Al entrar en la Sacristía de la Catedral de
Toledo, desde el fondo te captura, de El Greco, el rojo encendido de su El expolio. Pero resulta que avanzas
unos cuantos metros y otro color perteneciente a la misma gama que aquel te
captura desde una sala que se encuentra a la derecha. Te acercas y recibes un
golpe certero y fulminante: las tonalidades rojas de la muceta del papa Paulo
III pintado por Tiziano, absolutamente maestras, absolutamente impresionantes,
en un cuadro que es todo él una impresionante obra maestra del pintor veneciano.
Un ojo al frente y el otro torcido hacia la derecha, como a la virulé, fijo el
primero en el rojo de El Greco y fijo el segundo en el rojo de Tiziano. Ganó el
efecto sorpresa, es decir, ganó la muceta que cubre los hombros del papa Paulo
III: fue lo que más me gustó de Toledo. Horas y horas me hubiese pasado ante
él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario