Mujer tirada,
sodomizada, lamida, arañada: te encontraron en la habitación de un hotel, con
la vista y la razón perdidas, debajo de un hombre muerto por el puñal que tú le
habías clavado en la espalda. El precio de tu justicia fue desvanecerte,
desaparecer, mudar de mundo, pues este ya no lo soportabas; aguantaste lo justo
para castigar a quien tenías que castigar, aunque para eso tuvieras que sentir
otra vez sobre tu cuerpo destrozado el peso de su cuerpo.
Parecen las vidas destinos que se
cumplen, fatalidades que se realizan, cuando se llega a un punto sin retorno.
Lo que haya debajo de la locura, más allá de la conciencia, lo sabe Dios. Algo
tiene de sagrada cuando oculta tanto a una persona a nuestra vista que sólo
vemos su sombra, o ni siquiera eso.
(Inspirado en Fanny
Pelopaja, de Vicente Aranda).
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