Si lo abrazamos no opone resistencia sino que cede a nuestro
empuje. Puede llegar a sustituir, siquiera por unos segundos, a una persona, y
consolarnos. Abrazar no puede: le faltan los brazos, y más cosas, que no le
pedimos pues sería pedirle que fuese persona. Lo que puede lo hace, y lo hace
bien, debajo de nuestra cara, de nuestras posaderas, de nuestros pies. Es muy
entrañable y la mayoría de las veces cuadrado. No creo que falte en ninguna
casa ni en ninguna vida. Se los ve también tirados, por ahí, los pobres. Quien
lo utiliza como arma asesina, para ahogar a alguien, para silenciar el ruido de
su pistola, no sabe lo que hace.
2 comentarios:
Sí señor. Se merecían un homenaje y éste es precioso.
Me uno al aplauso. Aplauso por los cojines. Aplauso , al mismo tiempo por tan tierno homenaje.
(y como alguien diga que soy amable, me enfado)
Muchas gracias, in-amable Miriam.
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