Me cruzo muchas veces con camiones que llevan escrito en la
parte superior de la cabina del conductor estas dos palabras: “Dios diante”
(Dios delante). Le hubiese gustado a Hans Urs von Balthasar, el cual, en su
libro Quién es cristiano, criticaba
la tendencia de ciertos cristianos a dejar a Dios “detrás, a la espalda”, como
el trampolín en el que uno se apoya para pegar el salto pero que después se
deja un tanto olvidado, porque se cree que no se le necesita cuando ya se
tienen las manos hundidas en la masa del mundo. Por contra un “Dios ante
nosotros”, como dice Balthasar, o el “Dios delante” del camionero, nos saldría
al paso de nuestro olvido o de nuestra manipulación, en cada recodo del camino.
No se es hijo por tener un padre al que sólo querríamos como retaguardia a la
que acaso volver, sino también como única y querida vanguardia, la sola ruta
posible delante de nuestros pies, ruta que al mismo tiempo es meta y casa.
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