martes, 7 de abril de 2015

Verde malo, verde bueno

¿Inaugura Homero la malignidad del color verde, cuando habla del “verde miedo” en varios lugares de la Odisea? Porque después, dando un salto de siglos, aterrizamos en Shakespeare, el cual, en Otelo, califica a los celos de “monstruo de ojos verdes”. Y en el siglo XIX una de las leyendas de nuestro Bécquer se titulará precisamente “Los ojos verdes”, los de la mujer del lago que, hechizante, arrastrará hasta su fondo, ahogándolo, a su hombre enamorado. Y parece que “el verde que te quiero verde” de Lorca, en su “Romance sonámbulo”, hace también suyo el carácter siniestro del color verde.
Es llamativa esta asignación de cualidades funestas a este color, siendo como es el color por excelencia de la primavera y por ello de la vida. Cuando la naturaleza, tras el invierno, resurge, se vuelve verde en los árboles y en las plantas. Es la “verde esperanza” de Machado y, superlativamente, de la Esperanza cristiana, que se hace también verde en el transcurso del tiempo ordinario del calendario litúrgico, durante el cual los sacerdotes en la celebración de la eucaristía visten una casulla de este color.
¿Será que lo malo: el miedo, los celos, la muerte, se viste con lo bueno, lo verde, para así atraernos y perdernos, otra versión del diablo disfrazado de ángel?

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