Según se entra, en la pared frontera está la doble ventana, la de fuera de aluminio gris y la interior de madera pintada de blanco, con dos cristales iguales, el de arriba y el de abajo, y uno más grande en medio. Los postigos tienen cuatro paños rectangulares. A la derecha de la ventana, dominando todo el espacio de la pared, hay una estantería que casi roza el techo. La otra estantería ocupa algo más que tres cuartos de la pared que está a la izquierda de la puerta, con cuatro módulos, y también rayando el techo. A su lado se ve otra metálica, de latón, con cinco baldas de colores distintos: amarillo, verde, rojo y azul. Los listones que las sostienen son azules. A la izquierda de la puerta hay dos armarios: uno, el más alto, con dos cuerpos, cuyas puertas tienen tablillas que imitan las persianas venecianas. Justo pegado a la puerta está el otro armario, más pequeño. El resto del espacio de la habitación lo ocupan una mesa, la cama y un mueble para los zapatos que cumple también funciones de mesita.
Vale, bien, el escenario descrito con minuciosidad, casi exasperante. Pero, ¿y el lance amoroso, el crimen, la conversación galante o la discusión agria? Pon al hombre sobre el mundo, amigo.
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