Luis, mi hermano mayor, es el maestro
hortelano de nuestra casa. Tomó el relevo de nuestra madre y la contenta con
una huerta a la que, valga la redundancia, siempre contenta. Es infatigable y
cuida las hortalizas y árboles con auténtico mimo y creo que con bastante
acierto. Aquí remueve tierra y allí la saca, hace aquí un surco y aplana allí,
planta y trasplanta, poda, esterca, abona, rodriga, cubre, alambra, acompañado
por un movimiento del hombro que es su tic de toda la vida, casi chaplinesco. A
veces es un poco termineitor y arranca alguna flor que él cree que estorba su
labor pero que estaba allí porque nuestra madre quería que estuviese allí, con
lo cual se gana la consiguiente reprimenda. Ahora, más le conviene, pregunta
antes. Sobre “su” materia considera que los demás no tenemos ni idea, lo que en
mi caso es totalmente cierto, y con cierto refunfuño y bronca, el de una
persona tímida, a más de uno de mis hermanos y de una de mis hermanas se lo ha
recordado. Nosotros, que ya lo conocemos, nos (son)reímos. En cualquier caso,
ciertamente, es él el maestro hortelano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario