sábado, 1 de diciembre de 2018

Las arañas


Una telaraña perlada por la lluvia en medio de un rosal es una cosa hermosísima, desde luego, pero las que se acumulan en las esquinas de las habitaciones lo son mucho menos. No te librarás de ellas si no te libras de las arañas por lo que yo me he convertido en un auténtico depredador, con permiso de Spiderman. Pero que nadie piense que soy cruel con ellas. Me limito a succionarlas con el tubo de la aspiradora y realmente no sé si acaban muertas en el totum revolutum final o si sobreviven en un limbo de polvo y pelusas.
Y ya que hablamos de arañas, ¿por qué las mujeres les tienen tanto miedo? Una llegó a decirme que esta aracnofobia podría ser el recuerdo de una etapa evolutiva en la que las arañas eran gigantescas y atacaban sólo a las  mujeres. A saber… El caso es que yo, cuando alguna de mis sobrinas pega un alarido asombroso al ver seis patitas pegadas a un corpúsculo, me apresuro a atrapar la araña por uno de sus filamentos para que comprueben lo insignificante que es. Pero no hay manera.

1 comentario:

Josefina dijo...

Ni habrá manera, nunca jamás. Arañas y cucharachas... imposible vencer el "miedo-repulsión". No hay razonamiento que valga. De mis pocos triunfos, dos o tres han sido alpargatazos dados a una araña.