martes, 5 de junio de 2012

Marilyn Monroe tiene 88 años


Marilyn Monroe, querida por todos y odiada por nadie. Cada vez que se cumple un aniversario múltiple de cinco de su partida de este mundo, salta a los medios su figura, que su muerte temprana y llena de enigmas agrandó y sigue agrandando. El próximo 5 de agosto nos la veremos con un redondísimo aniversario, el 50. ¡Cuántos ríos de tinta volverán a centrifugarla! Yo soy uno más de esos millones de personas que no escapa al influjo de su fascinación. No me parece una mujer de grandísima belleza pero sí enormemente atractiva: mejor que nadie lo saben las cámaras fotográficas, que gustaron su fotogenia arrasadora. Cada poco continúan apareciendo nuevas fotos, como si se tratase de un capítulo por entregas que no parece vaya a terminarse nunca.
Terenci Moix decía que, en la composición de una estrella del mundo cinematográfico, un 25% era artificio y el 75% pura realidad. Hollywood no podía sacar oro de donde no lo había. Marilyn es un misterio siempre descubierto y siempre por descubrir, inagotable. Si no hubiese muerto tendría ahora 88 años. Me gustaría que los tuviese, que estuviese viva y nos hablase de sí misma. ¿Qué nos diría? Viviría recogida en algún lugar de Estados Unidos, donde disfrutaría de la compañía de su marido, de sus hijos, de sus numerosos nietos y nietas y de sus amigos. Con el tiempo habría ido recomponiéndose y curando y cerrando heridas; habrían llegado por fin sus anhelados personajes nada rubios y nada tontos; habría conseguido señalar muy claramente sus líneas rojas con respecto al mundo de la fama, harta ya de ella y de sí misma, por haber sido tan complaciente con sus halagos. Su atractivo habría ido amansándose, haciéndose sabio, dulce, profundo, y también muy pícaro. Cada vez más Norma Jean y menos Marilyn Monroe, alcanzaría el súmmum de su arte interpretativo en una gran tragicomedia en la que compartiría cartel de nuevo con Robert Mitchum y Jane Russel. Sería esta una de las muchas películas que yo montaría.
Fulges íntima e indómita, Norma Jean.

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