Ágil, certero, letal, matas a quienes mataron tu paloma blanca. Cuando la encontraste a tus pies, fulminada, surgió en ti el ángel vengador, la terrible espada, y fuiste después serpiente, felino, hasta barrerlos. No hubo piedad. ¿Quién te hizo así, samurái?
La mole de tu cuerpo te abre el camino entre las tinieblas, como un rinoceronte caminando por la jungla. Aliado de la noche, recorres las calles de la ciudad desierta, que tú llenas de soledad. Tus ojos de animal antiguo escudriñan el vacío. Encontrarás a la niña que te dé la mano, que no te tema, y con ella caminarás hacia algún lugar, donde olvides tu sed de sangre.
(Inspirado en Ghost Dog o el último de los samuráis, de Jim Jarmusch).
No hay comentarios:
Publicar un comentario