La flor del saúco no relampaguea en medio de lo verde, como lo
hacen otras flores, sino que lo acompaña, porque su color, marfil pobre, bien
podría haber sido verde hasta el día en
que comenzó a empalidecer y a empalidecer y se quedó como lo conocemos ahora.
Con flores así tintadas, las matas del saúco salen, suavemente, a escena.
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