Los escritores nos morimos si no conseguimos
dar forma a algo: una idea, un sueño, una visión, un sentimiento. Pero nos falta muchas veces y puede
ocurrir entonces que esta “falta de
algo” se constituya en el “algo” para que, acto seguido, nos pongamos a
escribir sobre el no tener nada que escribir. Me horripila esto y de alguna
manera es lo que estoy haciendo ahora. ¡Pero qué punzante es el deseo de dar
forma, de redondear, de construir, de crear! Es una auténtica hambre a veces y
entonces, si logramos satisfacerla, nos procura un hondo placer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario