Con la mirada
fija e inmóvil de unos ojos azules tan cerrados que apenas conforman algo más
que una estrechísima línea, va por la vida en busca del hombre al que quiere
matar. De él dicen que casi no habla, y que toca una armónica de la que extrae una
melodía misteriosa. Cuando esta se hace sentir, aparece, se manifiesta, como
viniendo de un lugar sin nombre, más allá de todo, en medio de sensaciones sobrehumanas.
No dejó tras de sí historia sino leyenda, y en esta ¿quién logró aprehender
algo que tuviese carne, que fuese definitivo y exacto? Nadie, y por eso es la
suya una estela de fantasma. Precedido siempre por su música hechicera, que lo
envuelve como un nimbo del demonio, sigue la pista de aquel que acaso sea tan
poco humano como él: un enviado de Satanás a la búsqueda de otro hijo del
infierno.
(Inspirado en Hasta que
llegó su hora, de Sergio Leone).
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