Pudo mucho la muerte, matar al Hijo, y poco puede el ángel, sostenerlo apenas con sus manos. Un muerto demasiado grande para un ángel tan pequeño. Déjalo, pequeño ángel, deja que sea un peso muerto en manos de la muerte: no podrá con él y se romperá por eso en mil pedazos. Rota ella, surgirá él, entero, victorioso, para sostener nuestra muerte insostenible.
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