miércoles, 13 de junio de 2012

El cojín


Si lo abrazamos no opone resistencia sino que cede a nuestro empuje. Puede llegar a sustituir, siquiera por unos segundos, a una persona, y consolarnos. Abrazar no puede: le faltan los brazos, y más cosas, que no le pedimos pues sería pedirle que fuese persona. Lo que puede lo hace, y lo hace bien, debajo de nuestra cara, de nuestras posaderas, de nuestros pies. Es muy entrañable y la mayoría de las veces cuadrado. No creo que falte en ninguna casa ni en ninguna vida. Se los ve también tirados, por ahí, los pobres. Quien lo utiliza como arma asesina, para ahogar a alguien, para silenciar el ruido de su pistola, no sabe lo que hace.

2 comentarios:

Miriam dijo...

Sí señor. Se merecían un homenaje y éste es precioso.
Me uno al aplauso. Aplauso por los cojines. Aplauso , al mismo tiempo por tan tierno homenaje.


(y como alguien diga que soy amable, me enfado)

Jesús dijo...

Muchas gracias, in-amable Miriam.