Es vegetariana. Se pone unos vestidos lejanamente parecidos a
camisones que le sientan muy bien. Se desliza sobre plataformas que la hacen
ser más alta. No se enfada nunca y es de sonrisa fácil. Tiene un pelo
negrísimo sin una sola cana. Querría estar siempre con tribus primitivas,
preferentemente africanas. Este verano convivió durante algunos días con una
tribu de pigmeos. Un día, con otros tres amigos, se fue a pescar con ellos.
“Fue el día más feliz de mi vida. La emoción me hizo llorar”. La vuelta al
trabajo no le ha resultado fácil. “¿Por qué existirá la realidad? ¿No es una
pena que no me cause ninguna alegría el reencuentro con los compañeros de
trabajo, exceptuados algunos de ellos? ¡Qué sensación de déjà vu! ¡Con lo corta que es la vida!”
¿Qué la impulsará a visitar tribus primitivas? ¿La búsqueda de algún tipo de inocencia, de pureza? Porque el mero interés antropológico no me parece razón suficiente.
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