Una telaraña perlada por la lluvia en medio de un rosal es una
cosa hermosísima, desde luego, pero las que se acumulan en las esquinas de las
habitaciones lo son mucho menos. No te librarás de ellas si no te libras de las
arañas por lo que yo me he convertido en un auténtico depredador, con permiso
de Spiderman. Pero que nadie piense que soy cruel con ellas. Me limito a
succionarlas con el tubo de la aspiradora y realmente no sé si acaban muertas
en el totum revolutum final o si sobreviven en un limbo de polvo y pelusas.
Y ya que hablamos de arañas, ¿por qué las mujeres
les tienen tanto miedo? Una llegó a decirme que esta aracnofobia podría ser el
recuerdo de una etapa evolutiva en la que las arañas eran gigantescas y
atacaban sólo a las mujeres. A saber… El
caso es que yo, cuando alguna de mis sobrinas pega un alarido asombroso al ver
seis patitas pegadas a un corpúsculo, me apresuro a atrapar la araña por uno de
sus filamentos para que comprueben lo insignificante que es. Pero no hay
manera.
1 comentario:
Ni habrá manera, nunca jamás. Arañas y cucharachas... imposible vencer el "miedo-repulsión". No hay razonamiento que valga. De mis pocos triunfos, dos o tres han sido alpargatazos dados a una araña.
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