lunes, 10 de diciembre de 2018

Money Monster

Después de vagar por India, Rumanía, Argentina o Islandia, pongamos por caso, en mis noches de cine, viendo magníficas películas, necesito un chute de cine americano, ése que sólo saben hacer ellos, espectacular, entretenido, asombroso en muchos sentidos. Aquel vagar pone en mi pantalla historias que quieren ser sobre todo paisajes del alma, adentramientos en el corazón de lo humano, a las que acompaña siempre cierta morosidad. Sin ellas yo no podría vivir como espectador de cine (ni como ser humano), pero si enlazo varias de ellas llega un momento en que necesito salir de tales profundidades y buscar el aire, otro tipo de narración, la americana, vaya. Sólo esta industria (en la actualidad muchísimo menos, claro; su edad no es ahora, no ya la de oro, es que ni la del bronce) sabe combinar lo hondo y lo ligero en productos que satisfacen a un tiempo tus deseos de evasión y de conocimiento. Money Monster, de Jodie Foster, por citar sólo una, es un ejemplo perfecto. Está todavía muy caliente en mi retina.

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