¿Cómo ha de ser la lectura que logre que
habitemos un libro y que un libro nos habite? ¿De qué manera podemos conseguir
que nos acompañe siempre? ¿Cómo se crea poso, sedimento, raíz? Volviendo al
libro, abriendo de nuevo sus páginas y demorándonos en él todo lo que haga
falta, con él respirando, con él viviendo, con él caminando: con las suplicantes,
con Orestes, con Prometeo, con Héctor, con Ulises, con Áyax, con Filoctetes,
con Edipo, con Antígona, con Heracles, con Ana Ozores, con Fausto...
No hay comentarios:
Publicar un comentario