jueves, 6 de diciembre de 2018

El perro


Toda la comunidad de vecinos de mi amigo Paul, en el barrio de Salamanca de Madrid, está en un sin vivir desde que arribó allí una pareja mexicana con un hijo y un perro. El problema es precisamente el perro que ladra y ladra y ladra para desesperación de todos los habitantes del inmueble. Se intentó todo y no se logró nada. De mente cerril y voluntad caída, la linda pareja le pone solución al problema durante dos días (un bozal, tranquilizantes…), pero al tercero vuelven todos por sus fueros: a su despreocupación los dueños y a sus ladridos el perro.
Está muy bien tener un perro pero está muy mal no escoger el adecuado. Habían ido a buscarlo a una perrera y, cree Paul con mucha razón, que, viéndolos bastante ignorantes del mundo canino, los trabajadores del lugar les enchufaron el que más tabarra les daba. Paul, que sí sabe de perros, me contó que el chucho en cuestión es de una raza que necesita mundo exterior y un jefe. Es decir, no es el tipo de perro al que se le puede achuchar y llamar chuchirrín, sino todo lo contrario: necesita que lo gobiernen. El caso es que, si el perro ya estaba medio tarado, con unos blandengues animalistas como amos anda medio desquiciado.
Tienen en torno a cincuenta años y su hijo es un adolescente que se pasa todo el día dale que te pego a los videojuegos. El padre no sale de casa en todo el día y ella colabora con una ONG. ¿De qué viven? Paul, fino rastreador, los supuso hijo de papas ricos, de onda hippy, animalista, new age, idos de México y venidos a Madrid. El caso es que en lo que respecta a lo del dinero acertó: la madre de él es riquísima y no es descaminado pensar que los sostiene desde allá, acaso porque quiso librarse del hijo, de la nuera y del nieto durante una larga temporada.

3 comentarios:

Josefina dijo...

¡¡Y del perro, cuando dijeron que querían tener uno!! jaja

Jesús dijo...

El perro lo eligieron en Madrid, para fortuna de la suegra, que ya estaba toda tranquila en Mexico lindo.

Josefina dijo...

¡¡jajaja!! Sí, sí. Es que me imaginé que si se quedaban tal vez también hubieran querido un (tonto) perro y la suegra, antes de pensar en mudarse a Groenlandia, pensó en ayudarlos con unos pasajes a "las Españas".