aquí, ahora, como en Candelas en el aire, suben chispas, flotan, se pierden. Algo queda, sin embargo.
Dime, Dios mío, lo que tengo que hacer, aléjame de la mentira, de la vanidad, de la sofisticación.
Estoy solo, quiero estar solo, pero que no me dejen solo.
Lo intento con un libro, no soy capaz, con otro, no soy capaz, con un tercero, no soy capaz, con un cuarto, no soy capaz...
El blog, esa maravilla diaria.
Me creo, sí, las alabanzas. ¿Por qué no habría de creérmelas?
No me interesan las estadísticas, no quiero saber de estadísticas. ¿Qué más da?
El lector merece un respeto absoluto.
Desde el despojo, se nace.
Me humilla el que sabe, el que sabe quizá demasiado.
La contradicción no buscada es un derecho del hombre.
Sinceridad, autenticidad, no pasarán nunca de moda estas palabras.
Cuando se tiene fiebre se dicen tonterías.
Si no puedo saberlo todo prefiero no saber nada.
No existe la libertad absoluta pero la libertad, absolutamente, existe.
Cuando decimos que Dios quiere el bien de nuestra alma decimos que quiere la alegría de nuestra alma.
Cuanta más alegría tenemos más bien hacemos. Solo si es compasiva es.
jueves, 23 de abril de 2015
Rojo contra rojo
Al entrar en la Sacristía de la Catedral de
Toledo, desde el fondo te captura, de El Greco, el rojo encendido de su El expolio. Pero resulta que avanzas
unos cuantos metros y otro color perteneciente a la misma gama que aquel te
captura desde una sala que se encuentra a la derecha. Te acercas y recibes un
golpe certero y fulminante: las tonalidades rojas de la muceta del papa Paulo
III pintado por Tiziano, absolutamente maestras, absolutamente impresionantes,
en un cuadro que es todo él una impresionante obra maestra del pintor veneciano.
Un ojo al frente y el otro torcido hacia la derecha, como a la virulé, fijo el
primero en el rojo de El Greco y fijo el segundo en el rojo de Tiziano. Ganó el
efecto sorpresa, es decir, ganó la muceta que cubre los hombros del papa Paulo
III: fue lo que más me gustó de Toledo. Horas y horas me hubiese pasado ante
él.
miércoles, 22 de abril de 2015
Un medidor de aceite
En Toledo me hubiera gustado tener una
especie de medidor de aceite de tamaño gigante, para hundirlo en algún lado de
la ciudad. Al sacarlo, en vez del aceite vería los estratos correspondientes a
las distintas culturas que la conformaron: iberos, romanos, visigodos,
musulmanes, judíos y cristianos. Es lo que ocurre con las ciudades palimpsesto,
que son prácticamente todas las de Europa, unas con más capas y otras con
menos. Toledo las tiene todas y, claro, es asombroso: las culturas se
sobreponen unas a otras, se imponen, conviven, se apoyan, se destruyen, se
prestan compañía, se dan de bofetadas, se empujan, se hacen un sitio, se
encuentran, etc., y todo esto queda reflejado en la historia física y urbana de
la ciudad.
domingo, 19 de abril de 2015
Palpadme
“Palpadme” (Lucas 24, 39). Jesús resucitado
es tangible, como él mismo se lo hizo ver a sus asustados y sorprendidos
discípulos cuando se les apareció. ¿La tangibilidad de su cuerpo resucitado era
la misma que la de su cuerpo terreno o era de otro tenor? Que se ofrezca a ser
tocado, palpado, por sus discípulos para que disipen sus dudas resulta
entrañable, y también el que les muestre sus manos y sus pies. Jesús, tras
haber “palpado” sus llagas Tomás el incrédulo, podría haber afirmado: “dichosos
los que creen sin haber tocado”. En cualquier caso a Jesús, no sólo se le ve y
se le escucha, también se le toca. Bien que lo sabía el autor de la primera
carta de San Juan cuando escribió: “lo que hemos oído, lo que hemos visto con
nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos” (1 Juan 1, 1).
viernes, 17 de abril de 2015
Soy, tengo, 50
Cuando Jodie Foster recibió el premio Cecil
B. de Mille en el año 2013, lo primero que dijo, jubilosa, fue "¡¡I'm
fifty, I'm fifty!!". Yo, hoy, 17 de abril de 2015, gritó también, con
dicha incomparable: "¡Soy cincuenta, soy cincuenta!". Sí, soy, tengo,
50 años. Si combino el dato y el gozo sale algo tal que así:
¡¡5
!!

martes, 7 de abril de 2015
Verde malo, verde bueno
¿Inaugura Homero la malignidad del color verde, cuando habla del “verde miedo” en varios lugares de la Odisea? Porque después, dando un salto de siglos, aterrizamos en Shakespeare, el cual, en Otelo, califica a los celos de “monstruo de ojos verdes”. Y en el siglo XIX una de las leyendas de nuestro Bécquer se titulará precisamente “Los ojos verdes”, los de la mujer del lago que, hechizante, arrastrará hasta su fondo, ahogándolo, a su hombre enamorado. Y parece que “el verde que te quiero verde” de Lorca, en su “Romance sonámbulo”, hace también suyo el carácter siniestro del color verde.
Es llamativa esta asignación de cualidades funestas a este color, siendo como es el color por excelencia de la primavera y por ello de la vida. Cuando la naturaleza, tras el invierno, resurge, se vuelve verde en los árboles y en las plantas. Es la “verde esperanza” de Machado y, superlativamente, de la Esperanza cristiana, que se hace también verde en el transcurso del tiempo ordinario del calendario litúrgico, durante el cual los sacerdotes en la celebración de la eucaristía visten una casulla de este color.
¿Será que lo malo: el miedo, los celos, la muerte, se viste con lo bueno, lo verde, para así atraernos y perdernos, otra versión del diablo disfrazado de ángel?
viernes, 3 de abril de 2015
Jesús, Señor de su vida, Señor de su hora
“Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie
le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora” (Juan 7, 30).
“Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima” (Juan 7, 44). “Y
nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora” (Juan 8, 20).
“Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del
templo” (Juan 8, 59). “Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de
las manos” (Juan 10, 39). “Esto dijo Jesús y se fue y se escondió de ellos”
(Juan 12, 36). Lo quieren prender, lo quieren agarrar, le quieren poner la mano
encima, pero Jesús se esconde, escapa, se escabulle: es una anguila. Y es que,
así como es el Señor del sábado, es Jesús el Señor de su Hora, que no es otra
que aquella en que, entregándolo Judas, se entrega voluntariamente él mismo: Judas lo entrega pero es Jesús quien se
entrega. “Nadie me la quita (la vida), dice Jesús, sino que yo la entrego
libremente” (Juan 10, 18). Porque es Jesús dueño de su vida, que él entrega
libremente, es dueño de su hora y por eso, llegada esta, es él el que sale al
encuentro de los que lo buscan: ahora ya no se esconde ni se escabulle sino que
“sabiendo todo lo que venía sobre él, se
adelantó y les dijo: ‘¿A quién buscáis’. Le contestaron: ‘A Jesús, el Nazareno.
Les dijo Jesús: ‘Yo soy’” (Juan 18, 4). “Solo porque yo me entrego, podéis
atraparme: es mi hora, es vuestra hora, hacedlo”: esto es lo que parece decir
Jesús, suya es la iniciativa: en la hora de la aflicción, Jesús continúa siendo
el Señor.
miércoles, 1 de abril de 2015
Murieron ellos, moriremos nosotros: está bien
La primera de mis amistades que perdió a un progenitor fue Araceli. Creo que estábamos en 1º de BUP y teníamos por lo tanto catorce años. La muerte prematura de su padre fue un mazazo, sobre todo para su mujer y sus hijos mayores. Después, siguiendo con los amigos de mi infancia, murieron los padres de Bety, de Luis, de Miguel, de Sonia, el mío. Sin excepciones, ellos, los padres, murieron en primer lugar; ninguno de nosotros ha perdido todavía a nuestra madre. Doy un gran salto en el tiempo y me planto en estos últimos años. Murió, ahora sí, la madre de Aurora; perdió también a su madre Enrique. Y en estos últimos meses, de noviembre en adelante, murió el padre de Isabel, la madre de Andrea y, por último, murió de repente la madre de mi amigo Emilio. Es lo que toca.
Lo que tocará una vez que pasen más años será asistir a la muerte de nuestros hermanos y nuestros amigos. Llegaremos, si llegamos, a los 80, a los 90, e iremos “passing away”, unos primero, otros después... No me causa tristeza pensarlo. La vida se cumple y llega a su fin: esto está bien.
martes, 31 de marzo de 2015
Llamadlos buenos
Del Purgatorio se sale absolutamente
mejorado, de modo que el “no llaméis a nadie bueno” de Jesús en la tierra se
troca aquí en un “llamad buenos” a los del todo purificados y por eso miembros
ya de pleno derecho del Reino de los Cielos. Por analogía, el Purgatorio podría
ser llamado también Cuarto de Baño, Centro de Rehabilitación, Salón de Belleza,
Gimnasio, Academia de Oposiciones, Spa-Balneario...
viernes, 27 de marzo de 2015
Llorémosle, llorémonos
“Cristo, en los días de su vida mortal, a
gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de
la muerte, siendo escuchado por su piedad filial. Y, aun siendo Hijo, aprendió,
sufriendo, a obedecer” (Hebreos, 5, 7-8). Me estremezco siempre que oigo o leo
este texto de la carta a los Hebreos. Saldría uno del estremecimiento, o
incluso del horror, si le fueran concedidas lágrimas para llorar los
sufrimientos del Hijo amado. Como a las hijas de Jerusalén, también nos diría
Jesús: “no lloréis por mí, llorad por vosotros” (Lucas 23, 28). Pero ¿no pueden
caber en el mismo llanto las lágrimas que derramemos por Jesús y las lágrimas
que derramemos por nosotros, por nuestros pecados? ¿No es sólo llorando los
padecimientos del Hijo como puede uno llorar eficazmente por sí mismo, pues es en
sus heridas donde vemos nuestros delitos?
jueves, 26 de marzo de 2015
Mis amigos los actores
Leídos algunos titulares y los artículos y columnas de los de siempre -cinco, seis, siete autores-, paso páginas impresas y páginas digitales sin que nada me interese salvo las entrevistas a actores y actrices. Allí que veo una allí clavo mis ojos. He estado últimamente con Robin Wright, con Matthew McConaughey, con Penélope Cruz y con Colin Farrell. Robin Wright dice que “lo mejor de hacerse mayor es que uno deja de preocuparse de pequeñeces”. Matthew McConaughey habla de su padre: “Me enseñó muchas cosas. A ser responsable y autosuficiente. A no decir que no puedes. A no mentir”. Penélope Cruz, tan adicta al trabajo en otro tiempo, supo levantar el pie del acelerador. “El personaje de tu propia vida es otra planta que también hay que cuidar, porque si no se seca. Y paré”. Yo, que soy emocionalmente muy pro-Irlanda, siempre me encuentro muy a gusto con los que tienen ascendencia irlandesa: “Es que ser irlandés, dice Colin Farrell, te deja una marca indeleble. Tiene que ver con el carácter de nuestra gente y nuestro aprecio por la vida, pero también con nuestra melancolía. La tierra, en sí misma, te persigue. Te vuelve loco. No es una belleza suave, tiene cierta tristeza asociada. Hay partes del país que te emocionan con solo mirarlas”.
miércoles, 25 de marzo de 2015
Habitar un libro
¿Cómo ha de ser la lectura que logre que
habitemos un libro y que un libro nos habite? ¿De qué manera podemos conseguir
que nos acompañe siempre? ¿Cómo se crea poso, sedimento, raíz? Volviendo al
libro, abriendo de nuevo sus páginas y demorándonos en él todo lo que haga
falta, con él respirando, con él viviendo, con él caminando: con las suplicantes,
con Orestes, con Prometeo, con Héctor, con Ulises, con Áyax, con Filoctetes,
con Edipo, con Antígona, con Heracles, con Ana Ozores, con Fausto...
jueves, 19 de marzo de 2015
Quien insiste gana (a Dios)
“Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, (un funcionario real) fue a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo: ‘Como no veáis signos y prodigios, no creéis’. El funcionario insiste: ‘Señor, baja antes de que se muera mi niño’. Jesús le contesta: ‘Anda, tu hijo está curado’” (Juan 4, 48-49). Insistió una vez el funcionario y su ruego fue escuchado. La mujer cananea, que quería la curación de su hija (Mateo 15, 21-28), se la pidió a Jesús: “Ten compasión de mí, Señor” (v. 22). Jesús “no le respondió nada” (v. 23). Los discípulos interceden entonces en su favor y “él les contestó: ‘Sólo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel’” (v. 24). La madre insiste: “Señor, ayúdame” (v. 25). Pero Jesús le responde: “No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos” (v. 26). La madre insiste de nuevo, ahora con un argumento de peso: “Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos”. Y, ahora sí, Jesús cumple su deseo y su hija queda curada.
Con Jesús, quien insiste gana. ¿No es acaso lo que él mismo enseñó con la parábola del amigo inoportuno: “Suponed que alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche y le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’; y, desde dentro, aquél le responde: ‘No me molestes; la puerta ya está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos’; os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite” (Lucas 11, 5-8). A Dios hay que molestarlo, con él hay que ser inoportuno: sólo así no lo molestamos, sólo así somos oportunos. Quien insiste e insiste gana.
Es precisamente esta fe insistente, “molesta e inoportuna” la que querría encontrar el Hijo del hombre en su segunda venida: “Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra” (Mateo 18, 8), la de los “que claman ante él día y noche” (v. 7) Está perícopa había comenzado, en el versículo 1, así: “Les decía una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer”, y en la parábola volvemos a encontrar la “molestia” y la “inoportunidad”, es decir la insistencia: “Como esta viuda (habla el juez) me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme” (v. 5).
Ya que acabo de volver a ver Ordet, de Carl Theodor Dreyer, traigo a colación el siguiente diálogo entre el patriarca Borgen y su nuera Inger:
Borgen:
He esperado tanto a que se cure (su hijo Johannes), que creo que no se curará nunca.
Inger:
¿Por qué piensas eso?
Borgen:
Hoy en día ya no existen los milagros.
Inger:
Nada es imposible, si se lo rogamos a Dios.
Borgen:
He rezado y rezado, Inger.
Inger:
Debes seguir rezando. El propio Jesús nos dijo que todo lo que se rezara, nos lo concedería.
Borgen:
Lo sé, Inger, Lo sé. ¿Pero de qué han servido mis plegarias?
Inger:
¿Qué sabes tú del fruto que han podido dar tus oraciones? Reza y sigue rezando, aunque no le encuentres sentido.
viernes, 13 de marzo de 2015
Aforística
Si el paso del tiempo cura las heridas, ¿qué no curará el paso a la eternidad?
Mientras no se confiesan emociones y sentimientos no se comunica en verdad nada íntimo.
Un libro es un amigo que nos acompaña en un tramo de nuestra vida: no le pidamos más.
martes, 10 de marzo de 2015
sábado, 7 de marzo de 2015
Mi tía Pepa y el diablo
Mi tía Pepa nos contó el sueño más horroroso que había tenido en toda su vida, uno que le hizo castañetear los dientes y el alma. Delante de mí, comenzó diciendo, veía la ladera de un monte, llena de cuevas. De repente, de una de ellas salió un joven y detrás de él muchos más, varones y mujeres, algunos bastante difuminados. Comenzaron a atentar contra la virginidad practicando el sexo de una manera bruta, bestial. Después subieron a las cuevas. Pasado un rato salieron otra vez de ellas, corriendo ladera abajo, a escarnecer la virginidad con su sexualismo atroz. La tercera vez quien salió fue un monstruo horrible: su cabeza tenía la forma de un pez muy conocido, cuyo nombre no recuerdo ahora, de color rosáceo. Desperté espantada pero seguía viendo el monstruo. Comencé a rezar el credo con energía y temblor: ¡¡Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo...!! Entonces, poco a poco, el monstruo comenzó a desmoronarse, y el ruido que hacía al quebrarse era muy parecido al que se produce cuando astillamos el marisco con las manos. No podéis imaginaros qué miedo pasé. Se lo conté pasados unos días a mi párroco, del que tantas veces me oísteis hablar, majísimo, muy buen sacerdote, y me comentó que no sabía qué pensar de mi sueño, son asuntos difíciles de interpretar. Pídele si acaso a Dios, me dijo, mayor fuerza y humildad para ponerte totalmente en sus manos, pues sin él no podemos nada. A muchos santos, añadió a continuación mi madre, se les aparecía el diablo y con un Ave María lo espantaban. Yo tengo metido en la cabeza, así os lo digo, terminó afirmando mi tía, que lo mío fue también asunto del diablo.
No seré yo quien lo niegue.
jueves, 5 de marzo de 2015
El griego que hay en nosotros
En esta entrada decía que Jesús apelaba a
nuestra necesidad de premio y a nuestra necesidad de heroísmo para
animarnos a amar también a los que no nos aman. En esto somos herederos de los
griegos. ¿Qué esperaban sus héroes sino recompensas y gloria tras el logro de
sus hazañas? Se podría acudir a multitud de textos de la literatura griega
clásica para comprobarlo. Yo cito el que tengo ahora delante de mis ojos, en la
Ilíada, canto X: “Si se entera de
esto y consigue llegar sano y salvo, / bajo el cielo, entre todos los hombres,
habrá conseguido / una gloria muy grande y también una gran recompensa” (traducción de
Fernando Gutiérrez). Al griego que hay en nosotros apela nuestro Señor.
martes, 3 de marzo de 2015
Tan de los hombres
Cuando nos exhorta Jesús a llevar nuestro
amor más allá de los que nos aman y de nuestros hermanos (Mateo 5, 46-47),
antes de apelar a la motivación mayor:
“Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto (v. 48), apela a dos motivaciones menores: nuestra necesidad
de reconocimiento, de ser premiados: “Si amáis a los que os aman, ¿qué premio
tendréis?”, y nuestra necesidad de heroísmo: “Y, si saludáis sólo a vuestros
hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario?” Bien que nos conoce Jesús, pues nos
hizo, y nos hizo y nos quiso así, tan “impuros”, por decirlo de alguna manera,
con esas necesidades tan nuestras, tan de los hombres.
viernes, 20 de febrero de 2015
El ayuno que Yo quiero
El ayuno que yo quiero es éste: Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propia carne (Isaías 58).
Y nosotros con nuestros ayunitos, con nuestras tonterías.
martes, 17 de febrero de 2015
Una peligrosa izquierdista
Se ha muerto una peligrosa izquierdista. Nunca una mujer conservadora y de derechas supo encarnar tan bien los mejores valores de la izquierda: la honestidad, la solidaridad, la rebelión ante la injusticia, la lucha por un mundo mejor, el trabajo tenaz y bien hecho, el apoyo incondicional a los más débiles, la tolerancia y la práctica constantes de la escucha para aprender y modificar sus opiniones. Y para nosotros, sus hijos, una bendición: un continuo ejemplo de bondad y amor sin condiciones.
Palabras de mi amiga A. sobre su madre, recientemente fallecida. Descanse en paz.
viernes, 13 de febrero de 2015
Desnudado por la cámara
Le pedí a una persona amiga que me hiciese
unas fotos que necesitaba. Estábamos en su casa. Para que me relajara y me
encontrase a gusto delante de la cámara, empezó a hacerme preguntas sobre mi
vida, preguntas en verdad íntimas y que yo contesté con algo de apuro pero al
mismo tiempo completamente confiado; me sentía “amistosamente” atrapado bajo el
foco de la cámara que ella manejaba, siervo de ella, de ellas debiera decir,
que se había adueñado de la escena. Lo que nunca jamás me hubiera preguntado en
cualquiera otra situación, lo hizo ahora, como si en la cámara encontrase al
mismo tiempo una excusa y un aliado; yo, que no veía su cara, me sentía
impelido a responder como si estuviera bajo las órdenes de un interrogador
profesional a cuyos pies caían los cerrojos de mi intimidad. Entre la
perplejidad y el contento, la situación se prolongó mientras duró la sesión de
fotos. Todo fue extrañó y al mismo tiempo ligero, sin tensión. Nunca hubiese
imaginado que X, tan celosa de su intimidad, acertase a desnudarme con la ayuda
de una cámara. Con razón se negaban los nativos de ciertas tribus a ser retratados,
temiendo que las fotos les robasen el alma.
jueves, 12 de febrero de 2015
Dios nos prepara para Dios
Medio tenía el purgatorio por un “lugar” en
el que la purificación se obraba en nosotros por agentes desconocidos y
abstractos, hasta que caí en la cuenta de que, pura obviedad, el sujeto
purificador no podía ser otro que Dios. Es el mismo Padre que nos espera con
los brazos abiertos en su Reino el que nos limpia para que estemos en
condiciones de entrar en él. Dios nos prepara para Dios. Y suspiré aliviado: en
el purgatorio no estaremos solos.
martes, 10 de febrero de 2015
Esperanzas menudas
Esperanzas
menudas, alegrías modestas, deseos no más grandes que canicas, nos ayudan a
vivir, tiran de nosotros hacia delante.
lunes, 9 de febrero de 2015
El hisopo de Xosé
Xosé, mi párroco, cuando asperja asperja
pero bien, casi daría que nos ducha pues de su hisopo, que él se encarga de que
se cargue bien de agua, nos caen auténticos goterones lanzados por el
movimiento enérgico de su mano. No se anda con tonterías, con gotitas, y a mí
me parece estupendo.
sábado, 7 de febrero de 2015
La ira del manso
¿En qué quedó la mansedumbre de Jesús cuando,
al acercarse la Pascua de los judíos y subir a Jerusalén, al entrar en el
templo y encontrarlo lleno de vendedores y cambistas, con un azote de cordeles echó
a los primeros, junto con las ovejas y bueyes que vendían, y volcó las mesas de
los segundos (Mateo 21, 12)? Debo creer que quedó donde estaba, en su corazón,
pues no necesitaba salir de él para hacerle sitio a la ira, y ser así la suya
la ira del “manso y humilde de corazón” (Mateo 11, 29). La justicia de Dios es
la del Dios de la misericordia y la ira de Jesús es la del Jesús de la
mansedumbre, del que curó enfermos, resucitó a los muertos, perdonó a los
pecadores, del que pone la mejilla para que le abofeteen la otra, del que da
también el manto cuando le quitan la túnica, la del que va dos millas con quien
le he pedido que vaya una, la del que no resiste el mal y es por ello apresado,
flagelado, escupido, burlado, portante de su cruz y en ella clavado, la del que
perdona a quienes lo crucificaron. ¿No ha de ser por eso santa y justa la ira
del varón de dolores, la del cordero degollado, la de quien, tras resucitar,
nos dice “mi paz os dejo, mi paz os doy”? Ira de paz, que no mata, sino que se
deja matar.
viernes, 6 de febrero de 2015
La blasfemia contra el Espíritu
“Cualquier pecado o blasfemia serán
perdonados a los hombres, dice Jesús en el evangelio de Mateo, pero la
blasfemia contra el Espíritu no será perdonada” (Mateo 12, 31). Pero entonces
tiene que tratarse de una blasfemia de la que no pueda arrepentirse el hombre y
pedir perdón por ella, un pecado por tanto en el que la persona queda por
completo aherrojada, identificada con él de modo absoluto, sin vuelta atrás. Si
ha llegado a este extremo ha llegado a entonces a la auto-condenación, que es
aquel estado en la que el hombre se encierra por completo en sí mismo, se
excluye para siempre del alcance de la gracia y rechaza a Dios por toda la
eternidad. Blasfemar contra el Espíritu es en consecuencia gritar un horrísono
“¡Vade retro, Espíritu, nada quiero ver contigo, me alzo contra ti y conmigo me
basto!”
jueves, 5 de febrero de 2015
Igualar las suertes
¡Qué torturante es la desigualdad entre los
destinos de las personas, de las generaciones, de los pueblos! Buena fortuna
para unos, mala fortuna para otros, a ratos buena a ratos mala para otros
tantos; pueblos libres y pueblos esclavos; generaciones florecientes y
generaciones masacradas; niños que llegan a vivir noventa años y niños que se
mueren de hambre nada más nacer; hombres mecidos por la felicidad y hombres que
sufren las torturas más salvajes; los que, a tiempo, escaparon de la Alemania
nazi y los que no pudieron escapar; los que acabaron en el gulag y los que se
libraron de él; los que lloraron siempre y los que casi siempre sonrieron; los
aterrados por crueles enfermedades y los que no pillaron ni un resfriado en toda
su vida; los que pudieron ser lo que quisieron ser y los que, perdiéndose, no
acertaron a serlo; los culpables que no fueron inculpados y los que, siendo
inocentes, sufrieron la pena capital. ¿Por qué no fui un judío buscado,
atrapado, transportado, internado, esclavizado, muerto? “¿Por qué a mí?”,
gritan unos. Los otros, en cambio, no gritan “¿por qué no a mí?” El peso de la
eternidad tiene que remediar todo esto, tiene que igualar las suertes en un destino final de dicha absolutamente reparadora,
para que todos entendamos y aceptemos.
miércoles, 4 de febrero de 2015
Seguid
¿Nos
respaldan las generaciones que nos precedieron, todo el mundo anterior a
nosotros, con este mandato: “¡Seguid, estáis vivos!”?
lunes, 2 de febrero de 2015
En algún lugar algún día
Me sigue visitando en los sueños con una
demanda infinita de ese diálogo que, iniciado en la infancia, se interrumpió en
algún momento de nuestras vidas. Pero seguramente interpreto mal las cosas. La
demanda no es la que él me hace a mí sino la que le hago yo a él, pues soy yo
quien lo sueño. Lo más probable es que no tenga lugar nunca la prosecución de
ese intercambio de vida porque sería yo el primero en evitarlo, por timidez,
por miedo, aunque a regañadientes. Me gustaría que el azar lo forzara, que nos
juntara en algún lugar algún día.
viernes, 30 de enero de 2015
Apuntes sobre Kaurismäki
En todas las películas en color de Kaurismäki aparece el mismo tipo de azul, que le otorga a sus películas una fría calidez. Combina muy bien con el rojo, que quizá sea, con el azul, el otro color dominante. Todos los colores que aparecen en los filmes del director finlandés son sólidos, están bien delimitados, no hay vaguedades ni delicuescencias. Las atmósferas cromáticas son limpias, realistas, desahogadas. Se lo debemos a su magnífico director de fotografía, Timo Salminen.
Es raro que no veamos en algún momento del transcurso de sus historias la actuación de un grupo de pop, cantando en inglés o en finlandés. La cámara se fija en la guitarra eléctrica, en la batería, en el contrabajo, en el cantante. Siempre será un momento vivaz, a un tiempo nostálgico y esperanzado. Menudean también los radio transistores, los tocadiscos, y las antiguas gramolas Seeburg en las que, tras introducir una moneda, se apretaba el botón de la canción que queríamos escuchar.
La cámara cae a veces sobre un personaje que aparece en escena como si fuese una pistola que lo apunta, o un foco de luz que lo atrapa: estupefacto o circunspecto, el compareciente nos parecerá una suerte de Buster Keaton, con su misma cara de palo.
jueves, 29 de enero de 2015
El fin y los medios
El fin no justifica los medios, de acuerdo,
pero puede ocurrir que un fin de máxima justicia que no admita demora “justifique”
cierto grado de injusticia en el medio sin el cual, aquél, nunca se
conseguiría. Se trataría en cualquier caso de situaciones excepcionales,
extraordinarias, en el límite, donde para evitar un gran mal habría que cometer
otro más pequeño.
miércoles, 28 de enero de 2015
Los Dardenne y Kaurismäki
Enfrentar Rosetta, El niño o El niño de la bicicleta, de los hermanos
Dardenne, a casi cualquier película del director Aki Kaurismäki, es poner
frente a frente a, por un lado, personajes eléctricos, en perpetuo movimiento,
briosos, agitados, y, por el otro, personajes inexpresivos, pasmados, quietos. Tanto
los unos como los otros lo que hacen es buscar su lugar en el mundo: los
primeros lo hacen con nervio exasperante y los segundos con crispada quietud. Por
lo que se ve la urgencia de la vida, que moviliza, puede hacerlo de muy
distinta manera.
martes, 27 de enero de 2015
La obra maestra
Si el hombre fue la obra maestra de Dios,
bien podríamos ver en los miles de millones de años que tuvieron que pasar
hasta que surgió la criatura humana lo que le “costó” a Dios hacerlo, todas las
“fuerzas” que tuvo que emplear, y el mimo también, pues no quiso que ninguna de
las fases previas a él dejase de aportar su granito de arena. Cuando, después
de su paciente e infinito moldeado, lo obtuvo por fin, cuál no sería su
sorpresa al verlo tan perfecto, tan complejo, tan parecido a él en cierto modo.
Sólo entonces, y muy merecidamente, descansó.
sábado, 24 de enero de 2015
viernes, 23 de enero de 2015
Un resfriado
Un resfriado pone una “a” privativa delante
de la hedonía, la patía y la tonía: te vuelve anhedónico, apático, átono. Te
resta energías, te roba fuerzas. La mirada, gris, vuelve al mundo gris. El
gusto no se deleita con los sabores. Y es un simple resfriado, un rasguño en la
piel de la felicidad. Y puede ser tan absoluto el deseo de ésta, tan poco
condescendiente, que a la que se descuida ya esté echando pestes contra nuestro
humilde resfriado, apenas una penita, que no bien ha llegado y ya se ha ido.
jueves, 22 de enero de 2015
Tendría que inventarlos
Si en la lengua española no existiesen los “casi”,
“quizás”, “tal vez”, “acaso”, “puede ser”, “tienden a”, “en determinadas
circunstancias”, “algunos”, “no siempre”, “depende”, “no todos”, “según en qué
sitios”, “no conviene generalizar”, es decir, si no existiesen Azorín y su “en
la vida el matiz lo es todo”, yo tendría que inventarlos.
miércoles, 21 de enero de 2015
Mi buen Jesús
Siéntate en una silla y apoya la espalda
manteniéndola bien recta; las plantas de los pies que se afirmen bien en el
suelo, así como las palmas de las manos en las piernas. Repasa de arriba a
abajo el cuerpo y desténsalo. ¿El ceño fruncido? Desfrúncelo. ¿Los dientes
apretados? Suelta la mandíbula, que caiga, y la lengua que se pegue a los
dientes superiores. ¿Tirantez en el cuello? Relájalo. ¿Hombros levantados?
Suéltalos también. Libérate en la ley de la gravedad dejando que tu cuerpo se
someta completamente a ella, de modo que quede bien asentado y sin la más
mínima tensión. Desde el diafragma, inspira y expira después profunda y
lentamente; llénate con cada inspiración y vacíate con cada expiración. Relajar
la mente es más difícil. No se trata de ponerla en blanco, algo imposible, sino
de no prestar atención al desfile de ocurrencias que por ella se pasean;
digamos que se trata de dejar que ocurran sin más, sin oponerse a ello. Tú estás
a otra cosa; a esto ayuda, por ejemplo, no desviar la mirada del punto en el
que debes tenerla fijada. Por último, si haces todo esto para rezar porque, más
que discursiva y meditativa, es contemplativa tu oración, acompaña el ritmo de
tu respiración con tu jaculatoria favorita. La mía es “mi buen Jesús”.
martes, 20 de enero de 2015
Un voto de silencio
Algo muy fuerte dentro de mí, de un tiempo a
esta parte, me escora hacia la mudez, postula un voto de silencio, el que tanto
les envidio a los hermanos cartujos. Libres quedan de juicios, de maledicencias,
de cotilleos, que deberán ir acompañados, claro, de silencios de la mente, para
que no haya tampoco malos pensamientos, y de silencios del corazón, para que no
haya malos deseos.
sábado, 17 de enero de 2015
Qué más da
Es necesario tener muchos “qué más da” o
“qué importa” no ya para sobrevivir sino simplemente para vivir. Yo muchos ya
los tengo por instinto, antes de toda programación, y creo que cada vez acumulo
más. Más que por desprecio u orgullo, quisiera tenerlos por santa indiferencia,
teniendo puesto el corazón en lo que verdaderamente importa, y así que me
brotasen de él, de su abundancia y no de su vacío.
viernes, 16 de enero de 2015
Mi tío Luis
Cuando se despidió de su cuñada, mi tía
Concha, y de su hermano, mi tío Darío, mi tío Luis, mercedario de 86 (casi 87)
años, que vive actualmente en Sevilla, les dijo que, si se muriese allá (en Híspalis),
que no se molestasen en cruzar la península, que los agobios iban a ser muchos,
que tan bien enterrado quedaría en la
ciudad andaluza como en Galicia y más razones por el estilo. Darío añadió algo
bien hermoso y elemental: “Además el papá Dios también está allí”. Mi madre,
muy sorprendida, frunció el ceño cuando se lo referí: “yo que pensaba traérmelo
para aquí”. No menor fue la sorpresa de mi hermano Rodrigo y de otras hermanas
a las que se lo comenté. Yo dije en algún momento que me causaba alegría la
naturalidad, no aplomo, naturalidad sin más, sencillez, confianza, lo bien
dispuesto que estaba a embarcar y poner rumbo a la otra vida, “a mejor vida”.
Esto de “pasar a mejor vida” lo podemos decir los cristianos con fe segura e
íntima convicción: el dicho popular en nuestra boca se convierte en dictum
brioso y alegre.
jueves, 15 de enero de 2015
La silla y la butaca
Hace no sé cuantos años mi padre mandó
construir a un carpintero un escritorio y un silla a juego en madera de
castaño. Tienen la reciedumbre y la belleza de las cosas que hacían los
menestrales de antes. La silla es de espalda ancha, con apoyos para los brazos,
salomónicas las patas y los travesaños; años más tarde se almohadillaron su
respaldo y su asiento, lo que la hizo “habitable”; la utilice durante un
larguísimo tiempo para sentarme ante el ordenador y escribir; en los tiempos de
espera colgaba mi pierna izquierda sobre el apoyabrazos y me giraba hacia el
balcón, para ver y mirar. Un buen día decidí cambiar mi vieja hamaca de jardín,
en la que leía, por una butaca en condiciones, y de paso decidí también que
sería ella el asiento para mi escritura; el tiempo de espera, dado el cambio de
infraestructura, exigía un cambio postural; ahora, en un cojín que pongo sobre
la mesa, enfrente de la pantalla del ordenador, apoyo la frente y cierro los
ojos. ¿Y en qué ha afectado todo esto a mi contrato con las musas?
miércoles, 14 de enero de 2015
Bajo un cono de luz
Algún fallo eléctrico retrasa el encendido
de las farolas y por eso están las calles sumergidas en la oscuridad. Yo, en
cambio, estoy sumergido en el cono de luz que el flexo me regala cada día, y
bajo él aguardo. Mi vida es justamente
esto, esperar bajo un cono de luz.
martes, 13 de enero de 2015
Las licencias del humor
Yo, si fuera musulmán, no me sentiría ofendido por esta portada del diario satírico “Charlie Hebdo”, sino todo lo contrario. El dibujo no caricaturiza a Mahoma. La primera acepción de “caricatura” en el DRAE reza así: “Dibujo satírico en que se deforman las facciones y el aspecto de alguien”. No veo yo en la portada que comento ninguna deformación beligerantemente irrespetuosa de las facciones ni del aspecto de Mahoma. La segunda acepción es la siguiente: “Obra de arte que ridiculiza o toma en broma el modelo que tiene por objeto”. Dejando aparte lo de la obra de arte, que no nos importa aquí, tampoco creo yo que la portada ridiculice ni tome en broma al profeta. Éste, por el contrario, queda muy acreditado por lo que en la viñeta dice: “Es difícil ser amado por idiotas”. Juzga a sus seguidores asesinos convenientemente, quedándose muy corto, a los que no soporta ver. Por eso se tapa los ojos con las manos. “Me deshonráis, me infamáis”, podría añadir. La gran mayoría de los musulmanes estaría de acuerdo con este juicio fulminante que emite Mahona en la portada del diario parisino. Fijémonos ahora en esta otra portada. “El Corán es una mierda, no detiene las balas”, leemos en ella, y por no detenerlas atraviesan el cuerpo de un islamita. Como buen musulmán, ¿me sentiría esta vez ofendido por lo de “el Corán es una mierda”? Sí, del mismo modo que me sentiría ofendido como el cristiano que soy si, en los siglos de las cruzadas, leyese “la Biblia es una mierda, no detiene las espadas”. ¿No habría manera de, sin cambiar la imagen, cambiar el texto, poniendo algo así como “las balas de estos idiotas ni siquiera las detiene el Corán: son tan estúpidos que lo ignoran”, o cualquier otra cosa parecida?
El humor no tiene todas las licencias: esto no hay que olvidarlo nunca. Después dirán unos y otros que los que pensamos así somos muy susceptibles, que no tenemos sentido del humor, que hay que ver qué poca flexibilidad, en fin que qué desgraciaditos somos por plantarle un “¡Alto ahí!” a cierto tipo de humor. Pues vale.
viernes, 9 de enero de 2015
Los primeros recuerdos
Mi primer recuerdo es muy brumoso, lo veo a través de una profunda niebla: estoy al lado de la cama donde yace enfermo mi abuelo Jesús (fue él el que quiso tener un nieto, y ése soy yo, con su nombre). Dado que murió en el año 1969 tenía yo cuatro años.
El segundo, y serían cinco mis años, me trae a la memoria el que es hoy el actual ayuntamiento y que en el entonces de mi recuerdo albergaba una escuela. Veo la amplia acera de enfrente, donde pasábamos los recreos; tenía que ser uno de los cursos de parvulitos (¡qué hermosa y tierna palabra!). Al lado estaba el cuartel de la guardia civil, con su correspondiente calabozo, en el que estuvo durante una temporada un preso. Temerosos y llenos de curiosidad nos acercábamos, furtivamente, a ver lo único que era posible ver: la ventana con sus barrotes. ¿Se asomó el preso alguna vez a ella y llegamos a verlo nosotros? Puede que sí, pero en cualquier caso no quedó registrado en mi memoria.
En mi tercer recuerdo, y tendría entonces seis años, me veo parado en mi primer día de colegio en la entrada del Colegio María Inmaculada, y a continuación en el aula del curso que debería corresponder al que es hoy primero de Primaria. Las mesas y sillas, pequeñitas, eran de color azul; una de ellas la ocupaba Araceli, que sería después una mis grandes amigas de la niñez, infancia y adolescencia. Desgraciadamente moriría con 44 años de un edema pulmonar.
jueves, 8 de enero de 2015
Natanael
Realmente es asombroso que Natanael creyese
en Jesús (“Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”)
simplemente porque éste le había dicho que lo había visto debajo de la higuera
(“¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees?”). Pero seguramente
Natanael no sólo se sintió visto por Jesús sino sobre todo mirado, más aún admirado
(“Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño”), es decir, amado.
miércoles, 7 de enero de 2015
Las dos partes del vaso
El optimista incorregible que nunca ve la
parte vacía del vaso se equivoca: debiera corregirse. El pesimista incorregible
que nunca ve la parte llena del vaso se equivoca: debiera corregirse. El
primero pronuncia un presuntuoso “¡ya está!” y se cruza de brazos; el segundo
pronuncia un desesperado “¡nunca nada!” y se cruza de brazos. Puesto que
tenemos dos ojos seamos realistas y veamos las dos partes del vaso, la llena y
la vacía: ya hemos conseguido mucho, y por eso no desesperamos; nos falta mucho
por conseguir, y por eso seguimos luchando.
lunes, 5 de enero de 2015
La universidad
Yo pensaba que en la universidad me iba a encontrar con tribunas ocupadas por genios, verdaderos magos del saber y de su transmisión. No fue así. Había un puñado de buenos docentes, conocedores acreditados de su materia, y después, aparte, muy por encima, Olegario González de Cardedal, el catedrático de cristología. Los demás, por comparación, resultaban agraviados. Nadie sabía tanto como él, nadie hablaba tan bien como él, nadie transmitía tanta pasión como él. Por ser mis exigencias y mis expectativas tan altas con respecto a la universidad, me sentí, ¿injustamente?, defraudado por ella; en algún momento de la carrera, quizá en el cuarto curso, sentí un aburrimiento mortal y más de una vez se me pasó por la cabeza tirar la toalla. En el recuerdo, me veo como un estudiante mucho más entusiasta en la etapa de BUP y COU que en la Universidad. Y de repente, ahora, veo una posible razón: llevábamos deberes para casa, lo que suponía, en cierto grado, investigar y poner a trabajar las propias fuerzas intelectuales; el profesor, al día siguiente, podía llamarnos al encerado a resolver un problema o a dar la lección, y hacerlo con éxito era un sumo placer intelectual. En la universidad no hubo nada de esto: desde el comienzo de la impartición de la materia respectiva hasta la rendición de cuentas en un único examen no se nos exigía nada en el intermedio, ningún “deber” investigador llevábamos para casa. Es cierto que lo que ahora echo de menos lo echaría de más si tal cosa hubiese ocurrido: ¿deberes en la universidad? Venga ya, que somos mayorcitos. Pero fue precisamente el “deber” de hacer la tesina la que me devolvió la felicidad en los dos últimos años de la carrera. Uno volvía a ser un sujeto intelectualmente activo, al verse exigido a culminar un proyecto investigador. En mi caso esto fue absolutamente fruitivo.
Estas dos cumbres, las clases de Olegario y mi estudio de la obra de Ernesto Sábato, tema de mi tesina, salvaron mi experiencia universitaria. Debiera haber habido más; desgraciadamente, no las hubo.
sábado, 3 de enero de 2015
El invierno
El invierno es felizmente contradictorio. La
estación de los fríos, los hielos, las lluvias y las nieves es también la que
ve crecer el poder del sol, la duración de la luz: desde su inicio, el invierno
porta en sí la semilla que lo destruirá. Es por eso la estación más
traslaticia, la menos independiente, la más alejada de sí misma. Ojalá que
todos los inviernos de nuestra vida sean así.
viernes, 2 de enero de 2015
Fuerza bruta
Todo integrismo, y sectarismo, es una fe sin
inteligencia, sin autocrítica ni confrontación con las demandas de la realidad,
siempre cambiante. Los depósitos de la fe de los integristas y sectarios están
siempre cerrados a cal y canto, carecen de ventanas y por ellos no circula
nunca ningún tipo de aire. Al carecer de inteligencia carecen también por eso
de capacidad de diálogo, y el adversario con el que deberían medirse
racionalmente es siempre un enemigo al que hay que abatir. Son autistas,
narcisistas (aquí demuestran tener un pésimo gusto). Siempre creen tener razón
precisamente porque no hacen uso de ella. En el fondo son seres tremendamente
débiles por haber expulsado fuera de sí mismos la fuerza de la inteligencia, de
modo que ya no podrán ser fuertes sino haciendo de la misma fuerza su única
inteligencia: una fuerza así es siempre una fuerza bruta.
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