martes, 12 de junio de 2012

La avena loca


Tiene finísimo el tallo, del que cuelgan unas espigas que compró en Liliput. Juntas y combadas por el viento, invitan a arrastrar por ellas la mano, como lo hacía Máximo el gladiador, en la película de Ridley Scott, mientras retornaba a su casa de Emérita Augusta. En su parte baja, una vaina viste el palillo. Desnudo lo dejas si tiras de ella con tiento. Queda plegada hacia dentro, ocultando cosas, pero si la abres no las encuentras. Quién sabe, tal vez dentro de miles de años alguien las vea, cuando se haya vuelto un finísimo papiro.

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